Citas memorables de la historia de México

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sábado, 25 de abril de 2009

Las cuentas

El Pleno de la Cámara de Diputados discutió, la semana pasada, los dictámenes de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, que preside el jalisciense Raúl Alejandro Padilla Orozco, (PAN), sobre las Cuentas Públicas 2002 y 2003 de la administración pública federal, a cargo del expresidente Vicente Fox, y que no fueron aprobadas, luego de un álgido debate sobre esa administración.

Como antecedente, el párrafo octavo del artículo 74 Constitucional, faculta a la Cámara Baja, a analizar, discutir y dictaminar la Cuenta Pública de la Hacienda Pública Federal.

Para el ejercicio fiscal 2002, la Auditoría Superior de la Federación, (ASF), planteó un total de 2,584 observaciones, y para el ejercicio 2003 un total de 2,638 observaciones, siendo los sectores de Energía, Ramo General 33 "Aportaciones Federales para las Entidades Federativas y Municipios", Sector Comunicaciones y Transportes, y Sector Hacienda y Crédito Público, los más afectados.

Las irregularidades detectadas para las dos citadas cuentas públicas suman 131, 931 millones de pesos. La ASF señala que en Agricultura se subejercieron, es decir que no se gastaron, –por la razón que haya sido-, 223 millones de pesos; en Comunicaciones y Transportes, 523 millones; en Educación, 860 millones; y en Salud, 456 millones.

Cabría la reflexión, si los secretarios de Estado de las anteriores carteras en el sexenio pasado; Javier Usabiaga Arroyo (ahora candidato a una diputación plurinominal), Pedro Cerisola Weber, Reyes Taméz Guerra y Julio Frenk Mora, respectivamente, tienen responsabilidad.

Por lo que respecta a los llamados "Fideicomisos", que es el destino del subejercicio, y que se encontraban en la mayor opacidad, la ASF revisó el total de los fideicomisos anotados en el Sistema de Registro de Fideicomisos, Mandatos y Contratos Análogos de la Administración Pública Federal en el 2003, cuyos activos ascienden a 662,730 millones de pesos. 

Además y en entrevista, el diputado presidente de la Comisión de Vigilancia de la ASF de la Cámara de Diputados, Antonio Ortega Martínez, (PRD), dijo que "... [..] no querían transparencia, no querían fiscalización, no aceptaban rendición de cuentas, a pesar de que la divisa que los llevó a la Presidencia de la República era sacar al PRI de Los Pinos e instalar un nuevo sistema político, nuevo régimen, nuevas prácticas, nuevas visiones y sin embargo, el sexenio de Fox se convirtió en el de la opacidad, de la negativa a la rendición de cuentas...".

Por su parte, Jesús González Schmal, exmilitante del PAN y ahora de Convergencia, quien fue presidente de la Comisión especial de la Cámara Baja que investigó a los hijos de Marta Sahagún, dice en la misma entrevista, que “...Quienes dentro de Acción Nacional vimos de lo que era capaz Vicente Fox no nos extrañó su comportamiento...”, "... Los panistas teníamos conocimiento de que era un gran manipulador, un gran vendedor de ilusiones, pero que objetivamente era un hombre con muy limitadas capacidades intelectuales, con escaso nivel de formación profesional y con una grave patología egocentrista que le impide llevar a cabo un desempeño con mínimos niveles de eficiencia; que ya en el altísimo cargo que ocupó en la nación el saldo fue un verdadero desastre, dejando atrofiada a la administración pública...". 

Por lo anterior, el expresidente Fox calificó como “locos” a quienes no aprobaron las cuentas en esos ejercicios, aunque cabe aquí la posibilidad de preguntarse, quién es loco, según se desprende del reportaje de Reporte Índigo, en el que consiguió una copia del expediente C.S. 50/01 de la Rota Romana, en el que el Tribunal de la Iglesia Católica anula el matrimonio de Fox con la señora Lilián de la Concha, argumentando que el exmandatario presentaba un “grave trastorno de personalidad”: Es narcisista e histriónico (y/o histérico).

