Citas memorables de la historia de México

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sábado, 28 de marzo de 2009

Que haya ecuanimidad



El 23 de septiembre pasado, el presidente de la República presentó al Senado la iniciativa que expide la Ley de Extinción de Dominio, que tiene por objeto la pérdida de derechos patrimoniales para personas físicas o morales en favor del Estado, cuando se determine jurídicamente la procedencia ilegal de los bienes, así como la constitución de un fondo destinado a la reparación del daño de las víctimas u ofendidos; pero cuya redacción puede prestarse a abusos y atropellos, sobre todo, en la aplicación de la máxima jurídica que establece que “Donde el legislador no precisa, el juzgador no distingue”.

Por lo anterior, las comisiones de Justicia y de Estudios Legislativos del Senado revisan los 66 artículos que conforman dicha iniciativa, y avalaron candados, para evitar que la aplicación de la norma afecte a personas inocentes.

Entre los cambios propuestos por el PRI y el PRD, se establece que la prescripción de la extinción de dominio sea en un lapso de 20 años, así como que cualquier ciudadano pueda demandar que se excluyan sus bienes de la aplicación de dicha ley, si demuestra que no encubrió o participó en el hecho delictivo, con lo que se protege los derechos de terceros que, por ejemplo, renten casas a personas que las utilizan para delinquir sin que sus propietarios sepan que sus inquilinos son delincuentes.

Esta iniciativa motivó una controversia verbal, -con tintes electorales- iniciado por el presidente del partido Acción Nacional (PAN), Germán Martínez; que acusaba al partido Revolucionario Institucional (PRI) representado en el Congreso, de “obstruir” esta reforma necesaria para el país, siendo además, apoyado por la Arquidiócesis de México, por conducto del editorial “La Batalla de Fondo”, publicado en su sistema informativo del pasado 15 de marzo.

El partido Acción Nacional tiene todo el derecho -como entidad de interés público-, de participar cuantas veces quiera en política, más no la iglesia católica mexicana, quien tiene proscrita esa participación de acuerdo a la Carta Magna y sus ordenamientos.

Mientras Hidalgo nos dio independencia, Juárez nos legó identidad nacional. Ellos no estuvieron en contra de la religión, sino de los abusos en su época. Pero veamos algunos ejemplos de los hechos en la historia. Forme su opinión.

El 28 de febrero de 1767, el Rey Carlos III expulsa por decreto a los jesuitas del territorio colonial, por haberse enriquecido enormemente en las misiones e interferir en la política colonial y concentrar una gran cantidad de bienes inmuebles. Son restituidos por Santa Anna en 1853.

El 24 de septiembre de 1810, en un edicto inclemente del Santo Oficio, Hidalgo fue excomulgado por Manuel Abad y Queipo, Obispo de Valladolid -hoy Morelia en Michoacán- sanción que fue ratificada por los obispos de la capital mexicana y de Guadalajara. El decreto de la Inquisición sentenciaba en uno de sus párrafos: “…Sea condenado Miguel Hidalgo donde quiera que esté, en la casa o en el campo: en los caminos o en las veredas; en las selvas o en el agua, o aún en la iglesia. Que sea maldito en el vivir y en el morir; en el comer y el beber; en el ayuno o en la sed; en el dormitar o en el dormir; en la vigilia o andando; estando de pie o sentado; acostado o andando; mingiendo o cancando y en todas las sangrías. Que sea maldito interior y exteriormente. Que sea maldito en su pelo. Que sea maldito en su cerebro. Que sea maldito en la corona de su cabeza y en sus sienes, en su frente y en sus oídos; y en sus cejas y en sus mejillas; en sus quijadas y en sus narices; en sus dientes anteriores y en sus molares; en sus labios y en su garganta; en sus hombros y en sus muñecas; en sus brazos, en sus manos y en sus dedos. Que sea condenado en su pecho, en su corazón, y en todas las vísceras de su cuerpo. Que sea condenado en sus venas, en sus músculos, en sus caderas, en sus piernas, pies y uñas de los pies. Que sea maldito en todas las junturas y articulaciones de su cuerpo. Que desde la parte superior de su cabeza hasta la planta de sus pies, no haya nada bueno en él. Que el Hijo del Dios viviente, con toda la gloria de su majestad, lo maldiga, y que el cielo con todos los poderes que hay en él se subleven contra él, lo maldigan y lo condenen." "Amén. ¡Así sea! Amén…” .

