Citas memorables de la historia de México

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sábado, 28 de febrero de 2009

¿No le pierden?

La Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, encabezada por el legislador Javier González Garza (PRD), hizo un llamado al Instituto Federal Electoral (IFE) para que sus Consejeros, reconsideren el incremento de sus percepciones -de 172 mil 379 a 330 mil pesos mensuales actualmente-, a su decisión de homologar sus salarios con los de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y muestren solidaridad para con el pueblo de México.

El aumento representa poco más del 90% de su sueldo. Mientras tanto, senadores del PAN, del PRI y del PRD criticaron el aumento que acordaron los consejeros del IFE.

Además, urgieron a la Cámara de Diputados, a dictaminar la ley de salarios máximos, que se aprobó en el Senado desde el 13 de marzo de 2007, y que fue uno de los primeros compromisos del presidente Felipe Calderón, al asumir la Presidencia de la República, con el objeto de moderar el sueldo de los servidores públicos -de primer nivel-, empezando por el suyo. 

En respuesta a las críticas, el Consejero del IFE Arturo Sánchez, dijo no creer que sea una decisión inmoral, ya que se trata simple y sencillamente de una decisión conforme a la ley. 

Si bien es cierto que la Constitución señala que los Consejeros devenguen el mismo sueldo que un Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación -como fue el argumento-, la propia Carta Magna no señala que hay que sumar sobresueldos, prestaciones, compensaciones y demás retribuciones, como se presume que era la intención. 

Al día siguiente y en conferencia de prensa, los Consejeros del IFE dieron marcha atrás a sus pretensiones, motivados por la presión de la opinión pública, que consideró inmoral e injusto dichas percepciones. 

En todo caso, dicho aumento es desproporcionado y no concuerda con la realidad económica del país. La indignación señalaba que las nuevas percepciones mensuales, representaban el patrimonio de muchas personas.

Otros argumentos señalaban que deberían haberse aumentado en la misma proporción que el salario mínimo o la inflación. Algunos decían que pocos verían en sus manos esa cantidad. Hubo quien lo consideró inmerecido, por su titubeo al sancionar a las televisoras mexicanas. 

En 1821 mediante el decreto número 12, expedido por la soberana junta provisional gubernativa del imperio mexicano, se le asignaba un sueldo de 120,000 pesos anuales a Agustín de Iturbide. 

Iturbide, ungido emperador del Imperio Mexicano por el obispo de Guadalajara, Juan Cruz Ruiz de Cabañas, escribiría en sus memorias, que “…El Congreso de México trató de erigir estatuas a los jefes de la insurrección […]. A estos mismos jefes había yo perseguido, y volvería a perseguir [...]...”.

El 19 de julio de 1823 se publicó el decreto por el que los actos de los insurgentes fueron reconocidos para la posteridad. 

Por sus abusos, el Congreso declaró la nulidad de la coronación de Iturbide, siendo destituido como monarca en sesión del Congreso del 19 de marzo de 1823 y enviado al exilio a Italia. También se decretó que cualquier persona que lo llamara “Su Alteza” sería tratado como traidor, además, todo lo que había sido denominado imperial, sería substituido por nacional, entre otras cosas. 

El 6 de abril de 1861 y dada la situación de guerra, el Congreso aprobó la reducción en el sueldo del presidente Benito Juárez, de 36,000 a 30,000 pesos anuales.

Porfirio Díaz a su renuncia, se le otorgó una pensión mensual, misma que de manera íntegra la donó a la entonces Escuela de Aspirantes del Colegio Militar. 

Sin duda alguna, hay necesidades económicas más apremiantes en este momento, que pagar sueldos estratosféricos.

Es verdad que se dio marcha atrás en la medida, que llegó a escandalizar la inteligencia de la ciudadanía.

No se critica el derecho a devengar un emolumento, pero “…Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos, no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad. No pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir, en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala…". Lo dijo Benito Juárez.

sábado, 21 de febrero de 2009

Las Fuerzas Armadas


El Senado de la República hizo un reconocimiento al trabajo realizado por las fuerzas armadas mexicanas -ejército, fuerza aérea y armada-, en el marco del 19 de febrero, como día del ejército, al reconocer sus trabajos por recuperar la seguridad, el orden y la legalidad en el país.