Una vez más, el presidente del Partido Acción Nacional, (PAN), Germán Martínez, incursiona para defender al expresidente Fox, en un mensaje en el que según él, señala las cuentas pendientes del Partido Revolucionario Institucional, (PRI), asociándolo, -de manera absurda-, con las administraciones de los presidentes Echeverría, López Portillo y Salinas.

La memoria histórica del PAN falló, toda vez que olvidaron mencionar que sus padres ideológicos, -Miguel Miramón, Tomás Mejía, Juan Nepomuceno Almonte (hijo del Siervo la Nación, José María Morelos) y el resto de la Junta de Notables-, le ofrecieron a un extranjero, -Maximiliano-, gobernar al país; y que entre otras cosas, el hijo de la Casa Habsburgo de Austria ratificó las leyes de Reforma, que le dieron verdaderamente una identidad nacional a este país y que fueron promulgadas por el Presidente Benito Juárez en 1859. 

Durante la guerra contra Estados Unidos de Norteamérica de 1846 a 1848, en el que perdimos la mitad del territorio, la memoria colectiva conserva dos versiones, respecto de las razones de Antonio López de Santa Anna para impulsar la guerra.

Una de ellas provino de la acusación pública que le hizo, en 1847, el diputado Ramón Gamboa y que creció por clamor popular en el sentido de que Santa Anna era un traidor; y la segunda versión, señala que no entregó la patria aunque no lo señala propiamente como tal. 

Guillermo Prieto, quien salvó al presidente Juárez de ser fusilado en Palacio de Gobierno en Guadalajara en 1858, se refería de Santa Anna, como un hombre “enteramente fascinado”, que era despreciativo con la “voz de la ciencia”, que exigía humillación de quienes lo rodeaban y que era inaccesible a la razón y a la “ingenuidad” y recordó que cierto grupo político llamaba a Santa Ana como “el inmortal ¾”, mientras el pueblo lo llamaba “el quince uñas”, “el tullido” o “la Cucaracha”, por faltarle la pierna izquierda a la que le hicieron funerales de Estado.

El 5 de diciembre de 1838 a consecuencia de la defensa militar que hizo de Veracruz, perdió la pierna izquierda que le fue amputada, para posteriormente, ser sepultada el 27 de septiembre de 1842, al conmemorarse el vigésimo primer aniversario de la consumación de la independencia, con funerales de Estado.

Entre las coplas que el pueblo inventó, se hallaba una que era “la protesta de los cadáveres del cementerio por haberse recibido entre ellos una pierna”, dirigida al soberano Congreso.

Con el tiempo y por los actos de un gobierno ciego y audaz que había hecho desaparecer las leyes, creyendo que la sociedad vivía pendiente de su arbitrio como lo fue Santa Anna, el 6 diciembre de 1844 y concedidas todas las garantías constitucionales por parte del nuevo presidente José Joaquín Herrera, 32 diputados marcharon por las calles de la ciudad para retomar simbólicamente el Congreso.

Masas delirantes y hartas del Benemérito, se sumaban a la manifestación improvisada por los legisladores.

A muchos de ellos los cargaron en hombros mientras gritaban: "…Muera el tullido!…Viva el Congreso!…Con este Congreso, si hay progreso…!!! Alguien dijo: !!!...Vayamos al cementerio de Santa Paula y desenterremos la pata del tullido…!!!, y la avalancha humana se dirigió entonces a gritos, verdaderamente enardecida, al panteón.

Entre la chusma eran de distinguirse varios ex ministros de Santa Anna, ex amigos, generales y políticos, quienes le habían jurado lealtad frente al altar de la patria. Generó un clamor popular, sólo comparable con la celebración de la independencia.

La muchedumbre llegó al cenotafio y acabó a marrazos con la capilla, mientras se escuchaban sonoros vivas, vítores y ovaciones, la pierna fue exhumada y arrastrada por algunas calles, hasta que fue recogida por el general García Conde.

