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sábado, 8 de mayo de 2010

La estrategia de prensa de la actual administración

La percepción ciudadana sobre el combate a la delincuencia organizada es, totalmente opuesta a la gubernamental. Si se percibiera un gobierno vencedor en esta lucha, la ciudadanía se sentiría más segura y menos propensa a creer en rumores y versiones que desatan histeria colectiva, sin que la autoridad intervenga en una seria contraofensiva en redes sociales o mediática.

Como los mensajes en redes sociales que alentaban a la sociedad de Cuernavaca en Morelos, para no salir de sus casas, bajo el pretexto que se daría un enfrentamiento entre bandas de delincuentes, el pasado 17 y 18 de abril. Lo anterior, un claro ejemplo del mal uso de las redes sociales, frente al exitoso caso de Aurelie Valtat, -editora de la página web de Eurocontrol-, como una de las principales fuentes de información para pilotos, pasajeros y periodistas, durante la crisis ocasionada por la emisión de cenizas de un volcán en Islandia, que paralizó por una semana los vuelos aéreos en Europa, en esas fechas.

Otro ejemplo lo constituyó el fallido intento del procurador de justicia de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), general José Luis Chávez García, para persuadir a la opinión pública, que las lesiones que provocaron la muerte a los menores Martin y Bryan Almanza Salazar, fueron producto de las granadas lanzadas por sicarios, y no por elementos del ejército, aunque de inmediato, la madre de los pequeños acusó con un ¡miente!, a las declaraciones de procurador militar.

Además, la errada rueda de prensa que citó la Procuraduría General de la República (PGR), para explicar la muerte de los estudiantes Jorge Antonio Mercado y Javier Francisco Arredondo, en medio de una balacera entre militares y narcos en el campus del Tec de Monterrey.

Con una duración de casi 75 días, fue sitiado en 1812 Cuautla en Morelos, bajo el mando del realista Félix Calleja, lugar donde por primera vez se usó el toque del clarín para dar órdenes a la tropa realista, contra la posición de José María Morelos.

El Siervo de la Nación, encabezaba mil infantes y dos mil jinetes de las brigadas de Galeana; los hermanos Bravo con soldados nativos de Chilpancingo y Matamoros, con una temible fuerza de rancheros, arrieros y campesinos, armados de hondas, machete y lanza. Todo esto con 16 piezas de artillería, ganado y comida.

Entre sus subalternos, Morelos tenía la fama de irresponsable, quienes constantemente se preocupaban de que al Generalísimo no se le ocurriera alguna locura, -como la de no marchar en sus exploraciones personales más allá de un punto ubicado-, dado a los Bravo, Galeana y Matamoros.

A los dos meses de sitio, las fuerzas habían menguado en ambos bandos: en los insurgentes, para comer, un gato valía seis pesos, una iguana veinte; se comieron lagartijas y hervían cueros para hacer caldo, pero el ánimo no decaía en los insurgentes: los sitiados cantan “Por un cabo doy dos reales / por un sargento un doblón /  y por mi general Morelos / doy todo mi corazón”.

Una tropa de realistas estuvo a punto de tomar la ciudad, pero un niño de 12 años, llamado Narciso Mendoza -el niño artillero- hizo estallar un cañón, con el que los realistas huyeron. 

Además de Narciso Mendoza, Juan Galeana llevaba un pequeño cañón llamado “El Niño”,  que había sido adquirido a unos náufragos y era usado para lanzar salvas en las fiestas religiosas de Técpan, llamado así, por su tronar, como el rugido de un niño.

Estuvo de moda hacer “santiaguitos”, que consistía en acercarse a las filas enemigas, enlazar a un soldado realista y arrastrarlo con caballo hasta las trincheras insurgentes.

Para lograr esto, Morelos, cuyo ejército insurgente estaba necesitado de obligar a los realistas a gastar parque, pedía voluntarios para que se acercaran a las trincheras enemigas y provocaran los disparos de los españoles.

Como en la guerra y en el amor, todo se vale, entre los voluntarios a tan peligrosa misión, estaba una mujer: María Reyes. Una insurgente que se acercaba a las filas de los gachupines, se levantaba las enaguas mostrándoles las nalgas a los realistas y provocando sus disparos.

Seguramente esta mujer salió ilesa, ya que con el tiempo, fue juzgada por la Inquisición y encarcelada durante cinco años por tan osados actos.

Tras la batalla, Morelos acudió a cada una de las casas atacadas, a dar dinero y víveres a los afectados.

Estas fueron algunas de las estrategias de Morelos.
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