Citas memorables de la historia de México

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sábado, 29 de agosto de 2009

Omisiones


Este lunes que volvieron a las aulas, más de 25 millones de alumnos, -desde preescolar hasta medio superior-, en el inicio del ciclo escolar 2009 – 2010, los padres de familia, alumnos e investigadores, se encontraron con la sorpresa de que a los libros de primer grado y sexto, ambos en primaria, les fueron omitidos los periodos históricos de la Conquista y la Colonia de nuestro país. 

En su opinión, Olac Fuentes Molinar, investigador de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) y ex subsecretario de Educación Básica, menciona que el plan de estudios es “muy extraño” porque “se trataba de articular una historia de México con la humanidad, y que abordaban la Conquista, la Colonia, ahora los van a ver en sexto, pero recortados, porque ni siquiera llegan a la Conquista, se quedan en el siglo XV”. 

Además, dijo que esta es la consecuencia de haber "entregado" a un grupo político –el de Elba Esther Gordillo– la educación, ya que la Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB), encabezada por el subsecretario de Educación Básica, Fernando González Sánchez, yerno de Gordillo, es una reforma "caótica" y estos títulos son el resultado de un proceso "improvisado y sin coherencia interna". 

Por su parte, el investigador Hugo Casanova del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM, dijo que en el citado libro de Historia, se "desconoce el complejo y doloroso origen de nuestra nación" y, en cambio, hay una visión de una "historia eurocentrista". 

Sin caer en extremos, es necesaria una concepción en la que podamos comprender al mundo a partir de los orígenes de nuestros pueblos, destacó. La inconformidad por la calidad de los libros provocó que la Academia Mexicana de las Ciencias (AMC) propusiera iniciar un debate sobre lo que los niños deben aprender y participar en la armonización del sistema de forma integral, desde preescolar hasta el bachillerato. Por su parte, el secretario de Educación Pública (SEP), Alonso Lujambio, rechazó que se hayan excluido temas de dichos libros, y agregó que “Ninguno está escrito con sangre ni por Dios: somos los hombres los que discutimos el modo en que nos vamos a educar”.

Sobre la conquista, es sabido que el sitio de México, según las historias, pinturas y relaciones, duró ochenta días. Murieron más de 30,000 indígenas apoyando a la invencible Armada Española; de los mexicanos murieron más de 240,000, y entre ellos casi toda la nobleza mexicana, pues apenas quedaron algunos señores y caballeros, y los más, niños pequeños. 

El último presagio de la derrota del sitio de Tenochtitlan, sucedió cuando los indios señalaron que “[…] se vino a aparecer una como grande llama. Cuando anocheció; llovía, era cual rocío la lluvia. En este tiempo se mostró aquel fuego. Se dejó ver, apareció cual si viniera del cielo […]”. 

Luego, los indígenas huyeron y los españoles se apoderaron de todo, como “puercos”. Buscan oro. Nada les importan los jades, las plumas de quetzal y las turquesas. Las mujeres lo llevan en sus faldas y los hombres en la boca o en el maxtle. También buscan a las mujeres, las blancas, las de piel trigueña, las de trigueño cuerpo. 

Y algunas mujeres a la hora del saqueo, se untaron de lodo la cara y se pusieron como ropa andrajos. Hilachas por faldellin, hilachas como camisa. Todo era harapos lo que se vistieron. Cuauhtémoc, señor de Tenochtitlan, fue llevado como prisionero a Coyoacán junto con otros 4 señores de la realeza indígena. 

Les quemaron los pies y se les preguntó acerca del oro en forma de 8 barras, que se había perdido en el canal de los Toltecas, cuando los españoles huyeron por la Calzada de Tacuba, perseguidos por los mexicas. De las 8 barras sólo aparecieron 4. 

La avaricia de Cortés era tal, que cuestionó a sus cautivos por todos los dominios de México. Después comenzó la etapa de la Colonia y de la evangelización. Cortés ejerce el gobierno en México, hasta que el 15 de octubre de 1535 llega el primer Virrey, Antonio de Mendoza. 