Después, el pueblo se desplazo hasta el Teatro Santa Anna, para destruir el nombre del foro, que con el paso de los años, en 1854, fue testigo de la primera interpretación del Himno Nacional, con la presencia nuevamente de Santa Anna, como presidente de la República.

sábado, 18 de abril de 2009

La Carta


En un comunicado enviado por la Secretaría de Relaciones Exteriores, (SRE), a los coordinadores parlamentarios representados en la Cámara de Diputados, la Presidencia de la República les invitaba a la cena de Estado, que con motivo de la visita del presidente norteamericano, Barack Obama, ofrecería en el Museo Nacional de Antropología e Historia en la noche del 16 de abril.

En rueda de prensa, el diputado Alejandro Chanona Burguete (Convergencia), informó que la licenciada Betina Chávez, directora general de Coordinación Política de la Secretaría de Relaciones Exteriores, llamó “diciendo que se había dado un ajuste en el formato de la cena, por lo cual tenía que retirarme la invitación”.

Por su parte, la Junta de Coordinación Política de la Cámara Baja, en voz de su presidente, el diputado Javier González Garza (PRD), anunció que ese órgano de gobierno, acordó no aceptar la invitación al banquete, toda vez la descortesía provocada por la SRE.

Seguramente ni la Embajada norteamericana ni el propio equipo del presidente Obama, supieron de la decisión de los organizadores, y que resulta como de mal gusto.

De manera genérica, un colaborador cercano de un funcionario de alto nivel, como un secretario particular, tiene entre otras funciones, la coordinación de sus actividades así como de las personas con las que debe entrevistarse, el manejo de su correspondencia y de sus actividades públicas, pero debe tener el cuidado de advertirle a su superior, de las consecuencias en los actos y omisiones, para no incurrir en una falta de educación. A veces, los secretarios se convierten en grandes amigos de sus superiores.


A su llegada a México, el 28 de mayo de 1864, Maximilano de Habsburgo conoció al joven José Luis Blasio, quien ascendió al cargo de secretario particular de Maximilano, en virtud de que hablaba francés y alemán, en substitución de Nicolás de Poliakóvitz, su secretario, quien sufrió un accidente a caballo. Desde ese entonces, Blasio –como a las 4 de la mañana de cada día- se encontraría con Maximilano para acordar con él, hasta su fusilamiento.

A partir de la entrada de Maximiliano, el presidente Benito Juárez se hacía acompañar de su fiel Camilo, un indio zapoteca que le servía de criado; del teniente Felipe Azcárate, su jefe de ayudantes; así como de su cochero, Juan Udueta, quien lo llevaría a recorrer el país en el carruaje, tratando de salvar a la República.

Blasio fue quien redactó la carta en la que Maximilano le ofrecía a Juárez incorporarse a su gabinete; por su parte, el Benemérito le contestaba, que “… ya debe usted suponer que el delicado e importante cargo de Presidente de la República absorbe casi todo mi tiempo, sin dejarme descansar de noche. Se trata de poner en peligro nuestra nacionalidad, y yo, que por mis principios y juramentos soy el llamado a sostener la integridad nacional, la soberanía e independencia, tengo que trabajar activamente, multiplicando mis esfuerzos para corresponder al depósito sagrado de la Nación que, en el ejercicio de sus facultades, me ha confiado. Sin embargo, me propongo, aunque ligeramente, contestar los puntos más importantes de su citada carta … […]”.

Mientras Maximiliano vivía en la opulencia y la majestuosidad del Castillo de Chapultepec y su corte, Juárez en la sencillez y arropado por la guerrilla mexicana que combatía espontáneamente al invasor extranjero; mientras el Castillo de Chapultepec era adornado con ornamentos traídos de Europa, Juárez, a veces, dormía en su carruaje, rodeado del batallón que le acompañaba; mientras Carlota escuchaba su canción favorita “La Paloma”, acompañada de la señora Pacheco, su dama de honor; Juárez era acompañado por Camilo, quienes intercambiaban diálogos en zapoteco.

Blasio redactó las órdenes y comunicados de Maximiliano durante su estancia en México. Redactó la disposición del emperador por la que el monarca se designaba un sueldo de 1 millón 200 mil pesos anuales y para la emperatriz 200 mil pesos anuales. Cuando fue capturado Maximiliano por el ejército Republicano de Mariano Escobedo, una escolta de 8 hombres llevó a Blasio a Capuchinas por petición hecha por Maximiliano a Escobedo, para escribir unas cartas de despedida la princesa de Iturbide, a cuatro ministros y a don Carlos Rubio para pedir que su cadáver fuera embalsamado y llevado a Europa.

