En el largo camino para la candidatura a la Presidencia de la República, la militancia del Partido Acción Nacional (PAN) prefiere en un 32% a un 27%, respecto de Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel Miranda, respectivamente.
Sobre el Secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, la encuesta lo señala que alcanza apoyos de sólo un dígito porcentual, mientras que el nivel de conocimiento sobre su persona, alcanza 34% y que seguramente han sido de personas que le han reclamado que con seis mil pesos no les alcanza para mantener a la familia.
Sin un resultado significativo que los realce en la contienda de su partido, aparecen el Secretario de Educación, Alonso Lujambio, y el Gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez. Así es la vida y deben de comprenderla. Javier Lozano y Heriberto Félix, declinaron sus aspiraciones.
En el caso del Partido de la Revolución Democrática (PRD), la tendencia en la candidatura es de un 30% y 27%, entre el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón y Andrés Manuel López Obrador, respectivamente.
A López Obrador muy seguramente no la haría falta la nominación del PRD, ya que contaría con el apoyo del Partido del Trabajo y de Convergencia, en un binomio de interés, por lo que todo indica que Ebrard tiene la candidatura en sus manos.
Por lo que toca al Partido Revolucionario Institucional (PRI), la misma encuesta señala que en este momento, con Manlio Fabio Beltrones o Enrique Peña, en este momento como candidato, el PRI ganaría la elección federal del 2012.
Mientras tanto, el desempeño del Presidente de la República y de su partido, señalado por Consulta Mifosky, arroja que la evaluación presidencial alcanza el 47% en desacuerdo a su gestión y la opinión de su partido es un 30% como mala, ambas hasta junio de este año.
Para Josefina Vázquez Mota, Marcelo Ebrard Casaubón y Manlio Fabio Beltrones o Enrique Peña Nieto, deben estar entusiasmados con el contenido de estas encuestas, no así el equipo de Los Pinos y Casa Jalisco, cuyos gobernantes se perfilan como los encargados de la entrega a otro partido político, distinto del suyo y en contra de su voluntad, claro está.
Quizás la primera encuesta en el México recién independizado, lo constituya una serie de cuestionamientos que mandó hacer Agustín de Iturbide a los habitantes de la ciudad de México, con el objeto de legitimar su gobierno:
¿Cuál es el sistema de gobierno que desea tomar la parte más sana del pueblo? ¿Qué se dice de la Regencia actual? ¿Se desea nueva Regencia? ¿Si se tratase de nombrar otra Regencia, de cuántas personas se considera deberá constar, y cuáles son las designadas por la opinión pública? ¿Se cree que el ejército debe permanecer con la fuerza que tiene, o se debe aumentar, o disminuir? ¿El establecimiento de la Milicia Nacional ha sido bien recibido, se considera útil o perjudicial? ¿Se habla de haber partidos en el Congreso,... y por cuál está la opinión general? ¿Qué concepto se tiene del Ministerio, y de los empleados en los primeros destinos? ¿Qué hombres hay en la actualidad en esa Provincia, que sobresalen por sus talentos, virtudes e importancia, y qué conducta observan, obscura o popular? ¿Cuál es la opinión más general del clero secular y regular? ¿Cómo se administra en esa Provincia la Hacienda Pública? ¿La tropa está en disciplina, o se observan desórdenes ocasionados por ella? ¿Cuál es el estado de la Ilustración? ¿Qué ramos de administración son los más descuidados, cuales son los mejor servidos? ¿Qué providencias necesita esa Provincia con más urgencia, para su prosperidad actual y empezar a aumentar la futura?.
Como sabemos, Iturbide duró poco en el cargo, abdicó a la presunta corona del imperio mexicano, se fue a vivir a Italia, volvió a México, y se dice que fue fusilado.
Con el tiempo, otro gobernante invocó a la opinión pública, al decir que “Yo no reconozco otra fuente de poder más que la opinión pública. Mi afán será estudiarla, mi invariable empeño sujetarme á sus preceptos. A los hombres que están al frente de ella, toca ilustrarme y advertirme; y mi mayor satisfacción será obsequiar las indicaciones que me hagan, fundadas en justicia y razón”.
Se trata del discurso de Benito Juárez, con motivo de su toma de protesta como Presidente de la República, el 15 de junio de 1861. Desde entonces, es medido el termómetro político de la opinión pública con encuestas.