El 13 de diciembre de 1527 es instituida por cédula Real, la Primera Audiencia, que no funcionó por los abusos de su presidente Nuño de Guzmán -denunciados por fray Juan de Zumárraga, -primer Arzobispo de México-, quien fue relevado del cargo. En uno de los arrebatos de Nuño de Guzmán, -el conquistador de la Nueva Galicia hoy Guadalajara-, ingresó al recinto donde oficiaba misa Zumárraga y le dijo: “… cállese cabrón…”, lo que provocó la queja ante el Rey Carlos V. 

Los españoles destruyeron códices con sabiduría antigua, manuscritos de sus rituales y sobre las ruinas de los templos indígenas construyeron, -en la mayoría de los casos-, iglesias católicas. A cambio, recibimos la maldición de la malinche. 

En ceremonias multitudinarias, los indios fueron convertidos al catolicismo y vieron con sorpresa cómo sus dioses fueron vencidos por los santos de la iglesia. La religión no se enseñaba ni se les persuadía de su origen divino con pruebas o raciocinios y todo el fundamento de su fe era la palabra de sus misioneros y las bayonetas de los conquistadores. 

Los indios eran obligados a pagar tributo y las deudas contraídas eran heredables a su descendencia. El estado de embrutecimiento en que se les mantuvo, los hacía inhábiles para representar algún género de derechos. 

Para mantener el estado de opresión, era necesario que los oprimidos nunca entraran al mundo racional. Estaban exceptuados del diezmo parroquial, porque sus explotadores habían calculado muy bien que un hombre que nada posee, pocos diezmos podía pagar. Los españoles redujeron a los indios y la mayoría de los criollos, a un estado de esclavitud, que cada europeo se consideraba con derecho a servirse de ellos, sin que tuvieran valor para oponerse, menos aún, la capacidad para explicar el derecho. 

Posteriormente, aparecieron las leyes de Indias, que tenían por objeto modificar la tiranía de los descendientes de los conquistadores; aún así se seguía realizando la voluntad del Capitán General, el Virrey o los Gobernadores. Aunque las tropas españolas conquistadoras eran acompañadas por eclesiásticos con facultades inquisitoriales, los primeros frailes misioneros llegarían en 1524 con fray Martín de Valencia al frente, quien también ejerció las funciones inquisitoriales. 

Se sabe que Valencia llegó con facultades extraordinarias, en virtud a la Bula Exponi Nobis del papa Adrián VI, con concesiones que la Silla Apostólica otorgó a las órdenes exploradoras en el Nuevo Mundo. Por ejemplo, ellos mismos podían elegir a sus superiores, los cuales tendrían facultades cuasi episcopales donde no hubiese obispo. En 1526 llegan los primeros dominicos a la Nueva España, encabezados por fray Tomás Ortiz, quien traía nombramiento de comisario de la Inquisición, dado por la Audiencia de la isla Española, hoy Santo Domingo en República Dominicana. 

En este periodo se desarrolla la historia de la Edad Media; de este periodo de grandes vicios y virtudes heroicas, de ignorancia, de energía y trastorno universal; enseñando a los hombres de Estado, cuáles han sido las partes elementales que componen las naciones y en que les indicaban al mismo tiempo, los diferentes orígenes en que se fundaban los derechos o las pretensiones de cada clase, de cada jerarquía, de cada familia. 

Según cédula Real Cédula de Felipe II, el 25 de enero de 1569, se instituye el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición dependiente directo del Consejo de la Suprema y General Inquisición de España, el cual cerraría definitivamente sus puertas en 1819, después del receso gaditano y su desabrida reapertura en 1814. 

La primera y curiosa causa de este nuevo tribunal episcopal fue precisamente contra dos músicos que se habían negado a tocar en la ceremonia de instalación del tribunal, por no habérseles pagado sus servicios por adelantado; al comprobarse el desacato al tribunal, fueron condenados a una multa de seis libras de cera blanca en beneficio de la catedral. 

El cacique de Texcoco, don Carlos Ometochzin, nieto de Nezahualcóyotl, quien se educó bajo el amparo de Hernán Cortés y se le dio la gobernación del pueblo que su abuelo y padre habían llevado como tlatoanis, en 1539 fue acusado como idólatra ante Zumárraga, quien mostró arrepentimiento antes de ser sometido a la pena de ser quemado vivo por la de garrote. 

