Citas memorables de la historia de México

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viernes, 24 de octubre de 2008

El Debate

El jueves fue aprobado en el Senado, los 7 dictámenes que contienen la llamada reforma energética, cuando en el exterior de la sede alterna –Torre Caballito- se manifestaron simpatizantes del derrotado Andrés Manuel López Obrador, además de que varios diputados federales perredistas lograron introducirse hasta el exterior del salón donde sesionaban, para encontrarse a golpes con policías federales, al mando del mismo secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, en la que resultó lesionado Gerardo Villanueva, diputado perredista.
…¡Genaro, ven tú y sácanos!…” le espetaba la diputada Convergente Layda Sansores, mientras en los senadores aprobaban los dictámenes. Al término, los gritos de “traidores” se escucharon en los pasillos del 5º. piso, dirigidos al coordinador de los senadores perredistas, Carlos Navarrete así como a Graco Ramírez, entre otros.
Uno de los primeros debates que tuvo que sostener la asamblea constituyente que redactó la Carta Magna de 1857, lo fue el hecho restablecer la de 1824 o bien, la de expedir una nueva Constitución como lo fue la de 1857, producto de la proclama del Plan de Ayutla, promulgado por Florencio Villarreal el 1 de marzo de 1854, del que se desprende el ánimo de sus forjadores en defensa de la libertad mancillada, luego de que el 20 de abril de 1852 volviera como presidente el autodenominado “Alteza Serenísima” Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón, quien entre otras cosas, censuró a la prensa, cobró impuestos sobre coches, carruaje, puertas, ventanas y hasta perros, suprimió los ayuntamientos y promulgó una ley contra conspiradores.
Luego, el 18 de febrero de 1856 tomaron protesta los 90 diputados del Congreso constituyente, con Ponciano Arriaga como presidente del Congreso, junto con la Comisión dictaminadora que se encontraba integrada por el mismo Arriaga, así como por los diputados Mariano Yáñez, Isidoro Olvera, José M. Romero Díaz, Joaquín Cardoso, León Guzmán, José M. Cortés Esparza, Melchor Ocampo y José María del Castillo Velasco.
Unos días antes, el arzobispo de México compareció ante el Congreso, solicitando que no se aprobara el artículo 15 constitucional, que garantizaría la libertad de religión, dado que sólo podía haber una sola religión verdadera -la católica- y un solo Dios verdadero, y no era posible que los mexicanos abrazaran cualquier fe.
En la sesión del 30 de julio en que se continuó el debate del 15 constitucional, el diputado José María Mata de Jalapa, yerno de Benito Juárez, dijo que “…La democracia es también una religión que tiene sus apóstoles y mártires. Aquéllos que defienden el progreso aceptan este apostolado y nosotros también aceptamos el martirio... en los Estados Unidos y en Inglaterra, y en todos los países donde hay libertad de conciencia, hay un orden y tranquilidad envidiables. Si la mayoría de las personas están contra la reforma, no votaré por ese artículo, pero tampoco contribuiré a la intolerancia. Hacia adelante, hacia adelante, progreso y civilización. Esta es nuestra bandera: el dogma de la democracia, la verdad del evangelio, libertad, igualdad, fraternidad…”.
Para el 8 de julio de 1856 se aprobó el proyecto de Constitución, en lo general, por 93 votos a favor y 5 en contra, siendo las ideas centrales de la carta magna, la forma de gobierno democrático – popular; la soberanía nacional depositada en la Federación y los Estados; la división tripartita de poderes –Ejecutivo, Legislativo y Judicial- tanto en los federales como en los Estados; la implementación del juicio de amparo, entre otros.
Después de acalorados debates, el 5 de febrero de 1857, bajo la presidencia del jalisciense Valentín Gómez Farías, el Congreso juró la Constitución y después, lo hizo el presidente Ignacio Comonfort. El 15 de diciembre de 1856 el papa Pío IX mediante decreto pontificio, sentenciaba que el gobierno mexicano le había declarado cruda guerra a la iglesia, a sus intereses y sus derechos, y ordenaba a la feligresía católica rebelarse y no jurar la Constitución de 1857. 10 años después, el Vaticano rompió relaciones diplomáticas con México.
Toda reforma toca intereses y Andrés Manuel se quedó sin materia.

