Citas memorables de la historia de México

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lunes, 12 de agosto de 2013

Libre por errores


Por errores procesales fue liberado Rafael Caro Quintero, quien llevaba 28 años preso en Puente Grande, Jal. luego de que el Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal del Tercer Circuito determinó sobreseer cuatro juicios, por cumplida una condena, así como una absolución por el delito de asociación delictuosa.

En términos jurídicos, el sobreseimiento significa el desistirse de la acción de la justicia sin resolver el caso de fondo, es decir, el llano carpetazo.

En un comunicado el Consejo de la Judicatura Federal explicó las razones por las que se determinó desistir la acción de la justicia. En el caso del secuestro y asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar y del piloto Alfredo Zavala Avelar, el juez determinó que el juzgado federal que lo sentenció no tenía competencia en el caso, que se trataba de un delito del fuero común. En el resto de los procedimientos, el Consejo de la Judicatura Federal dice muy sutilmente que la PGR no integró adecuadamente las averiguaciones pevias, razón por la cual, dejó en libertad a Caro Quintero.

Lo anterior fue el principal motivo para que las relaciones entre México y Estados Unidos entraran en una periodo de crisis política, por el corrompimiento del sitema de seguridad mexicana.

Este momento político dio pie a la reestructuración de la seguridad nacional mexicana y al desmantelamiento de la temible Dirección Federal de Seguridad, para convertirse en el CISEN de ahora.

Si bien es cierto que el delito de privación de la vida es del fuero común, muy seguramente la presión política del momento obligó al gobierno de Miguel de la Madrid a que la PGR atrajera la investigación y la conformación de la averiguación previa.

Por su parte, la PGR emitió un comunicado en el que dice que el juez federal debió haber remitido el expediente al juez que estimara competente para que conociera del juicio, pues de la manera en que sucedió, produce la absolución sin juicio por un juez que el mismo Tribunal consideró incompetente.

Como haya sido, nuevamente falló el sistema de procuración y administración de justicia, como también falló al permitir la liberación del hermano incómodo del expresidente Carlos Salinas de Gortari y por supuesto, la devolución de sus bienes, producto de la corrrupción. Sólo falta que el Estado mexicano le pida perdón, faltaba más.

Pero por supuesto que no haya sido un preocupado padre de familia que al no encontrar trabajo necesario para llevar el sustento a su familia, haya optado por robar un litro de leche o un kilo de blanquillos para llevar a su hogar porque de inmediato le cae el largo brazo de la ley; ah! pero que tal que los senadores del PAN se autorecetaron 430 mil pesos de la nada y con el cinismo que ahora a algunos no quieren regresar el dinero y a quienes deberían fincárseles responsabilidades, no obstante su fuero constitucional.

La verdadera reforma que el gobierno del presidente Peña Nieto debería implementar, sería en el tema de la justicia. No es posible que por errores de procedimiento haya sido dejada en libertad Florence Cassez y Raúl Salinas de Gortari, errores que lo que demuestran es un uso cómplice de la justicia, aprovechándose de las fallas procesales que pudieran haber sido cometidas de manera premeditada y sin responsabilidad de servidor público alguno.

Un personaje histórico que no se liberó del juicio de la historia, fue Agustín de Iturbide cuyo su ascenso al imperio de México fue en circunstancias poco claras. En octubre de 1810 Miguel Hidalgo invita a Agustín de Iturbide a unirse a la causa insurgente, quien la declina y durante los once años de la guerra de independencia, decide combatir en contra de aquellos quienes soñaron con la independencia.

Se sabe que su trato como combatiente y autoridad fue cruel y en exceso, razón por la cual, se le negó el ascenso a general.

Cuando Iturbide se entrevista con Vicente Guerrero en febrero de 1821, para sellar la alianza política y militar con el abrazo de Acatempan, unos meses antes Iturbide seguía persiguiendo y matando insurgentes.

Para el 18 de mayo de 1821, el sargento Pío Marcha y la tropa del regimiento de Celaya que comandada Iturbide, azuzaban a la plebe: “¡viva Agustín de Iturbide, emperador de México!”. Dos días después, Iturbide “accedió” a los deseos de la turba en el alboroto callejero y su “nombramiento” fue ratificado por el Congreso y coronado como Agustín I de México por el obispo de Guadalajara, Juan Cruz Ruiz de Cabañas.

Un testigo presencial dice que el presidente del Congreso se dirigió a Iturbide, con “sujétese bien la corona, no se le vaya a caer”.

En sus memorias, Iturbide escribiría sin empacho alguno, que "[...] El Congreso de México trató de erigir estatuas a los jefes de la insurrección... . A estos mismos jefes había yo perseguido, y volvería a perseguir [...]“, en referencia a los insurgentes Hidalgo, Morelos y demás.