Como el derecho canónico de la época prohibía, bajo pena de excomunión, privar de la vida a un eclesiástico, el alto clero tuvo que proceder a la degradación sacerdotal de Hidalgo. El doctoral de la Iglesia de Durango, Francisco Fernández Valentín,  fue el responsable del acto en comento.

Mientras le arrancaba la sotana y el alzacuello, pronunció las siguientes palabras: “...Por la autoridad de Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo y la nuestra, te quitamos el hábito clerical, te desnudamos del adorno de la religión y te despojamos de todo orden, beneficio y privilegio […] y por ser indigno de la profesión eclesiástica, te devolvemos con ignominia al estado seglar...”.

Fernández Valentín raspó con un cuchillo la piel de la cabeza del Hidalgo, las palmas de sus manos, las yemas de sus dedos y cortó parte de su cabello, con el fin de “despojarle” del orden sacerdotal. Después fue entregado a los españoles para su fusilamiento.

Por todo el oprobio de la inquisición mexicana, por Cédula Real núm. 153 del 12 de abril de 1815, el Ministerio de Gracia y Justicia prohíbe, que los sacerdotes en los púlpitos, pasen a referir noticias ajenas de la Cátedra del Espíritu Santo, con el objeto de formar opiniones y partidos, distintas de la palabra de Dios. 

Luego, una vez proclamada la Constitución de 1857, el papa Pío IX mediante decreto pontificio, ordenaba a la feligresía católica que no jurara la Constitución. 10 años después, el Vaticano rompió relaciones diplomáticas con México. 

La guerra de Reforma -o de los Tres Años-, de 1857 a 1860, inició cuando el general conservador Félix Zuloaga, dio a conocer el Plan de Tacubaya, el cual demandaba la abrogación de la Constitución de 1857, la permanencia de Ignacio Comonfort en la presidencia y la convocatoria de un Congreso extraordinario, el cual se encargaría de elaborar otra carta constitucional que, según los conservadores, garantizara los verdaderos intereses del pueblo. 

La segunda Intervención Francesa -de 1862 a 1867-, promovida por los conservadores al traer a un extranjero para gobernarnos, en la que se presume que la iglesia prometió un apoyo económico para su sostenimiento de 29 millones de pesos, de los cuales, sólo hizo entrega de 2 de ellos. No era tan malo, como dicen.

El 11 de agosto de 1859, el presidente Juárez decreta que el 12 de diciembre, sea Día de la Virgen de Guadalupe, como fiesta nacional.

No se omite mencionar la guerra cristera y el fanatismo religioso de la madre Conchita, quien ofreció a bendecir la pistola con la que León Toral asesinó al presidente Álvaro Obregón, así como más recientemente el escándalo al seno de los Legionarios de Cristo, por el presunto caso de pederastia y la paternidad de Marcial Maciel, que ha causado un sisma dentro de esa congregación, señalado recientemente por The New York Times. 

El 20 de marzo del 2006, y por primera vez después de 134 años, la iglesia ofició una misa a Benito Juárez, en el templo de San Felipe Neri de Oaxaca, organizada por liberales, en el marco de los festejos por el bicentenario de su natalicio y oficiada por José Luis Chávez Botello -Arzobispo de Oaxaca- quien por cierto, fue párroco de la iglesia de San Sebastián de Analco en Guadalajara, durante las explosiones de 1992 de esa ciudad. 

Por último, reconocidos académicos señalan que desde la asunción del gobierno panista al poder, se les ha quitado el nombre de Benito Juárez a 417 calles, plazas y municipios del país, sustituidos por nombres como San Miguel Arcángel y otros.

Que nunca llegue el rumor de la discordia”, versa la fachada del Teatro Degollado en Guadalajara.
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