sábado, 18 de octubre de 2008

Mal, mal

La semana pasada, el Banco de México (BM) tuvo que hacer frente con alrededor del 10% de las reservas internacionales, para contener la devaluación del peso frente al dólar, producto de la crisis económica en que vive el vecino país del norte y que ha arrastrado a las principales bolsas del mundo y sus economías.
El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, dio cuenta que entre las empresas especuladoras, se hallaba Comercial Mexicana, a lo que el Congreso de la Unión urgió a Agustín Carstens para que informe quiénes son los especuladores.
Recordemos que en 1990 el Gobierno Federal creó el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA), con el que la Federación hizo frente a la grave crisis económica desatada en diciembre de 1994 y con el que compró las carteras vencidas de las instituciones bancarias, rescatando a personas físicas y morales y capitalizando con liquidez a las instituciones financieras, para evitar su inminente quiebra; esta decisión fue, es y seguirá la decisión más costosa en la vida de México, cuyo costo oficial se precisó en una deuda pública de alrededor de los 112 mil millones de dólares, siendo substituido en 1998 por el Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB).
Mientras tanto, en un acto unilateral, ilegal y absurdo, los bancos siguieron conservando y manteniendo la vigencia de las deudas, cuando éstas habían sido saldadas por el gobierno, es decir, si usted se encontraba en la cartera vencida que compró el gobierno, el banco seguía ejerciendo actos jurídicos para cobrarle lo ya pagado, y no conforme con ello, además, solicitaba que su nombre apareciera en buró de crédito como deudor, quitándole su posibilidad de ser sujeto de crédito. Seguramente los bancos en muchos casos, sobre todo en personas físicas, cobraron dos veces la misma deuda; una al IPAB y otra al deudor.
En un informe del Banco Mundial (WB), presentado en septiembre de 2005, se señala que hay evidencias de que beneficiarios de créditos con cercanas relaciones con los bancos rescatados, fueron especialmente favorecidos durante la crisis, además de que sus vínculos políticos les permitieron escapar a sanciones significativas, lo que hecha por tierra las declaraciones del entonces secretario de Hacienda y Crédito Público, Francisco Gil Díaz, en el sentido de que “no se rescata a los banqueros, sino a los ahorradores”, al referirse al acuerdo entre IPAB, bancos y Hacienda.
Ahora bien, a finales de agosto de 2007, la Comisión Nacional Para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF) a través de su titular, Luis Pazos, alertó sobre el nuevo crecimiento de la cartera de morosos en tarjetas de crédito en el país, pasando de 2.8% en 2004 a 6.4% en 2007, lo que significa que en tan sólo dos años creció un 3.6% el portafolio de deuda; luego entonces, de seguir esta tendencia matemática, quizás en no más de diez años volveremos a ser víctimas de una crisis como la de diciembre de 1994.
En México existen alrededor de 18 millones de plásticos, distribuidos en más de 130 marcas de tarjetas, a través de 16 bancos; que en total registran una cartera de 240 millones de pesos, con el interés más alto por su manejo y por sus servicios.
Por otra parte a principios del 2007, la Asociación de Bancos de México (ABM) intentando abonar en su defensa, dio a conocer en una conferencia de prensa que México es el país en donde se cobran las comisiones bancarias más baratas, eso sí, su comparación fue realizada con bancos de primer mundo, como los americanos o los europeos; pero lo que no dijo la ABM es que comparándonos con los bancos latinoamericanos ocupamos el nada honroso primer lugar en lo costoso de las comisiones bancarias, por ejemplo en Chile, Argentina y Venezuela por disposición de efectivo en un cajero automático se cobra menos de 1 dólar, en cambio, en México llega hasta 2 dólares de comisión.
Sería conveniente que el Congreso legisle para moderar la especulación financiera, así como el cobro de las comisiones e intereses de tarjetas bancarias, de otra manera, nada detendrá otra crisis económica.

viernes, 10 de octubre de 2008

Galardonados

El martes pasado, el pleno de la Cámara de Senadores confirió la medalla de honor “Belisario Domínguez” al comunicador Miguel Ángel Granados Chapa, quien por su trayectoria de opinión y aportación ideológica, ha servido y redunda en beneficio del desarrollo democrático y sociológico del país.

Por su parte, en sesión solemne de la Cámara Baja, fue condecorado con la medalla al mérito cívico “Eduardo Neri, Legisladores de 1913”, el académico Miguel León Portilla, quien, entre otros, es autor de “Visión de los Vencidos”, obra que recopila los más famosos escritos indígenas de la conquista y que ha sido traducida al inglés, francés, alemán, italiano, polaco, sueco, húngaro, serbo-croata, hebreo, japonés, catalán y portugués, por decimo tercera edición, y que además, fue condecorado en 1995 con la misma presea que ahora Granados Chapa, en ese entonces, bajo la presidencia en el senado del jalisciense Eugenio Ruíz Orozco.

