Para estar en condiciones de ayudar a la
reflexión política de aquellas entidades cuyos gobernadores y sus partidos
perdieron en estas elecciones, a continuación se presentan algunas
consideraciones, que harán más tersa su comprensión del fracaso.
Primero, juegue con la necesidad de la
gente. Diseñe un plan de campaña en el que su principal objetivo, lo sea comprometerse
con sus electores, haciéndoles creer que usted podrá construirles un río,
aunque no sea necesario. Proporcióneles mensajes y propaganda ajena a su
postulación de campaña.
Segundo, sea audaz al entrar en acción.
Cuando su contrincante lo descalifique, cite a rueda de prensa para desvirtuar
sus dichos, presentando acusaciones, -falsas de preferencia-, sobre el pasado
de su contrincante.
En tercer lugar, haga que sus logros
parezcan hechos con facilidad. No hay nada más eficaz que hacerle creer a sus
electores, que son unos idiotas y que no comprenden el fino y delicado arte de
engañarlos que usted perfectamente domina.
Como cuarto paso, aproveche los recursos
que le ofrecen sus patrocinadores. Si su partido gobierna la entidad federativa
o el municipio por el cual usted es candidato, preste atención a todos los
recursos humanos, materiales o económicos, de los cuales, usted y su campaña
pueden valerse. La leyes se hicieron para corromperse y su partido debe
saberlo.
En quinto lugar, menosprecie lo que no
puede obtener. Cuando la opinión pública y su contrincante se le revierta a
usted, subestime, menosprecie o descalifique esa forma de pensar hacia usted.
Esta arma es eficaz para hacer pasar a sus electores como torpes e incapaces de
hacer deducciones.
El sexto punto es, muerto el perro se
acabó la rabia. Confíele a uno o dos de sus mejores amigos, la difícil tarea de
la guerra de lodo, acusaciones y difamaciones contra su contrincante, para tal
efecto, el perro es su contrincante portador de la rabia. Las redes sociales le
serán de gran apoyo.
Como séptimo paso, sea audaz cuando tenga
que entrar en acción. La audacia puede medirse en la mezquina capacidad de
obtener recursos de procedencia dudosa, como por ejemplo, haciendo pactos con
otras fuerzas políticas o con interesados en ser presidenciables. Aquí se
incluye la posibilidad de obtener financiamiento de la delincuencia, por
supuesto, a cambio de su benevolencia cuando usted sea autoridad.
En octavo lugar, mantenga sus manos
siempre limpias. Tenga siempre a la mano unos cuantos de sus leales
colaboradores, en quienes recaerán las lamentables acusaciones de que usted
como candidato se objeto, cuando sus contrincantes políticos, ya sea en su
propio partido o en el de en frente, lo descubran con las manos en la masa.
Noveno punto, simule candidez. Para
atrapar a los electores indecisos, finja inocencia política. Posiblemente lo
creerán y votarán por usted y sus contrincantes se sorprenderán de su capacidad
para hacerse tonto y engañarlos.
En último punto, dese cuenta con quién
está tratando y no ofenda a la persona equivocada. Uno de los mejores errores
que pueden cometerse en cualquier casa de campaña lo constituye, la soberbia,
la prepotencia y la arrogancia, de usted como candidato o de sus subalternos.
No hay nada mejor para alejar apoyos que comportándose de esta manera con la
estructura territorial de su partido, de la ciudadanía, o bien, de los
liderazgos sociales del lugar que usted pretende ser autoridad.
Como colofón, menosprecie todo aquello
que sea inferior a su grupo político o a su partido y créanse que ustedes
tienen la razón en todo momento y lugar.
Ejemplos los tiene usted en Jalisco,
Nuevo León o Sonora.
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