El abominable caso de la familia Carbajal. Don Luis de Carbajal, nativo del reino de Portugal, hombre de 45 años, llegó a Tampico, nombrado por el rey de España gobernador del nuevo reino de Leon en el año de 1583, quien trajo a su cuñado Francisco Rodriguez de Matos y a su hermana Doña Francisca Núñez de Carbajal, y a los hijos de estos, Doña Isabel, viuda de Gabriel Herrera y la mayor de todos los hermanos, de 26 años de edad, Doña Catalina, Doña Mariana, Doña Leonor, Don Baltasar, Don Luis, Miguel y Anica, que eran muy niños; además, Don Francisco Rodriguez de Matos y su mujer tenían un hijo llamado Don Gaspar, religioso, en el convento de Santo Domingo de México, que habia llegado allí poco tiempo antes. 

Pero en el año de 1587, la mano de hierro de la Inquisición cayó sobre Doña Isabel, la mayor de los hermanos: Una denuncia en contra de ella, se habia hecho como observante de la ley de Moisés. 

En la cámara de tormentos de la Inquisición mexicana, Doña Isabel fue obligada a desnudarse frente al Alcaide de la Inquisición; le fueron ligados los brazos para hacerla confesar, -primero, una vuelta-; a la segunda vuelta, Doña Isabel comenzó una larga declaracion, denunciando a su familia y a un gran número de personas, -hombres y mujeres-, observantes de la Ley de Moisés. 

En la quinta vuelta de sus brazos ligados, que presentaban signos de falta de irrigación sanguínea, Doña Isabel dijo: "... Dios, que sabe la verdad que yo defiendo, me ayude; quítenme la vida, ay de mí. Ay de mí, quítenme la vida, ya he dicho la verdad, ya he dicho la verdad ...". 

Luego, los inquisidores la colocaron en el potro, en el que el condenado era atado de pies y manos a una superficie conectada a un torno y al girar tiraba de las extremidades en sentidos diferentes, usualmente dislocándolas pero también pudiendo llegar a desmembrar. 

Doña Isabel confeso entre gritos: "...no tengo que decir sino testimonios, y esos no quiera Dios que los diga, ni los he de decir, ni los sé; sea él bendito que aqui me tratan con tanta crueldad nunca oida jamás a mujer, y es posible que esto se hace aqui con la mujeres..."; -y prosiguió: "... no sé qué decir, sino que triste nací del vientre de mi madre, y desdichada fue mi suerte, y mi triste vejez...". 

Para entonces el tormento la había hecho denunciar a sus hijos. Después, le dieron de garrotes en las coyunturas de su cuerpo, -7 en total-, y continuó entre balbuceos semi inconsientes: "...que la he dicho; ya se acabó la vida, hijos mios, quedáos con Dios: ya he dicho la verdad, señor, ya mi vida se me arranca, no permitan que yo muera aqui...". 

Luego, le abrieron la boca para colocarle un embudo por el cual, le vaciaron 12 jarras de agua, en un macabro ritual de más de 12 horas de duración. La hicieron abjurar y después, la misma suerte tocó a la madre y hermanas de Luis de Carbajal. 

Además, la hicieron guardar secreto sobre las torturas de la cruel inquisición mexicana: "... so pena de excomunion mayor, y que será gravemente castigada, que tenga y guarde secreto de todo lo que en su negocio, causa y proceso ha pasado, y de todo lo demás que oviere visto y entendido en las cárceles de este Santo Oficio durante su prision, y que no lo revele ni descubra en manera alguna directa ni indirectamente, y así prometió de lo cumplir, sin exceder ... ". 

Por último, el Santo Oficio sentenció a cárcel perpetua a Luis de Carbajal, -hijo-, al Hospital de dementes de San Hipólito, y a Doña Francisca, Doña Isabel, Doña Leonor, Doña Catalina y Doña Mariana, a una casa aislada que estaba frente al Colegio de Santiago Tlaltelolco.

