Citas memorables de la historia de México

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martes, 14 de septiembre de 2010

Así comienzan las conmemoraciones bicentenarias

En el inicio oficial de los festejos del bicentenario de la Independencia, el presidente Felipe Calderón conmemoró la gesta heróica de los Niños Héroes en Chapultepec de 1847.

Cuando tradicionalmente esta ceremonia se hacía dentro del Castillo, en esta ocasión las fuerzas armadas colocaron a lo largo de la entrada a Chapultepec, una valla de cadetes del Colegio Militar, que custodiaron la llegada del Primer Mandatario.

En su discurso, el presidente Calderón dijo que “Durante la guerra con Estados Unidos, muchos mexicanos combatieron hasta la muerte, pero otros más sólo vieron pasar las tropas norteamericanas sin hacerles frente. Hoy cuántas veces los más acuciantes problemas de México se les quiere ver como parte de una realidad ajena a la nuestra”, en un mensaje leído frente al monumento a los Niños Héroes.

Pero en lo que debería ser un magno festejo, pareciera que los mensajes del Gobierno Federal acerca de la guerra contra las drogas de cuatro años, que ha tenido más de 28,000 vidas cobradas e infiltrándose en la tranquilidad del país, han socavado y dejado a segundo término los festejos fundacionales. Sólo la noche del domingo pasado en Puebla, presuntamente elementos de la Secretaría de Marina (SEMAR) capturaron a Sergio Villarreal, conocido como “El Grande”, líder del cartel de los Beltrán Leyva.

Pero el punto culminante de la celebración bicentenaria, que también conmemora el centésimo aniversario de la Revolución Mexicana, será un espectáculo en la noche del miércoles, que incluye una coreografía de Ric Birch, que produjo ceremonias en los Juegos Olímpicos en 1992 y 2000. El objetivo es una fiesta para todas las edades, con baile, un espectáculo de acrobacia aérea y las actuaciones de celebridades.

Cuando el nacimiento de la patria es un proceso decantado en el tiempo y surge entre estertores sociales provenientes de silenciosas tomas de conciencia sobre la forma de ser y estar en el mundo, el crisol de donde surge la estirpe múltiple y polifacética de nuestro país, reúne elementos arramblados por siglos.

Así, durante los 300 años que duró la Colonia, los vencidos no tenían ninguna noción de un estado de mejor vida. Sus deseos eran proporcionados a sus ideas y solamente conocían lo físico de la vida. Su existencia era triste y miserable, en contraste con la forma de vida del peninsular y el clero.

200 años antes, la tarde del 13 de septiembre de 1810 la conspiración había sido descubierta. Josefa Ortíz, encerrada en su alcoba, mandó una señal de peligro, previamente acordada, a Ignacio Pérez, alcaide de la cárcel, quien la transmitió a los conspiradores en Dolores, Guanajuato.

En Dolores, Guanajuato,  y reunidos en casa de Hidalgo, se dirigió a los presentes: “… Caballeros somos perdidos, aquí no hay más remedio que ir a coger gachupines…” Allende y los demás, asintieron.

Para la madrugada del 16 de septiembre de 1810, se dirigieron a la cárcel de Dolores, para dar libertad a unos 80 presos, a quienes Miguel Hidalgo, -el cabrón del cura-, como lo llamaba Ignacio Allende-, los armó con lanzas. Luego, el pequeño contingente se dirigió al atrio del templo. Hidalgo le ordenó a su sacristán, conocido como “El Cojo" o "El Zurdo" Galván, que repicara las campanas. Al congregarse la gente, Hidalgo hizo una proclama.

"... ¡¡¡Nos levantamos en armas, para quitarles el mando a los gachupines, que se han entregado a los franceses, y quieren que nosotros los americanos, corramos la misma suerte, lo cual no consentiremos jamas!!!..." y prosiguió diciéndoles: "... Debemos salvar nuestra santa religión de los impíos, acabar también con los privilegios de los gachupines, que tanto daño nos han hecho. Mírense las caras hambrientas, los harapos, la triste condición en la que viven, porque nosotros, somos los verdaderos dueños de estas tierras. ¡¡¡Viva la independencia!!!, ¡¡¡Viva la América!!!, ¡¡¡Muera el mal gobierno!!!, ¡¡¡Mueran los gachupines!!! ... ". El pueblo lo festejó.

Imagínese la escena. Para las fiestas del centenario independiente, -en 1910-, Porfirio Díaz no pudo tañer la campana de Dolores colocada desde 1896 en Palacio Nacional, ya que partidarios de Francisco I. Madero, -quien había perdido las elecciones de junio de ese año-, le habían colocado trapos al badajo de la campana.
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