La noche del
sábado pasado, el Comisionado Nacional de Seguridad (CNS), Monte Alejandro
Rubido, informaba a la opinión pública la nueva fuga de Joaquín Guzmán Loera
“El Chapo” ocurrida del penal de máxima seguridad de El Altiplano.
Como usted
recuerda, en un operativo en Mazatlán, Sin. en febrero de 2014, elementos de la
Armada de México detuvieron al “El Chapo”, luego de haberse fugado hace 13 años
del penal de máxima seguridad en Puente Grande en Jalisco.
En un cuidadoso
manejo informativo, el gobierno norteamericano informaba de su arresto por la
mañana, y por la tarde en México, el titular de la PGR daba a conocer su
detención y los pormenores de este. Se sabe que fueron esenciales para la captura,
los datos aportados por la geolocalización, rastreo de llamadas y escucha de un
teléfono celular que portaba.
Sobre esta
detención, afirmaba el entonces procurador Murillo Karam, que durante estos 13
años Guzmán Loera se ocultó entre los estados de Sinaloa y Durango, pero qué
extraño que en todo ese tiempo, ninguna autoridad lo haya detectado, o si así
fue, es probable que el capo haya comprado voluntades para escapar.
En un artículo
publicado en la revista Nexos, en agosto de 2010, Héctor de Mauleón señala sobre la personalidad de
“El Chapo”, que en uno de los perfiles
psicológicos que se le realizaron, subraya el sentimiento de inferioridad que
le produce su estatura (alrededor de 1.65 metros) y la tenacidad con que se
empeña en demostrar “superioridad intelectual” y alcanzar “un estatus de
omnipotencia”. Prosigue diciendo que “De
acuerdo con ese diagnóstico, “en su realidad interna no existe la culpa”, posee
habilidades “para manipular su entorno” y pretende mantenerse “en el centro de
la atención”. Seductor, afable, espléndido, sabe generar “sentimientos de
lealtad y dependencia hacia su persona”. Es tolerante a la frustración, “pero
no indulgente con sus detractores”. Sus respuestas son siempre calculadas y
define claramente sus metas.
Mientras tanto,
no se dejaron esperar las reacciones en redes sociales, con memes y comentarios
sobre la forma y la debilidad del sistema penitenciario mexicano que permitió,
una vez más, que e capo se duera a la fuga, mientras el Presidnete de la
República se encuentra fuera del país, en Francia, acudiendo a los festejos por
la Toma de La Bastilla.
Las consecuencias
de esto no podrían hacer esperar. Mientras que “El Chapo” escapa, México no ha
nombrado Embajador en Washington a quien la DEA o la Casa Blanca llame en este
momento, para pedir explicaciones de la fuga y del porqué en su momento, el
exprocurador Murillo Karam se negó a extraditar al capo, argumentando que no
existía el riesgo.
Abre una crisis
con el sector militar mexicano, quien a través de la Armada de México le han
cargado la mano en la lucha contra el crimen organizado, y que lejos del
esfuerzo castrense, se ve cómo el poder corruptor de la delincuencia genera un
nuevo frente en el poder político y en sus estructuras de seguridad, que le
permitieron escaparse.
Resulta
inconcebible y hasta burlesco, que mientras se descubra la adquisición de un
software informático producido por la compañía Hacking Team, con sede en Milán,
que interviene a control remoto dispositivos móviles, copia mensajes de texto,
conversaciones de buscadores como Google, Yahoo, MSN y Skype, que extrae todos
los datos y el historial de las computadoras, sus audios e imágenes de la
webcam, que les permiten, además, grabarlos mientras trabajan, usado por el
Ejército, la Marina, la Policía Federal, el CISEN y gobiernos de 11 Entidades
Federativas, como Jalisco (Que sospechosamente en esta semana remueve al cuestionado
Luis Carlos Nájera al frente de la Fiscalía de Jalisco), Puebla, el Distrito
Federal y algunas más, no orienten el uso de esta tecnología para perseguir o
mantener delincuentes recluídos en la cárcel, sino que sea usado para obtener
información con uso político.
Políticamente,
esta fuga se encuadra en el viaje del Presidente Peña Nieto y en el bullicio
político por el término de los trabajos de la LXII Legislatura de la Cámara
Baja, en el que trasciende la incertidumbre por el destino político que tendrá
el coordinador de los diputados del PRI, Manlio Fabio Beltrones, quien es
señalado como el siguiente presidente del PRI, antesala de la candidatura a la
Presidencia de la República.
Retomando, la
fuga del capo abre la necesidad de reorientar los esfuerzos anticorrupción, de
cuestionar la formación de la seguridad pública de los Estados, el sistema
penitenciario y su corrompibilidad y la permanencia de las fuerzas armadas en
la calle en un desgaste innecesario; todos incorporados al modelo de seguridad
mexicano de la presente administración.
Mientras haya
personajes de la vida política que presuntamente tengan relaciones de poder o
subordinación con delincuentes, no será posible controlar la inseguridad que
aqueja en el país.
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