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sábado, 5 de junio de 2010

Trasladan restos de héroes entre incógnitas








Con el propósito de evaluar el estado de conservación ósea, los restos de Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama, José María Morelos y Pavón, Mariano Matamoros, Mariano Jiménez, Francisco Xavier Mina, Vicente Guerrero, Leona Vicario, Andrés Quintana Roo, Nicolás Bravo y Guadalupe Victoria, fueron trasladados de la columna del Ángel de la Independencia, al castillo de Chapultepec.
Señalan que les serán realizados estudios de antropología forense para determinar sexo, talla y número de personas a las que pertenecen los huesos, así como las causas de la muerte; mientras que también se afirma que les serán practicados estudios de ácido desoxirribonucleico (ADN), para conocer su verdadera identidad.

La medida originó críticas de políticos e intelectuales: La historiadora María del Carmen Vázquez señaló que hay pruebas que permiten dudar de la autenticidad de esas osamentas. Beatriz Paredes, presidenta nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), dijo que "Hay que escuchar a los expertos, pero me parece que hay otra serie de prioridades",  concluyendo que hay asuntos más urgentes que resolver; en tanto, el diputado perredista Jesús Zambrano llamó al Gobierno federal a explicar el motivo del traslado.

El Congreso en 1823 decretó la honra de las cenizas de los héroes, algunos cuya pena fue la muerte -con fusilamiento por la espalda-, como traidores al Rey y con la mutilación de su cabeza para ser exhibida en jaulas de hierro en alguna plaza principal. 

Se instruyó a los Ayuntamiento del país, a buscar y trasladar los restos mortuorios. El Ayuntamiento de México señaló que los cuerpos de la mayoría de los fusilados, habían ido a parar a fosas comunes. Fue difícil encontrarlos y el Cabildo no estuvo dispuesto a inventar unos huesos.

Los restos de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez fueron trasladados de Chihuahua. Sus cráneos, exhumados de la iglesia de San Sebastián en Guanajuato, donde fueron sepultados, luego de ser expuestos en las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas por 10 años para el escarnio público. 

En su traslado por el país, indios y criollos salían a la calle a mirar el cortejo que trasladaba los restos de sus héroes. Algunos rezaban, otros cantaban, unos más bailaban.

El 17 de septiembre de 1823, los cronistas de la época señalan que nunca antes se había celebrado un funeral tan magnífico y solemne en la ciudad de México, siendo depositados en Catedral.

En 1921, Álvaro Obregón, con todo y banda presidencial, entró a Catedral a un homenaje en el Centenario de la Consumación de la Independencia. Cuatro años después, -en 1925-, se tomó la determinación de trasladar los restos a un templo laico: la Columna de la Independencia.

Obregón encabezó el cortejo fúnebre en compañía de su gabinete. En el momento solemne de retirar los restos, estaban algunas reliquias vivientes, además de algunos parientes de los insurgentes, a quienes nadie les cuestionó su calidad de descendientes. Así, unos presuntos nietos de Guadalupe Victoria se apersonaron para sacar, ellos mismos, a su abuelo, y un sobrino de Mariano Matamoros llegó a hacer su parte con su ilustre pariente, además, el pueblo.

Pero el domingo pasado, la ceremonia fue de discursos oficiales. Ninguna autoridad acompañó en su trayecto los restos óseos, -ni siquiera el presidente del Congreso, -Francisco Ramírez Acuña- cuando históricamente hasta 1925 los presidentes del Congreso custodiaban la llave que conservaban los restos, y le correspondía, -por tratarse de un acto de Estado-, quizás junto al Presidente de la República y familiares de los héroes, todavía existentes, aunque la Comisión Nacional del Bicentenario no reconozca la descendencia de Miguel Hidalgo.

Seguramente Juan Camilo Mouriño, finado secretario de Gobernación y descendiente de españoles, merecía dignos funerales de Estado, -incluso mejores-, que quienes nos dieron patria y libertad. 

Y como en 1823 y 1925, fiel como siempre estuvo la ciudadanía. El pueblo, que volcó muestras de cariño y afecto a sus héroes, acompañándolos por todo el trayecto, arrojando claveles, aclamando vítores y rodeando los vehículos Hummer del ejército que los llevaba , y sin duda, no necesitó de autoridad alguna para honrarlos.

Ojalá el Gobierno Federal no se haya equivocado en exhumarlos, de otra manera, quedará en ridículo.
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4 Comentarios:

Mario A. Rojas dijo...

EStimado Rodolfo:
De hecho la primera pregunta es ¿para que?, ¿que cambiaría si determinaran que esos restos correspondían a personas diferentes?, o ¿de que sirve saber que murieron por la velocidad de las balas que les dispararon y que pudieron haber muerto de ciertas enfermedades?. A todas luces resulta ocioso, populachero, y hasta cierto punto falto de respeto. Lo interesante es poder vislumbrar que se pretende a espaldas de esta cortina de humo.

Eduardo Velasco dijo...

Quién sabe si efectivamente los restos correspondan a quienes dicen? Pero realmente cual es la razón de su traslado, recorrido, viaje, etc. etc. ¿ a qué contribuye esto? Y tienes razón, nadie ha comentado algo sobre la poca atención de los Poderes de la Unión en su traslado, viajeros solitarios, solo la gente los aplaude; acuérdate que para la derecha, nuestros héroes son sus villanos.

Algo así como la Liga de la Justicia contra la Liga de los Super Villanos.

Saludos

Pancha Garcia dijo...

Es absurdo lo que van hacer con los restos óseos de los héroes lo más importante es recordarlos lo que hicieron por su Patria no es conocer quienes son y de donde provienen son cosas superficiales eso sale sobrando mientras los recuerdas.

Rodolfo dijo...

Todo indica que es mera publicidad. No hay un propósito claramente definido.

Muchas gracias.

Saludos!!

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