Los nombres y obra de Miguel Ángel Granados, así como de Miguel León, han pasado a la posteridad de la República, como servidores de nuestra patria; como en sus tiempos otros célebres personajes fueron homenajeados.

Estos otros gloriosos personajes a los que me refiero, ahora son integrantes de un lugar -sin temor a equivocarme- único en el país, en el que conviven desde independentistas y realistas, imperialistas y republicanos, liberales y conservadores, y hasta masones y clérigos. Todos ellos defendieron su noble y gloriosa causa y ahora, hasta parece que vuelven a reunirse para contarse sus mejores anécdotas de tiempos de gloria, volviendo a despertar pasiones y reproches entre ellos mismos.

Me refiero al Museo Panteón de San Fernando, primer cementerio de hombres ilustres de México, en cuyo exterior, un lábaro patrio señala el santo sanctorum de todos aquellos que entre 1832 y 1871 ofrendaron su vida en aras de la ahora República, y que puede catalogarse entre los más famosos a nivel internacional, de manera similar a los cementerios de Arlington, en Washington; la Abadía de Westminster, en Londres, o Montparnasse -donde se hayan los restos de Porfirio Díaz- y Pére Lachaise ambos en París.

Ahí, en el Mausoleo donde se encuentra el presidente Benito Juárez y su amada Margarita, puede contemplarse a la madre patria cómo llora la pérdida de su hijo, e imaginarse los reproches que le hace el general Miguel Miramón, por haber ordenado su fusilamiento en el cerro de las Campanas; o con un poco de suerte, figurar las discusiones entre Francisco Zarco, vestido con una corbata roja como todo buen liberal, junto con Tomás Mejía, a la usanza de cualquier conservador con corbata verde.

Con suerte, Carlos María de Bustamante -como historiador- podría hacernos imaginar junto con Francisco González Bocanegra, el espíritu escondido de la letra del Himno Nacional, y explicarnos cómo es que se determinó, en 1943, eliminar la estrofa que hablaba de Iturbide, cuyos restos desde 1838, fueron trasladados con gran pompa al lugar donde fue coronado en la catedral de México, donde reposan en una urna cubierta por la bandera que él creó.

Cada 5 de diciembre, el pueblo celebraba -con sarcasmo- “la fiesta de la pata”, al referirse a la pierna izquierda amputada en combate a Antonio López de Santa Anna, extremidad que mereció ser sepultada con funerales de Estado, pero que se encuentra en otro lugar.

Los restos de muchos de ellos han sido trasladados a otros lugares, como los del Gral. Vicente Guerrero, quien fue presidente y organizador del partido yorkino, que agrupaba a los masones que no eran escoceses, y que ahora reposan en la Columna de la Independencia; así como los del Gral. Ignacio Zaragoza, trasladados a Puebla, pero sus sepulcros, quedan en este lugar verdaderamente sorprendente, y que se yergue como el panteón de la República.

Como fantástico, pero a la vez inverosímil, fue que Maximilano de Austria haya sido el que en 1865, develara la primera estatua en el país del Siervo de la Nación, José María Morelos y Pavón, condenado por la santa inquisición por haber violado el celibato al tener 3 hijos ilegítimos, uno de ellos: Juan Nepomuceno Almonte, militar de carrera y quien, paradójicamente, formó parte de la Junta de Notables que ofreció la corona mexicana a Maximiliano en Europa y encargado de recibirlo en Veracruz.

Honor a quien honor merece.

viernes, 3 de octubre de 2008

Lealtad, sobre todo

El 23 de septiembre pasado, comparecieron los secretarios de Gobernación y de Seguridad Pública, Juan Camilo Mouriño y Genaro García respectivamente, junto con el Procurador General de la República, Eduardo Medina Mora, ante el pleno en Cámara de Diputados y, el 25 de septiembre, ante las comisiones de Seguridad Pública, Justicia y Derechos Humanos del Senado, en el primer ejercicio del formato del informe presidencial, ahora modificado.

