En días pasados, el presidente norteamericano, George W. Bush, anunció ante el Congreso de su país un paquete económico de primera instancia por 500 millones de dólares (mdd) como apoyo para el combate al narcotráfico en México, que se ha conocido como “iniciativa Mérida”, como producto de los acuerdos durante la última visita del presidente del vecino país del norte en enero pasado a la ciudad blanca.
El total de esta ayuda asciende a un monto total de 1,400 mdd, a distribuirse en los próximos tres años; su objetivo es para la adquisición de equipo y material militar, sin embargo, ambas Cámaras del Congreso de la Unión tienen sus dudas al respecto de la buena voluntad del gobierno del país vecino y, para despejarlas, han decidido citar a comparecer a la secretaria de Relaciones Exteriores,
Los legisladores tienen como principal duda, que el gobierno norteamericano podría utilizar este tipo de acuerdos de cooperación, como chantaje para que introduzca agentes, equipo e incida en las políticas públicas mexicanas en materia de seguridad y, con esto, se viole la soberanía nacional.
No son recientes estas inquietudes. Durante la década de los noventas los agentes de los cuerpos de inteligencia de
Ahora bien, México ha enviado a Estados Unidos a 1,760 militares, entre miembros de la Armada, del Ejército y Fuerza Aérea, para capacitarse en distintas áreas del quehacer militar. México cuenta con casi 193,000 efectivos militares de los cuales, 144,000 pertenecen al ejército,
En términos de la armada, nuestro país tiene 2 destructores, 7 fragatas, 49 barcos patrullas, principalmente. La fuerza aérea tiene 10 aviones de combate F-5, 1 avión Hércules y 120 helicópteros, básicamente. Desde luego, hay más equipo y material.
Esta ayuda podría ser la tan esperada oportunidad del Pentágono para que México se incorpore al U.S. Northern Command (NORTHCOMM, en inglés) y que esta compuesto por las fuerzas armadas de nuestros vecinos del norte, Estados Unidos y Canadá, con el propósito de coordinar sus esfuerzos en la lucha contra el terrorismo, luego de los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York y del mismo Departamento de Defensa en Washington, D.C. en septiembre de 2001, y a cuyo comando, las fuerzas armadas mexicanas se han negado a pertenecer. Hay trato institucional pero no hay política de coordinación entre el Pentágono y las fuerzas armadas mexicanas.
Más allá de buenas intenciones con el futuro del “Plan México” o “iniciativa Mérida” que está gestando el gobierno norteamericano, uno de los principales objetivos es la actualización del equipo y material para las fuerzas armadas, sin embargo, el objetivo a futuro debería ser que en México ambas Secretarías de Estado dedicadas a resguardar la soberanía nacional, una en tierra y aire y la otra en el mar, se fusionaran en una sola que, conjuntara los esfuerzos del sector militar, sin distingos de jerarquía entre una y otra, ya que por ahora, la que tiene preeminencia en presupuesto y en política al interior de la SEDENA es el ejército sobre la fuerza aérea, si bien es cierto que se requieren recursos urgentemente, la realidad es que la coordinación y el esfuerzo en conjunto puede redituar en mejores logros.