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martes, 15 de marzo de 2011

La reacción

El presidente del Partido Acción Nacional (PAN), Gustavo Madero Muñoz, afirmó que su partido está fortalecido con precandidatos a la Presidencia de la República, en respuesta a las declaraciones del embajador norteamericano, Carlos Pascual, cuya opinión es de “grises y débiles” a éstos.

Hasta ahora se sabe que algunos integrantes del gabinete presidencial tienen el entusiasmo para contender por la candidatura del PAN a la presidencia, en el que se han visualizado a Ernesto Cordero Arroyo, Javier Lozano Alarcón, Alonso Lujambio Alonso y Heriberto Félix Guerra, entre varios más.

Recientemente el presidente Felipe Calderón ha señalado la posibilidad de que su partido impulse a un candidato ciudadano a la contienda presidencial, a lo que el dirigente nacional del PAN reaccionó, diciendo que ve “condiciones difíciles” para su elección.

A la lista de los secretarios de Estado arriba señalados, se sumarían algunas candidaturas más, como la de los diputados Josefina Vázquez Mota y Francisco Ramírez Acuña, el senador Santiago Creel Miranda, el gobernador jalisciense Emilio González Márquez, su par guanajuatense Juan Manuel Oliva Ramírez, y quizás un par de nombres más.

Muy probablemente los que tienen carrera política o partidista al interior del PAN, no vean con buenos ojos que, -al calor del momento electoral-, ingresen a la disputa por la candidatura, aquellos cuyo mérito haya sido el desempeño burocrático y como reacción al momento.

Lo que sí es seguro es que no parece haber intención en hacer alianza con el Partido de la Revolución Democrática (PRD) para la elección 2012, en lo que quizás apenas sea el comienzo de la verdadera reacción de los interesados por la candidatura presidencial por el PAN.

En el tiempo, unos jóvenes tuvieron reacciones similares en sus vidas. Los hermanos Aguirre Benavides de Parras, Coahuila, en 1912: Eugenio se unió a la lucha armada revolucionaria, ascendiendo hasta ser General y siendo uno de los lugartenientes de Francisco Villa, en la División del Norte.

Luis, fue secretario particular de Gustavo Madero, -hermano del entonces presidente-, y luego, secretario particular de Francisco Villa y Adrián fue diputado a la XXVI legislatura, -de 1912 a 1913-, disuelta  posteriormente por Victoriano Huerta.

El menor de los hermanos, Gustavo Aguirre Benavides, el 10 de abril de 1912 abordaba el buque S.S. Frankfurt, de Galveston en los Estados Unidos, para buscar su futuro en Alemania; ese mismo día pero en Southampton, Inglaterra, partía el R.M.S. Titanic, con más de 1,500 personas a bordo, entre quienes se encontraba Manuel Uruchurtu Ramírez, diputado mexicano a la XXV legislatura, quien regresaba de visitar en Francia al ex vicepresidente porfirista Ramón Corral.

En altamar el 14 de abril de 1912, Gustavo quien gozaba de la amistad de un oficial de comunicaciones de la nave, que le mostraba el novedoso telégrafo de claves morse, percibió que algo sucedía con el repiquetear incesante del telégrafo: “Hemos chocado con un iceberg”, “Vengan de prisa”, “Nos hundimos de prisa” “Estamos sacando a los pasajeros en botes pequeños”, fueron los llamados del Titanic.

De Uruchurtu, se dice que su reacción en el Titanic fue cederle su lugar en un bote, a una mujer y pedirle  que visitara a su familia en Veracruz, para hacerle saber sobre sus últimos minutos en vida.

A las 10:50 a.m. llegó el barco en que viajaba Gustavo al lugar del naufragio, encontrando un silencio sepulcral en la cubierta del barco, al chocar las decenas de cuerpos flotando, -con un macabro color azul-, sus chalecos salvavidas de color blanco entre los escombros del lujoso trasatlántico. Ahí quedó Uruchurtu también.

El R.M.S. Carpathia había recogido a los pocos sobrevivientes y los llevaba a tierra.

El 20 de abril en México, la Secretaría de Relaciones Exteriores, (SRE), informaba a la Cámara de Diputados, que “…está perfectamente confirmado que el señor diputado licenciado don Manuel Uruchurtu, era uno de los infortunados pasajeros del Trasatlántico Titanic. […]”. Los periódicos dieron parte de la tragedia pero su dimensión sólo el tiempo la aporto.

Al concluir su viaje, el capitán del Frankfurt obsequió a Gustavo Aguirre Benavides, la carta de navegación con las anotaciones del hundimiento del Titanic. La descendencia de Gustavo, aún la conserva.
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