En Cámara de Diputados, la legisladora de Convergencia, Layda Sansores San Román, fue la encargada de preguntarle a Genaro García “…En el caso de la subdirectora de Robos y Secuestros, Lorena González Hernández -acusada del secuestro del joven Martí-, me queda hoy claro, usted no encubrió al subsecretario; el subsecretario lo encubrió a usted y por eso es que no lo corre. …”, para continuar y terminar con “… ¿Es inepto usted o es corrupto? se la dejo optativa. Calderón y ustedes no combaten el crimen, lo administran. …”. Mientras desde el presídium, los servidores públicos, con miradas altivas y hasta un tanto de soberbia, miraban a su cuestionadora.

Al reciente escándalo de Lorena González, se suma ahora, lo señalado en la revista Reporte Índigo, en el que informa que el actual Coordinador General de Inteligencia para la Prevención del Delito de la P.F.P., Luis Cárdenas Palomino, fue acusado en 1987 de triple homicidio calificado, al declarar haber sido cómplice. ¿En manos de quién está nuestra seguridad?

Para 1862, en la primera etapa de la intervención francesa, Maximilano de Habsburgo como emperador en México, decidió alejar del país a los generales conservadores Miguel Miramón y Leonardo Márquez por sus abusos. Ordenó que el sanguinario general Miramón, el mismo que había asesinado en Tacubaya a los liberales heridos y a los médicos que los habían curado, fuera enviado a Alemania a estudiar ciencias militares; mientras que Márquez se fuera de embajador plenipotenciario ante el Sultanato de Constantinopla.

Las noticias iban y venían en los periódicos liberales de la época: “El Monitor Republicano”, “El Siglo Diez y Nueve”, entre otros, y en uno, publicado por Vicente Riva Palacio, nieto del insurgente Vicente Guerrero, se defendía a la República y se ridiculizaba -con sátira política- a los personajes del imperio. Su nombre: “El Pito Real”, nombre de una canción de los chinacos liberales, y del cual, el pueblo generalizó la palabra pitorrearse.

Antes de la batalla del 5 de mayo de ese mismo año, el general republicano Miguel Negrete se dirigió a los 1,500 indios de la sierra norte de Puebla que comandaba, diciéndoles: “… Muchachos, nos vamos a batir con los que se dicen los primeros soldados del mundo, pero ustedes deben de demostrar que nosotros somos los primeros por el derecho que tenemos de nuestro suelo…”, mientras que el general Ignacio Zaragoza, Jefe del Ejército Republicano de Oriente, llamaba a sus soldados con “… Hoy vais a pelear por un objeto sagrado, vais a pelear por la patria y yo os prometo que en la siguiente jornada conquistaréis un día de gloria. Vuestros enemigos son los primeros soldados del mundo, pero vosotros sois los primeros hijos de México y os quieren arrebatar vuestra patria. ¡Soldados!, leo en vuestras frentes la victoria y la fe. ¡Viva la patria!...”. Leales a la República, ganamos.

Mientras tanto, la tropa que enfrentaría a los llamados franchutes -franceses- en Puebla, se encontraba con la moral en alto, y en sus ratos de esparcimiento, entonaban canciones como “Rayando El Sol” con su ¡Qué chulos ojos/ los que tiene esa mujer; además, “La Nueva Paloma”, en cuyas estrofas se cantaba ¡Ay!, Benito que sí/ ¡Ay! Que dame tu amor/ ¡Ay! que vente conmigo Benito/ A donde impero yo. Por su parte, el presidente Benito Juárez llamaba al pueblo a la lealtad “… Que el enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino; pero nosotros no debemos legalizar ese atentado, entregándole voluntariamente lo que nos exige con la fuerza. (…) Dejemos siquiera vivo el derecho para que las generaciones que nos sucedan lo recobren. …”. Recordemos que luego de la guerra con Estados Unidos en 1847, en la que perdimos más de la mitad del territorio, el pueblo mexicano adquirió experiencia y junto con el oprobio, aunado al odio con que lo recordaba, construyó un sentimiento de nacionalismo.

Ahora, la ciudadanía lanza a los cuerpos de seguridad pública del país, el siguiente llamado a la lealtad: “… Soldados de la República: recordad que la misión del ejército es defender las instituciones y no la de ser el sostén inconsciente de la tiranía; por tal motivo, escoged: o bien seguiréis sosteniendo (…) una era de luto, de dolor y de ignominia, o bien (…) labraremos la felicidad de la patria, y por el camino de la Constitución, de la libertad y de la justicia, la llevaremos a ocupar el alto puesto que merece entre las naciones civilizadas. …” Se trata de la proclama al ejército libertador, dado por Francisco I. Madero, el 5 de octubre de 1910 en San Luis Potosí.