Ahí estaba Blasio, quien no pudo contener los sollozos, por lo que Maximiliano le dijo que todos somos mortales y que en ese "... momento supremo necesito de todo mi valor y ustedes con su llanto pueden quitármelo...".

El día de su fusilamiento en Querétaro, toda la gente salía por las ventanas, quizá por cariño, quizá por curiosidad, pero se asomaban al despedirlo. Al bajar del carruaje Maximiliano dijo "...En un día tan hermoso como éste quería morir!....".

En otro orden de ideas, como secretario particular de Benito Juárez, se incorporó su yerno, Pedro Santacilia, quien redactó muchas órdenes y leyes, hasta su muerte en 1872.










sábado, 11 de abril de 2009

El emblema

En la sesión del 26 de marzo pasado, el presidente de la Cámara de Diputados y también del Congreso de la Unión, César Duarte Jáquez, (PRI), presentó, junto con el presidente del Senado, Gustavo Enrique Madero, (PAN), una iniciativa que reforma el artículo 34 de la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, con el propósito de reordenar los colores de la Banda Presidencial, de manera tal que el rojo se ubique en la franja superior y no el verde como lo marca actualmente ese ordenamiento. 

Como usted sabe, la banda presidencial constituye una forma de presentación de la Bandera Nacional, la cual es utilizada por el presidente de la República en los actos de Estado que requieren una solemnidad especial, de ahí el nombre que se da a este instrumento protocolario y se asocia con la indumentaria del jefe de Estado mexicano. 

Antiguamente, este emblema del poder estaba representado en el Penacho de Moctezuma, en el que Bernal Díaz del Castillo en su libro “Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España”, narra que Hernán Cortés se apoderó de los aposentos de Moctezuma, entre ellos, el mismo penacho. Mintiéndole al rey, a finales de 1521 Cortés mandó los tesoros de Moctezuma a su familia en España, pero en el trayecto, los galeones españoles que llevaban tal cargamento, fueron asaltados por el corsario francés Juan Florín, quien llevó el botín, entre ellos el penacho, al rey de Francia, mismo que le fue presentado -seguramente por ignorancia- como un faldón morisco. 

En 1573, un súbdito francés sustrajo, entre otras cosas, el penacho de la cámara real francesa y lo vendió a los Ambrás, familia italiana de coleccionistas de objetos del mundo.

Así permaneció en el castillo de los Ambrás en el Tirol, hasta la Segunda Guerra Mundial; pero a raíz de los saqueos nazis de arte, los Ambrás dieron a la neutral Austria su colección en resguardo.

Al concluir la conflagración mundial, Austria se negó a devolverlo, por considerar a los tiroleses italianos traidores que habían favorecido a Hitler, y desde entonces, la preciada joya de la corona azteca, -antecedente de la banda presidencial- se halla en el Museo Etnológico de Austria, en espera de que el gobierno mexicano haga la petición formal para su devolución, según dijo un alto funcionario del Parlamento Austriaco en mayo del 2005 y sería considerado un gesto de gratitud del gobierno de Austria hacia México, por haber sido el primer Estado -bajo el mandato del presidente Manuel Ávila Camacho- que protestó cuando las tropas alemanas de Hitler invadieron Austria en 1938. 

La condición de los austriacos para que sea devuelto el penacho de Moctezuma, es que no se le llame así para "desarmar" a los tiroleses de Ambrás. Piden que se le nombre a la corona Mexica, "Penacho del México Antiguo". 

Por lo anterior, se trata de una excelente oportunidad -a propósito de las fiestas del bicentenario de la independencia en 2010- para que Austria devuelva el penacho de Moctezuma a México, tal como en las fiestas del centenario de la independencia en 1910, España devolvió a México, el uniforme con el que José María Morelos fue hecho prisionero. 

