Citas memorables de la historia de México

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martes, 2 de agosto de 2011

La crisis del país




Que tal y como lo haya anunciado hace unos días el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que hay 3.2 millones de nuevos pobres, sólo quiere decir que la política de desarrollo social del Ejecutivo Federal, no funciona. Si marchara tal y como debe ser, -sin politizar programas o reglas de operación-, debería haber menos pobres que los millones que reporta.

Que hasta junio de este año, 15 de los 24 ramos administrativos -o Secretarías de Estado- del Gobierno Federal no estén ejerciendo por completo su presupuesto aprobado, según cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), como la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), quiere decir que no hay una administración eficiente de los recursos públicos. No más.

Porque si a usted le llegan a sobrar mil pesos de sus ingresos para destinarlos al ahorro, al gobierno federal le sobran millones -si, millones- de pesos cada mes, cuando hay un presupuesto para gastarlos, o bien, los gasta en promocionar su imagen en ser candidato al siguiente puesto de elección, o bien, patrocinar a su iglesia favorita en homenajes, como el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez.

Al igual, si hay una renuncia masiva de delegados de la Procuraduría General de la República (PGR), en Aguascalientes, Chiapas, Coahuila, Distrito Federal, Durango, Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas, y que juntos suman 21 Entidades Federativas de todos los partidos políticos, ¿cuál debe ser la lectura en materia de procuración de justicia? pues que algo falla, ¿no lo cree?

Súmele usted, el reclamo que hace Luis Donaldo Colosio Riojas, en su columna titulada “El llanto de un mexicano”, que diceMe preocupa que veo a un país olvidado por sus líderes, quienes se concentran en sacar adelante sus carreras y a sus partidos antes que a su gente […]”. El también hijo del malogrado candidato presidencial, afirma “¿Pero qué te pasa, México? ¿En qué momento se volvió rutina suicidarte? […]”. Todo lo anterior, se vuelve un excelente caldo de cultivo para inconformidades sociales, de todos los partidos.

Otra crisis por ejemplo, la del Secretario de Educación, Alonso Lujambio, y el tema de la Estela de Luz, con motivo de las festividades del bicentenario de la independencia, en el que el proyecto de César Pérez Becerril, quien señala al secretario Lujambio de presionarlo para inflar la obra, por cierto, aún inconclusa.

Y sobre el bicentenario, como usted sabe, este fin de semana fueron trasladados los restos de los héroes de la independencia, como el 30 de mayo del 2010, aunque ahora a su morada perpetua, en la que el Primer Mandatario afirmó que ahí se encontraban los restos de José María Morelos y Pavón, cuando su hijo, Juan Nepomuceno Almonte, afirmaba que los llevó a Europa para darles cristiana sepultura en Francia.

Al término de la guerra de independencia, el Congreso en 1823 decretó la honra de las cenizas de los héroes, algunos cuya pena fue la muerte -con fusilamiento por la espalda-, como traidores al Rey y con la mutilación de su cabeza para ser exhibida en jaulas de hierro en alguna plaza principal.

Se instruyó a los Ayuntamiento del país, a buscar y trasladar los restos mortuorios. El Ayuntamiento de México señaló que los cuerpos de la mayoría de los fusilados, habían ido a parar a fosas comunes. Fue difícil encontrarlos y el Cabildo no estuvo dispuesto a inventar unos huesos.

Los restos de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez fueron trasladados de Chihuahua. Sus cráneos, exhumados de la iglesia de San Sebastián en Guanajuato, donde fueron sepultados, luego de ser expuestos en las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas por 10 años para el escarnio público.

En su traslado por el país, indios y criollos salían a la calle a mirar el cortejo que trasladaba los restos de sus héroes. Algunos rezaban, otros cantaban, unos más bailaban.

En 1921, Álvaro Obregón, con todo y banda presidencial, entró a Catedral a un homenaje en el Centenario de la Consumación de la Independencia. Cuatro años después, -en 1925-, se tomó la determinación de trasladar los restos a un templo laico: la Columna de la Independencia.

Obregón encabezó el cortejo fúnebre en compañía de su gabinete. En el momento solemne de retirar los restos, estaban algunas reliquias vivientes, además de algunos parientes de los insurgentes, a quienes nadie les cuestionó su calidad de descendientes. Así, unos presuntos nietos de Guadalupe Victoria se apersonaron para sacar, ellos mismos, a su abuelo, y un sobrino de Mariano Matamoros llegó a hacer su parte con su ilustre pariente, además, el pueblo.

El 30 de mayo de 2010, al retirar los restos de la Columna de la Independencia al Castillo de Chapultepec, la ceremonia fue de discursos oficiales, en el que ninguna autoridad acompañó al cortejo fúnebre en su trayecto, más que el pueblo, quien lanzaba vítores y hurras a su paso. En la ceremonia, además, no se invitó a la descendencia de algunos de los héroes, aunque la Comisión Nacional del Bicentenario no reconozca la descendencia de Miguel Hidalgo, e incluso, lo niegue.

Por eso y como ahora, se ha afirmado la incongruencia en los honores: porque mientras al que en vida llevó el nombre de Juan Camilo Mouriño, secretario de Gobernación y servidor público en el momento de su muerte fue honrado con funerales de Estado, a los que verdaderamente nos interesan: Hidalgo, Allende, Rosales, Mina, Morelos entre muchos más, no hayan tenido un homenaje igual -o incluso mejor-, que quienes nos dieron patria, libertad y hasta dignidad o identidad nacional.

Por eso la molestia: porque la ciudadanía -producto de la cultura del esfuerzo- no conoce de placeres, más que de crisis en todos los ámbitos, que impactan su vida diaria.
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