Sobre el Secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, la encuesta lo señala que alcanza apoyos de sólo un dígito porcentual, mientras que el nivel de conocimiento sobre su persona, alcanza 34% y que seguramente han sido de personas que le han reclamado que con seis mil pesos no les alcanza para mantener a la familia.
Sin un resultado significativo que los realce en la contienda de su partido, aparecen el Secretario de Educación, Alonso Lujambio, y el Gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez. Así es la vida y deben de comprenderla. Javier Lozano y Heriberto Félix, declinaron sus aspiraciones.
En el caso del Partido de la Revolución Democrática (PRD), la tendencia en la candidatura es de un 30% y 27%, entre el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón y Andrés Manuel López Obrador, respectivamente.
A López Obrador muy seguramente no la haría falta la nominación del PRD, ya que contaría con el apoyo del Partido del Trabajo y de Convergencia, en un binomio de interés, por lo que todo indica que Ebrard tiene la candidatura en sus manos.
Por lo que toca al Partido Revolucionario Institucional (PRI), la misma encuesta señala que en este momento, con Manlio Fabio Beltrones o Enrique Peña, en este momento como candidato, el PRI ganaría la elección federal del 2012.
Mientras tanto, el desempeño del Presidente de la República y de su partido, señalado por Consulta Mifosky, arroja que la evaluación presidencial alcanza el 47% en desacuerdo a su gestión y la opinión de su partido es un 30% como mala, ambas hasta junio de este año.
Para Josefina Vázquez Mota, Marcelo Ebrard Casaubón y Manlio Fabio Beltrones o Enrique Peña Nieto, deben estar entusiasmados con el contenido de estas encuestas, no así el equipo de Los Pinos y Casa Jalisco, cuyos gobernantes se perfilan como los encargados de la entrega a otro partido político, distinto del suyo y en contra de su voluntad, claro está.
Quizás la primera encuesta en el México recién independizado, lo constituya una serie de cuestionamientos que mandó hacer Agustín de Iturbide a los habitantes de la ciudad de México, con el objeto de legitimar su gobierno:
¿Cuál es el sistema de gobierno que desea tomar la parte más sana del pueblo? ¿Qué se dice de la Regencia actual? ¿Se desea nueva Regencia? ¿Si se tratase de nombrar otra Regencia, de cuántas personas se considera deberá constar, y cuáles son las designadas por la opinión pública? ¿Se cree que el ejército debe permanecer con la fuerza que tiene, o se debe aumentar, o disminuir? ¿El establecimiento de la Milicia Nacional ha sido bien recibido, se considera útil o perjudicial? ¿Se habla de haber partidos en el Congreso,... y por cuál está la opinión general? ¿Qué concepto se tiene del Ministerio, y de los empleados en los primeros destinos? ¿Qué hombres hay en la actualidad en esa Provincia, que sobresalen por sus talentos, virtudes e importancia, y qué conducta observan, obscura o popular? ¿Cuál es la opinión más general del clero secular y regular? ¿Cómo se administra en esa Provincia la Hacienda Pública? ¿La tropa está en disciplina, o se observan desórdenes ocasionados por ella? ¿Cuál es el estado de la Ilustración? ¿Qué ramos de administración son los más descuidados, cuales son los mejor servidos? ¿Qué providencias necesita esa Provincia con más urgencia, para su prosperidad actual y empezar a aumentar la futura?.
Como sabemos, Iturbide duró poco en el cargo, abdicó a la presunta corona del imperio mexicano, se fue a vivir a Italia, volvió a México, y se dice que fue fusilado.
Con el tiempo, otro gobernante invocó a la opinión pública, al decir que “Yo no reconozco otra fuente de poder más que la opinión pública. Mi afán será estudiarla, mi invariable empeño sujetarme á sus preceptos. A los hombres que están al frente de ella, toca ilustrarme y advertirme; y mi mayor satisfacción será obsequiar las indicaciones que me hagan, fundadas en justicia y razón”.
Se trata del discurso de Benito Juárez, con motivo de su toma de protesta como Presidente de la República, el 15 de junio de 1861. Desde entonces, es medido el termómetro político de la opinión pública con encuestas.
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