Y para el anecdotario. En la cúspide de su carrera como criadores profesionales del perro chihuahua, el criadero mexicano Sand's propiedad de la señora Sandra Michel, enfrentó -por conducto de la Federación Canófila Mexicana en 1985-, a los reclamos de las Federaciones Canófilas de Perú, China y principalmente Japón, quienes ante la Federación Canófila Internacional (FCI) con sede en Bélgica, reclamaban como suya la patria potestad del perro mexicano chihuahua.

Los japoneses argumentaban que en su momento, el perro chihuahua cruzó por el Estrecho de Bering en el polo norte, llegando así, al continente americano, y los peruanos, reclamaban la nacional del perro xoloitzcuintle, con el argumento de la semejanza del perro crestón chino, de nacionalidad peruana, con el xoloitzcuintle. 

La señora Michel presentó como prueba -para demostrar la antiguedad del perro chihuahua en estas tierras-, el texto “Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España” citado arriba, entre otros libros, en el que el lugarteniente de Hernán Cortés, refería que en los castillos del emperador Moctezuma, deambulaban unos animalitos de tales caracteristicas, llamados por los españoles como "perrillos", de lo que ahora la FCI reconoce como el perro chihuahua, y gracias a ello, México siguió conservando la nacionalidad y custodia del perro chihuahua, como sigue manteniendola sobre el perro xoloitzcuintle. 

Prosiguiendo, el 16 de octubre de 1843, el presidente Antonio López de Santa Anna instituye el uso de la banda presidencial, usado por todos los mandatarios hasta la del general Álvaro Obregón, en el que el orden de los colores de la banda presidencial era el correspondiente con los de la enseña nacional, siendo la franja roja la superior. 

Sobre la batalla del castillo de Chapultepec del 13 de septiembre de 1847; el historiador José Manuel Villalpando, Director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), dice -en un artículo sobre los Niños Héroes-, que Juan Escutia, de quien la historia dice que se arrojó envuelto en la bandera, en realidad no era un cadete, sino que se trataba de un soldado sobreviviente del Batallón de San Blas, refugiado en el castillo; falleciendo -junto con Márquez y Montes de Oca- al ser alcanzados por la metralla mientras descendían por la pared de la fortaleza.

Precisa que no había bandera, porque había sido tomada como trofeo de guerra por los americanos y que difícilmente hubiera corrido con ella, dado a que el asta -con el lábaro- se hallaba en el centro del edificio. 

El único civil de quien se tiene registro de haber portado la banda presidencial, el alfarero de Tlaquepaque Pantaleón Panduro, al serle impuesta el lábaro personal en su pecho, por el presidente Porfirio Díaz, en agradecimiento por haberle realizado un busto de barro con su efigie. 

En administraciones posteriores a la de Álvaro Obregón, se cambió el orden de los colores debido al efecto visual que genera. Bajo el mandato del presidente Lázaro Cárdenas, en 1940 se instituye en forma oficial, el abanderamiento de las instituciones públicas y las agrupaciones privadas, a cargo de la Secretaría de Gobernación, como permanece hasta ahora. 

No por algo nuestra bandera obtuvo el premio como la bandera más bonita, en un concurso realizado con muchas de ellas.

sábado, 4 de abril de 2009

Unos sí otros no


Transcurría la sesión del jueves pasado en el Senado, con el posicionamiento del partido del Trabajo (PT) en voz del senador Ricardo Monreal Ávila, respecto del dictamen que regulaba las comisiones bancarias, pero en la orden del día, se omitió la publicación del dictamen sobre la Ley de Extinción de Dominio, lo que provocó reclamaciones de los senadores hacia la Presidencia, teniendo que suspender temporalmente el desarrollo de los trabajos. 

A las 14:00 horas, se volvió a reanudar la sesión. Los partidos terminaron de pronunciar sus posicionamientos sobre las comisiones bancarias, y a fin de cuentas, el dictamen se regresó a Comisiones para su nueva dictaminación. Por lo que respecta a la Ley de Extinción de Dominio, ésta fue aprobada en sus términos, por lo que fue remitida a la Cámara de Diputados para su revisión. 