Por su parte, el presidente Felipe Calderón, señalaba en Monterrey que “…las fuerzas armadas seguirán combatiendo, sin tregua ni cuartel, donde operen grupos delictivos que intenten apoderarse de comunidades enteras, merced a la inacción, al temor y en ocasiones a la franca cooptación de las autoridades encargadas de defenderlas…”.


La militarización de la seguridad pública comenzó desde el sexenio de Miguel de la Madrid, al incluir mandos militares -en retiro-, para dirigir cuerpos civiles de seguridad. Además del fuero militar, las fuerzas armadas han ocupado los primeros lugares en asignación presupuestal, de un tiempo a la fecha.


Grandes hazañas han cubierto de gloria a las fuerzas armadas mexicanas. Desde las proezas del genio militar de José María Morelos –en Cuautla, por ejemplo-, hasta la participación del Escuadrón 201 de la Fuerza Aérea Mexicana en Filipinas; Desde Chapultepec en 1847 hasta la invasión norteamericana en Veracruz en 1914.


Por ejemplo, antes de la batalla del 5 de mayo en 1862, el general Ignacio Zaragoza, Jefe del Ejército Republicano de Oriente, llamaba a sus soldados con “… Hoy vais a pelear por un objeto sagrado, vais a pelear por la patria y yo os prometo que en la siguiente jornada conquistaréis un día de gloria. Vuestros enemigos son los primeros soldados del mundo, pero vosotros sois los primeros hijos de México y os quieren arrebatar vuestra patria. ¡Soldados!, leo en vuestras frentes la victoria y la fe. ¡Viva la patria!...”.


Mientras tanto, el presidente Benito Juárez llamaba al pueblo a la lealtad “… Que el enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino; pero nosotros no debemos legalizar ese atentado, entregándole voluntariamente lo que nos exige con la fuerza. (…) Dejemos siquiera vivo el derecho para que las generaciones que nos sucedan lo recobren. …”.

Recordemos que luego de la guerra con Estados Unidos en 1847, en la que perdimos más de la mitad del territorio, el pueblo mexicano adquirió experiencia y junto con el oprobio, aunado al odio con que lo recordaba, construyó un sentimiento de nacionalismo. El telegrama dirigido al presidente Juárez informando del triunfo, señalaba que: “…Las armas mexicanas se han cubierto de gloria…”. Leales a la República, ganamos.


Más recientemente, el 28 de mayo de 1942, la Cámara de Diputados aprobó el decreto del presidente Manuel Ávila Camacho, luego de que Alemania hundiera dos navíos petroleros mexicanos -el “Potrero del Llano” y el “Faja de Oro”- iniciando a la única participación de México en las guerras mundiales. México envió una nota de protesta a los países del Eje por intermedio de la legación diplomática de Suecia, pero Alemania se negó a recibirla, Italia y Japón no contestaron. De fines de junio a principios de septiembre de ese año, los submarinos alemanes hundieron -en el Golfo de México-, 4 barcos más: Tuxpan, Las Choapas, Barco Oaxaca y Amatlán.


A su regreso, los pilotos mexicanos fueron recibidos por el Congreso en noviembre de 1944 como héroes. El diputado jalisciense Adalberto Ortega Huizar integró la comitiva que los recibió y los acompañó hasta el interior del recinto parlamentario, donde un nutrido aplauso de pie los ovacionó y reconoció.


Ahora, la ciudadanía lanza a los cuerpos de seguridad pública del país, el siguiente llamado: “… Soldados de la República: recordad que la misión del ejército es defender las instituciones y no la de ser el sostén inconsciente de la tiranía; por tal motivo, escoged: o bien seguiréis sosteniendo (…) una era de luto, de dolor y de ignominia, o bien (…) labraremos la felicidad de la patria, y por el camino de la Constitución, de la libertad y de la justicia, la llevaremos a ocupar el alto puesto que merece entre las naciones civilizadas. …”.

Se trata de la proclama al ejército libertador, dado por Francisco I. Madero, el 5 de octubre de 1910 en San Luis Potosí.

sábado, 14 de febrero de 2009

Los Excesos



En sesión del martes pasado en el Senado, fueron presentadas iniciativas para moderar el cobro en las comisiones bancarias.


