Citas memorables de la historia de México

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sábado, 4 de abril de 2009

Unos sí otros no


Transcurría la sesión del jueves pasado en el Senado, con el posicionamiento del partido del Trabajo (PT) en voz del senador Ricardo Monreal Ávila, respecto del dictamen que regulaba las comisiones bancarias, pero en la orden del día, se omitió la publicación del dictamen sobre la Ley de Extinción de Dominio, lo que provocó reclamaciones de los senadores hacia la Presidencia, teniendo que suspender temporalmente el desarrollo de los trabajos. 

A las 14:00 horas, se volvió a reanudar la sesión. Los partidos terminaron de pronunciar sus posicionamientos sobre las comisiones bancarias, y a fin de cuentas, el dictamen se regresó a Comisiones para su nueva dictaminación. Por lo que respecta a la Ley de Extinción de Dominio, ésta fue aprobada en sus términos, por lo que fue remitida a la Cámara de Diputados para su revisión. 

En Cámara de Diputados, por 263 votos se aprobó una adición al Código Penal Federal (CPF), para tipificar como delito federal, las agresiones contra periodistas y medios de comunicación, en una reforma que pretende obligar a la Procuraduría General de la República (PGR) a investigar asesinatos, desapariciones y amenazas contra informadores, que no han sido resueltos por la fiscalía especial ni por los gobiernos de los estados. 

No siempre se aprueba lo acordado en comisiones. Depende de la voluntad política y la viabilidad de las propuestas.

Le comento cómo se llevó a cabo uno de estos acuerdos. Cuando el 27 de septiembre de 1821 entran triunfantes los 16,000 hombres del Ejército Trigarante a la ciudad de México, con Agustín de Iturbide al frente; para el 28 y 29 siguientes se instalaron los poderes Legislativo y Ejecutivo.

Iturbide era proclamado por un sargento –de su ejército, por supuesto-, como emperador de México, en medio de vítores y hurras al triunfo de la Independencia. 

En el Legislativo, los trabajos del primer Congreso se centraban, entre otras cosas, de dictaminar el proyecto de nación: La monarquía liberal –con Agustín de Iturbide- o la República.

Además, fueron acalorados los debates por precisar los nombres de aquellos quienes nos habían legado independencia, tras una lucha de 11 años iniciada atrás. 

Se hizo la propuesta de honrar las cenizas de los héroes, algunos cuya pena fue la muerte -con fusilamiento por la espalda-, como traidores al Rey y con la mutilación de su cabeza para ser exhibidas en jaulas de hierro en alguna plaza principal.

Incluía también, que los restos de Hidalgo, Allende, Morelos, Matamoros, Bravo, Aldama, Mina y O’Donojú fueran trasladados y colocados en el catafalco de Catedral. Se instruyó a los Ayuntamiento del país, a buscar y trasladar los restos mortuorios, pero hubo problemas.

El Ayuntamiento de México señaló que los cuerpos de la mayoría de los fusilados, habían ido a parar a fosas comunes. Fue difícil encontrarlos y el Cabildo no estuvo dispuesto a inventar unos huesos.

En esta situación se encontraban los restos de Leonardo Bravo -por cierto muerto a garrotes-, Hermenegildo Galeana y Mariano Abasolo. Los restos del jalisciense Pedro Moreno se hallaban en Guanajuato, mientras su cráneo en Lagos, Jalisco, ahora de Moreno.

El cadáver de Xavier Mina fue exhumado en Pénjamo, Guanajuato. José María Morelos, capturado el 5 de noviembre de 1815 por el coronel realista Manuel de la Concha, envió al Rey de España el uniforme que vestía ese día el Siervo de la Nación, como trofeo de guerra.

Los restos de Morelos -ejecutado el 22 de diciembre de 1815-, fueron llevados de Ecatepec a México. En su ejecución, el Virrey Félix Calleja ordenó que no le fuera cortada la cabeza. Indios de varios poblados de la región tocaban valses y sones alegres al paso de los restos del caudillo.

Se cree que su hijo -Juan Nepomuceno Almonte-, quien con el tiempo sería integrante de la Junta de Notables que ofreció a Maximilano la corona Mexicana-, conservaba los restos de su padre, para enterrarlos en una iglesia en París, Francia. 

Con motivo de las fiestas del centenario de la Independencia -en 1910-, España devolvió a México el uniforme con que Morelos había sido capturado y que fue recibido con gran pompa y manifestaciones de júbilo, durante el desfile en el que participaron delegaciones de los ejércitos más importantes de la época. 

Los restos de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez fueron trasladados de Chihuahua. Sus cráneos, exhumados de la iglesia de San Sebastián en Guanajuato, donde fueron sepultados, luego de ser expuestos en las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas por 10 años para el escarnio público. 

En su traslado por las poblaciones del país, los lugareños salían a la calle a mirar el cortejo que trasladaba los restos de sus héroes. Algunos rezaban, otros cantaban.

El 17 de septiembre de 1823, los cronistas de la época señalan que nunca antes se había celebrado un funeral tan magnífico y solemne en la ciudad de México.

Ahora, reposan en la Columna de la Independencia. Por eso, durante los consensos, a veces es sí y a veces es no.
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