En Cámara de Diputados, por 263 votos se aprobó una adición al Código Penal Federal (CPF), para tipificar como delito federal, las agresiones contra periodistas y medios de comunicación, en una reforma que pretende obligar a la Procuraduría General de la República (PGR) a investigar asesinatos, desapariciones y amenazas contra informadores, que no han sido resueltos por la fiscalía especial ni por los gobiernos de los estados. 

No siempre se aprueba lo acordado en comisiones. Depende de la voluntad política y la viabilidad de las propuestas.

Le comento cómo se llevó a cabo uno de estos acuerdos. Cuando el 27 de septiembre de 1821 entran triunfantes los 16,000 hombres del Ejército Trigarante a la ciudad de México, con Agustín de Iturbide al frente; para el 28 y 29 siguientes se instalaron los poderes Legislativo y Ejecutivo.

Iturbide era proclamado por un sargento –de su ejército, por supuesto-, como emperador de México, en medio de vítores y hurras al triunfo de la Independencia. 

En el Legislativo, los trabajos del primer Congreso se centraban, entre otras cosas, de dictaminar el proyecto de nación: La monarquía liberal –con Agustín de Iturbide- o la República.

Además, fueron acalorados los debates por precisar los nombres de aquellos quienes nos habían legado independencia, tras una lucha de 11 años iniciada atrás. 

Se hizo la propuesta de honrar las cenizas de los héroes, algunos cuya pena fue la muerte -con fusilamiento por la espalda-, como traidores al Rey y con la mutilación de su cabeza para ser exhibidas en jaulas de hierro en alguna plaza principal.

Incluía también, que los restos de Hidalgo, Allende, Morelos, Matamoros, Bravo, Aldama, Mina y O’Donojú fueran trasladados y colocados en el catafalco de Catedral. Se instruyó a los Ayuntamiento del país, a buscar y trasladar los restos mortuorios, pero hubo problemas.

El Ayuntamiento de México señaló que los cuerpos de la mayoría de los fusilados, habían ido a parar a fosas comunes. Fue difícil encontrarlos y el Cabildo no estuvo dispuesto a inventar unos huesos.

En esta situación se encontraban los restos de Leonardo Bravo -por cierto muerto a garrotes-, Hermenegildo Galeana y Mariano Abasolo. Los restos del jalisciense Pedro Moreno se hallaban en Guanajuato, mientras su cráneo en Lagos, Jalisco, ahora de Moreno.

El cadáver de Xavier Mina fue exhumado en Pénjamo, Guanajuato. José María Morelos, capturado el 5 de noviembre de 1815 por el coronel realista Manuel de la Concha, envió al Rey de España el uniforme que vestía ese día el Siervo de la Nación, como trofeo de guerra.

Los restos de Morelos -ejecutado el 22 de diciembre de 1815-, fueron llevados de Ecatepec a México. En su ejecución, el Virrey Félix Calleja ordenó que no le fuera cortada la cabeza. Indios de varios poblados de la región tocaban valses y sones alegres al paso de los restos del caudillo.

Se cree que su hijo -Juan Nepomuceno Almonte-, quien con el tiempo sería integrante de la Junta de Notables que ofreció a Maximilano la corona Mexicana-, conservaba los restos de su padre, para enterrarlos en una iglesia en París, Francia. 

Con motivo de las fiestas del centenario de la Independencia -en 1910-, España devolvió a México el uniforme con que Morelos había sido capturado y que fue recibido con gran pompa y manifestaciones de júbilo, durante el desfile en el que participaron delegaciones de los ejércitos más importantes de la época. 

Los restos de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez fueron trasladados de Chihuahua. Sus cráneos, exhumados de la iglesia de San Sebastián en Guanajuato, donde fueron sepultados, luego de ser expuestos en las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas por 10 años para el escarnio público. 

En su traslado por las poblaciones del país, los lugareños salían a la calle a mirar el cortejo que trasladaba los restos de sus héroes. Algunos rezaban, otros cantaban.

El 17 de septiembre de 1823, los cronistas de la época señalan que nunca antes se había celebrado un funeral tan magnífico y solemne en la ciudad de México.

Ahora, reposan en la Columna de la Independencia. Por eso, durante los consensos, a veces es sí y a veces es no.