Por el Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el senador Fernando Castro Trenti, presentó una iniciativa para reformar la Ley del Banco de México, de la Ley para la Transparencia y Ordenamiento de los Servicios Financieros y de la Ley de Instituciones de Crédito, consistente en facultar al Banco de México (Banxico) para fijar comisiones bancarias hasta en un diez por ciento, entre otros cambios.


El Partido de la Revolución Democrática (PRD) en voz del senador Tomás Torres Mercado, propone en una iniciativa que reforma la Ley del Banco de México y la Ley de Instituciones de Crédito, facultar a Banxico a regular el cobro de comisiones, sin precisar su porcentaje. 

Por último, el senador Alejandro González Yañez del Partido del Trabajo (PT), propuso crear una Comisión de Apoyo para los Deudores de la Banca, con el objeto de establecer un Programa de Restructuración de Adeudos para Deudores de Tarjetas de Crédito, Hipotecarios y Créditos a Micro, Pequeñas y Medianas Empresas, caídos en cartera vencida durante los últimos 18 meses. Además, el coordinador de su grupo parlamentario, el senador Ricardo Monreal Ávila, presentó un par de iniciativas que abrogan -o suprimen- la Ley del Impuesto Empresarial a Tasa Única y la Ley del Impuesto a los Depósitos en Efectivo.


Las anteriores propuestas presentan en su exposición de motivos, las razones de su sustento, pero quizás la más tangible sea la del PRI, que sujeta hasta en una décima parte del valor de la deuda, el cobro en comisiones bancarias, hasta ahora sin regulación, ya que según los informes de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF), en los últimos cuatro años las comisiones bancarias pasaron del 13 al 39 por ciento, ubicando a México por encima de países como Gran Bretaña, Francia y España, donde las comisiones representan el 36, 33 y 30 por ciento, respectivamente.


En los bolsillos de la ciudadanía repercuten las comisiones bancarias y que se suma la carga impositiva fiscal establecida por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).


Durante la guerra contra Estados Unidos de Norteamérica de 1846 a 1848, en el que perdimos la mitad del territorio, la memoria colectiva conserva dos versiones, respecto de las razones de Antonio López de Santa Anna para impulsar la guerra. Una de ellas provino de la acusación pública que le hizo el diputado Ramón Gamboa desde 1847, que creció por clamor popular; y la segunda versión, señala que no entregó la patria aunque no lo señala propiamente como traidor.

Guillermo Prieto, quien salvó al presidente Juárez de ser fusilado en Palacio de Gobierno en Guadalajara en 1858, se refería de Santa Anna, como un hombre “enteramente fascinado”, que era despreciativo con la “voz de la ciencia”, que exigía humillación de quienes lo rodeaban y que era inaccesible a la razón y a la “ingenuidad” y recordó que cierto grupo político llamaba a Santa Ana como “el inmortal ¾”, mientras el pueblo lo llamaba “el quince uñas”, “el tullido” o “la Cucaracha”, por faltarle la pierna izquierda a la que le hicieron funerales de Estado.

Sin embargo, Santa Anna se ganó el repudio del pueblo cuando decretó impuestos por poseer perros, así como un tributo por las ventanas de las casas, dictaminó el color de uniforme de los empleados públicos, construyó innumerables monumentos autodedicados por todo el país, instituyó la creación y uso de la banda presidencial -aún vigente-, hizo volver a los jesuitas expulsados por los españoles en la colonia, reinstauró la Orden de Guadalupe y se hizo llamar “Su Alteza Serenísima” a la vez que decretaba una ley para nombrarse dictador vitalicio y concentró todo el poder en su persona.

Abandonó el país después de renunciar a la presidencia que había ocupado durante la guerra. Después, en 1853 Santa Anna es nombrado presidente de nuevo y en 1855 se vió obligado a renunciar, producto del Plan de Ayutla, con Juan N. Álvarez al frente.

El Congreso quiere moderar los excesos de la banca. Veamos resultados.

domingo, 8 de febrero de 2009

Nuevos proyectos

En una gira por el estado de Campeche, el presidente Felipe Calderón, dijo que “desgraciadamente esa propuesta –la de crear varias refinerías- sólo fue apoyada por unos partidos políticos, Nueva Alianza, Partido Verde y Acción Nacional, y fue rechazada por el PRI, el PRD, del PT y Convergencia” en referencia a uno de los puntos del tema de la reforma energética.


