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viernes, 21 de octubre de 2011

La verdadera intención

En el sexenio malogrado del expresidente Vicente Fox, fue muy común que el vocero presidencial, Rubén Aguilar, salía a los medios de comunicación para explicar lo que unos momentos u horas antes, el Primer Mandatario había querido dar a entender.

Así las cosas, el pasado viernes durante la inauguración de los XVI Juegos Panamericanos que se desarrollan en Guadalajara, hay varias lecturas que podrían efectuarse.

La primera, es que los Panamericanos están organizados para algunos militantes del partido del Presidente Calderón: nótense las porras dedicadas al Ejecutivo Federal, al instante que se abría la especulación de que el Gobierno del Estado –o Federal- adquirieron la mitad de los boletos de la justa deportiva y que fueron repartidos entre la feligresía y a insignes próceres de la iglesia, como el exonerado por la justicia Onésimo Cepeda, a quien los Tribunales encontraron inmaculado por la posesión de 130 millones de dólares, seguramente producto de las limosnas.

Incluso, si usted desea adquirir boletos para asistir a algún evento deportivo, éstos están agotados, mientras observamos que la asistencia a los deportes pareciera menospreciada, cuando el costo de los boletos es en algunos casos, desde los 20 pesos.

Además, la élite deportiva y artística también fue sujeta de majaderías, como por ejemplo, la ausencia de la velocista sonorense, Ana Gabriela Guevara, quien simpatiza con la causa del perredismo capitalino, y del mejor guitarrista del mundo, Carlos Santana, -por citar un ejemplo-, y cuyas inasistencias refuerzan la hipótesis de que el inicio de esta justa deportiva, estuvo politizada.

Una vez terminados los Juegos Panamericanos, será interesante conocer el costo total de éstos y compararlos con el que tuvo la organización de Campeonato Mundial de Futbol de 1970 y 1986 celebrado en nuestro país, para tener un marco de comparación.

Además, en una entrevista concedida al rotativo norteamericano The New York Times, el presidente dijo que hay mucha gente en el PRI que piensa que los arreglos de antes (con los narcotraficantes) funcionarían ahora, lo que produjo la molestia de los dirigentes de ese instituto político, en lo que pareciera corresponder a la estrategia sucia de campaña electoral.

Por su parte y en un acto de reconocimiento, El ex senador del PAN, Diego Fernández de Cevallos, afirmó que si su partido tiene bajas en las preferencias rumbo a los comicios presidenciales de 2012 es sólo culpa del instituto y amplió su comentario, en el sentido de que la dirigencia nacional de su partido no ha mostrado los avances que México obtuvo durante el pasado sexenio y la presente administración, y sólo se ha ocupado de sus disputas internas.

Más allá de lo que pueda afirmar el Ejecutivo, cuando el pueblo se enoja, cualquier forma de ayudar es buena, o bien, toma las armas contra la impotencia. Un ejemplo para la posteridad: Recién comenzada la guerra de independencia en 1810, un joven se unió a las filas insurgentes: Antonio Portillo, quien se desempeñó como uno de los ayudantes de Miguel Hidalgo, combatiendo y peleando por la causa insurgente, hasta el fusilamiento de Hidalgo, regresando a Guanajuato, su tierra natal.

Con los años, en julio de 1863, el presidente Benito Juárez conoció al señor Portillo, -ahora un viejo de más de 80 años- quien era el vigilante de la casa del Padre de la Patria, en Dolores Hidalgo.

Portillo le pidió un fusil y combatir -como lo hizo al lado de Hidalgo-, ahora en contra de los franceses, quienes habían invadido la República, encontrándose en Puebla, sitiada y vencida en ese año.

Juárez, al ver el noble gesto del anciano, se dirigió a él diciéndole: “Don Antonio, muchas gracias por sus servicios prestados a la patria, pero ahora, nos toca a nosotros defender el legado que usted junto con el Padre Hidalgo nos dejó […]”. Posteriormente, le ratificó su nombramiento de vigilante de la casa de Hidalgo y lo hizo capitán del Ejército Republicano.

En el sitio de Cuautla, el ejército insurgente de Morelos quien estaba necesitado de obligar a los realistas a gastar parque, pedía voluntarios para que se acercaran a las trincheras enemigas y provocaran los disparos de los españoles.

Entre los voluntarios a tan peligrosa misión, estaba una mujer: María Reyes. Una insurgente que se acercaba a las filas de los gachupines, se levantaba las enaguas mostrándoles las nalgas a los realistas y provocando sus disparos.

Seguramente esta mujer salió ilesa, ya que con el tiempo, fue juzgada por la Inquisición y encarcelada durante cinco años por tan osados actos.

Uno más reciente. Para las fiestas del centenario independiente, -en 1910-, Porfirio Díaz no pudo tañer la campana de Dolores colocada desde 1896 en Palacio Nacional, ya que partidarios de Francisco I. Madero, -quien había perdido las elecciones de junio de ese año-, le habían colocado trapos al badajo de la campana.
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