El presidente
Enrique Peña Nieto envió al Congreso la iniciativa que expide la Ley de la
Fiscalía General de la República, en la que la hasta ahora Procuraduría General
de la República cambia de nombre y deja de ser parte de la administración
pública federal.
El diseño
contempla que se inserte en la reforma al sistema jurídico mexicano, para que
en lo sucesivo la FGR sea un organismo constitucional autónomo, que cuente con
un sistema de juicios orales que faciliten la impartición de justicia.
La eficacia de
estos juicios orales están garantizados por un juez de proceso, que será el
responsable de garantizar que todas las etapas del proceso sea llevado a cabo
apegado a derecho, evitando así las irregularidades que hasta ahora han hecho que
los vicios del proceso sean la causa principal de las fallas en el actual
sistema inquisitorio e injusto.
Además, en el
diseño se incorporó la libertad de que gozará el Fiscal, a efecto de que en sus
resoluciones no prevalezca sujeción política alguna al Ejecutivo, que pudiera
entorpecer la impartición de justicia.
Es de recomendar
que en la integración de personal a la nueva Fiscalía, no exista el de dudosa
reputación y honorabilidad, cuyos actos propios o de aquellos familiares con
vínculos consanguíneos hasta en tercer grado, pongan en entre dicho el espíritu
de nueva filosofía en la impartición de justicia. Sobre todo porque de la FGR
dependerá la Fiscalía Especializada en materia de Combate a la Corrupción, y
sería desafortunado saber que en esta o en cualquier área de la FGR hay
personal directivo, mando u operativo, con intereses encontrados en que la
justicia encuentre un determinado camino, no siempre apegado al derecho.
La pregunta es:
Si la FGR contará con una Fiscalía Anticorrupción, ¿Cuál será el destino de la
Comisión Nacional Anticorrupción?
Además, la FGR
seguirá integrada al Sistema Nacional de Seguridad Pública, al que se
encuentran integradas la Secretaría de Gobernación, la Secretaría de la Defensa
Nacional y la Secretaría de Marina – Armada de México.
Esta nueva
configuración para transformar la PGR en la FGR parece que se enmarca, en un
nuevo diseño de política de seguridad del Ejecutivo Federal, y que incorporó el
anuncio durante su participación en la Asamblea General de Naciones Unidas en
la participación mexicana en Operaciones de Mantenimiento de Paz (OMP), cuyos
integrantes son conocidos como Cascos Azules.
El Presidente
dijo que la participación mexicana podría incorporarse personal civil o militar,
siempre y cuando exista la auorización y mandato del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, que exista el consentimiento expreso del Estado donse se
desplegará la OMP en el marco jurídico nacional, y cuyas tareas serían de
índole humanitaria en beneficio de la población civil.
No sería la
primera vez que nuestro país participa en este tipo de OMP o ayudas
internacionales. En enero de 2010 nuestro país envió un contingente humanitario
de personal civil y militar en 30 vuelos de la Fuerza Aérea Mexicana y 20
travesías en cinco buques de la Armada de México.
Así, se desplegó
el Plan DN-III y el Plan Marina, en apoyo a la población afectada por el
terremoto, en apoyo al operativo internacional dirigido por los Estados Unidos.
Antes, en agosto
de 2005 nuestro país envió 196 miembros del ejército, 14 camiones cisterna con
agua, una unidad de atención médica, 45 vehículos militares y más de 250
toneladas de comida, agua embotellada y provisiones médicas, en apoyo a los
afectados con motivo del paso del huracán katrina en Texas, Alabama, Alabama y
Louisiana en el vecino país del norte.
Esta operación
fue dirigida por el experimentado General del Ejército Mexicano, Francisco
Ortíz Valadez, -uno de los mejores soldados de la Republica-, cuyo personal fue
calurosamente recibido por las poblaciones mexicanas y carreteras a su paso por
territorio nacional.
Con gallardía y
aplomo, Ortíz Valadez comprendió la responsabilidad histórica que le había
conferido el Presidente de la República, al encabezar el primer contigente del
ejército mexicano en cruzar la frontera norteamericana, luego de que 159 años
atrás, desde la Guerra México - Norteamericana de 1846-1848, no se veía un
convoy militar mexicano en territorio estadunidense.
Tanto el
terremoto en Haití como el huracán katrina, son ejemplos de cómo puede
participar nuestro país en Operaciones de Mantenimiento de Paz en auxilio a la
población civil.
El punto es, el
personal militar que debe desviarse para la atención de OMP en el estado de
seguridad interior del país y la falta de un techo presupuestal para atender
alguna eventualidad de esa naturaleza.