Desde luego, en el Congreso no se hicieron esperar las reacciones y durante las efemérides sobre la celebración de las constituciones de 1857 y 1917, el senador Pablo Gómez (PRD), señaló que la administración actual no tenía proyecto alguno para su construcción, lo que provocó un debate entre legisladores. La sesión del jueves siguió adelante y el Senado conmemoró la aprobación de las Cartas Magnas que han forjado este país.


En 1854 a raíz de la revolución de Ayutla, Ignacio Comonfort asume la presidencia de la República, quien convoca a elecciones para el Congreso Constituyente que es instalado el 18 de febrero de 1856, en el que para aprobar la Constitución de 1857, el Congreso tuvo 12 presidentes y sesionó en 229 ocasiones, previas al 5 de febrero de ese año, bajo la presidencia del jalisciense Valentín Gómez Farías.


Este Constituyente estuvo formado por numerosos estadistas mexicanos, entre los que se hallaba, Valentín Gómez Farías –primer liberal mexicano, Francisco Zarco –primer cronista parlamentario-, Anastasio Cañedo –teórico de la nacionalización de los bienes eclesiásticos-, Guillermo Prieto –el poeta financiero-, Melchor Ocampo –el liberal más radical-, Santos Degollado –militar-, Vicente Rivapalacio –nieto de Vicente Guerrero-, Ignacio L. Vallarta –jurista-, Miguel Lerdo de Tejada –el desamortizador eclesiástico-, José María del Castillo –primer tratadista de derecho constitucional y administrativo-, hasta reunir 178 diputados, entre liberales y conservadores, como grupos parlamentarios.


Con el tiempo, el siguiente movimiento que originó un cambio substancial en la Constitución fue, la revolución de 1910, en la que para formar el Congreso Constituyente, el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, el Gral. Venustiano Carranza, procedió de similar forma que el presidente Benito Juárez, es decir, sumó una gran cantidad de facultades, en virtud de las gravísimas circunstancias que vivió el país y se abanderó en la defensa de la Constitución de 1857.


Una vez instalado en el Teatro Iturbide -de Querétaro-, al frente de la Mesa Directiva se hallaba el jalisciense Luis Manuel Rojas, quien dio a conocer a la Asamblea Constituyente, el proyecto de decreto dirigido por Venustiano Carranza, el 1 de diciembre de 1916, y que de inmediato se formaron comisiones para su análisis, discusión y dictaminación.


En el Constituyente de 1917 había 62 abogados, 16 médicos, 16 ingenieros, 18 profesores, 14 periodistas, 7 contadores públicos, 2 farmacéuticos, 4 mineros, 3 ferrocarrileros, 5 líderes obreros, 1 actor, 22 militares, 19 agricultores y otros 31 ciudadanos entre artesanos, comerciantes y empleados en general, entre otros.

En 66 sesiones del pleno, las discusiones en comisiones se encontraron con la polarización de opiniones de los diputados, definidos como “liberales carrancistas” y jacobinos obregonistas” así como de un grupo independiente de ellos.


El texto del 17 rebasa el espíritu anticlerical de la del 57; desconoce toda personalidad a la Iglesia; se reforman los poderes públicos; se fortalece el Poder Ejecutivo; se delinean los límites del legislativo, y se establece la inmovilidad de los magistrados del Poder Judicial, para asegurar su independencia; se declara la autonomía municipal; se suprime la vicepresidencia de la República; se establece un banco de emisión único; se fortalece el espíritu liberal, que tutela los derechos individuales; y se incorpora el lema: “Sufragio Efectivo. No reelección”.


"…La historia enseña que todas las naciones, para llegar a la reforma y a la verdadera civilización, han tenido que pasar por pruebas terribles y por dolorosos sacrificios, y muchas veces los pueblos más poderosos debieron tocar el borde del abismo y, sin embargo, pudieron salvarse por la fe y la unión entre sus hijos…”: Vicente Rivapalacio –presidente de la II Legislatura del Congreso- en sesión del 15 de diciembre de 1861, dirigiéndose a Benito Juárez con motivo de la ampliación de facultades para hacer frente a la segunda intervención francesa.