Después, Doña Mariana fue sentenciada a que "...sea llevada por las calles públicas de esta ciudad, caballera, en una bestia de albarda, y con voz de pregonero que manifieste su delito, sea llevada al Tiangues de San Hipólito, y en la parte y lugar que para esto está señalado, se le dé garrote hasta que muera naturalmente, y luego sea quemada en vivas llamas de fuego, hasta que se convierta en ceniza y de ella no haya ni quede memoria...." dice la sentencia. 

Don Luis Carbajal, -el gobernador-, fue desterrado de las Indias. Segun las reglas de procedimiento, dadas para el Santo Oficio por el célebre Fray Tomás de Torquemada, -de la orden de los Dominicos-, el mas terrible de los Inquisidores de España, jamás el acusado debia conocer los testigos ni saber su nombre, observándose tanto cuidado en esto, que si alguna circunstancia habia en la declaracion, por donde el reo pudiera adivinar o venir en conocimiento de quién era el testigo, debía suprimirse esta parte de la declaracion al notificársela al reo; y como última precaucion se observaba por regla general que las declaraciones de los testigos, al comunicarse al reo, se pusieran en tercera persona, aun cuando el testigo hubiera hablado en primera; así, si este decia que el reo le había dicho tal cosa, al leerle a aquel la declaracion, se decia que un testigo declaraba que el reo habia dicho á cierta persona aquello mismo, para que ni aun por esto pudiese venir en conocimiento de quién era el testigo. 

Los procesos más comunes de este período en la Inquisición mexicana, fueron los de blasfemia, amancebados, bigamia, herejía, judaizantes, magia y hechicería, proposiciones heréticas, idólatras, superstición, pronunciamiento de palabras contra la fe o las buenas costumbres y el enjuiciamiento de indios, aunque esta última práctica después fue prohibida. 

Entre los indios nobles, la poligamia era, -incluso-, de relevancia social, ya que no era común entre los miembros del pueblo y tal vez esta fue la cuestión más difícil de combatir entre las altas capas de los indígenas en los primeros años de la Fe. 

En varias provincias los curas tenían tal dominio y ejercían tal autoridad sobre los indios, que mandaban azotarlos públicamente cuando no pagaban las obvenciones o cometían algún acto de desobediencia. 

Los conventos de los Dominicos y Carmelitas, poseían riquezas de mucha consideración: al menos tres cuartas partes de bienes rústicos y urbanos en todo el país eran de su propiedad. Todas las tierras fueron repartidas por los españoles entre sí y cultivadas por los indios que sirven de jornaleros. 

Durante los 300 años que duró la Colonia, estas clases no tenían ninguna noción de un estado de mejor vida. Sus deseos eran proporcionados a sus ideas y solamente conocían lo físico de la vida.

Su existencia era triste y miserable. La clase política gobernante, -el clero, la capitanía general, el virrey, los oidores y gobernadores-, eran comparsa los unos de los otros. Así fue la vida del mexicano, -indígena y criollo-, durante 300 años de la Colonia española.

Qué lamentable que se haya omitido esta parte de la historia. Pero, ¿a quién beneficia esta omisión, -con olor a censura-, y que provoca división ideológica y rencor histórico? A propósito de la proximidad de las festividades del bicentenario de la independencia y del centenario de la revolución en el 2010, luego entonces, ¿Qué vamos a festejar en el 2010 si no hay reconocimiento oficial a los hechos que motivaron la independencia?, ¿No nos independizamos de las crueldades de la Conquista y la Colonia?, ¿Qué acaso el festejo del bicentenario no debería ser, -entre otros-, la reconciliación histórica?, ¿Creen que porque hace mucho pasó la conquista y dominación, el pueblo no tiene memoria histórica?, porque entonces Hidalgo, Allende, Morelos, Guerrero y los demás insurgentes se equivocaron.
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1 Comentarios:

Unknown dijo...

Es terrible lo que el pueblo de México vivio en esos tiempos, pero mas terrible que unos imbeciles quieran borrar la historia, acaso no se dan cuenta que un día van a morir y se van a ir de aquí.

Saludos, Edgar Barrera Cárdenas.

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