En la sucesión por la Presidencia del Partido Acción Nacional (PAN), hasta el momento se han inscrito los senadores Gustavo Madero y Blanca Judith Díaz, el diputado Francisco Ramírez Acuña, Cecilia Romero, excomisionada del Instituto Nacional de Migración (INM), y recientemente, el diputado Roberto Gil Zuarth.
El diputado Francisco Ramírez Acuña, ha sido secretario de Gobernación y gobernador de Jalisco, de quien se sabe es de línea dura del PAN; Cecilia Romero, viene del Instituto Nacional de Migración (INM) luego de la lamentable muerte de 72 inmigrantes de Centro y Sudamérica y de la cual, por supuesto no acepta responsabilidad alguna.
Por lo que atañe a la candidatura de Madero, se presume que está impulsada desde la Residencia Oficial de Los Pinos, en la que además, el senador por Chihuahua ha sido diputado federal en la LIX Legislatura, desempeñándo la Presidencia de la Comisión de Hacienda y Crédito Público; por su parte, Blanca Díaz, senadora por Nuevo León, fue diputada federal en la misma legislatura e integrante de la Comisión Especial para dar seguimiento a las investigaciones relacionadas con los feminicidios en la República Mexicana .
Por último, Roberto Gil hasta hace unas semanas, se desempeñó como subsecretario de
Gobernación, en la administración de Fernando Gómez Mont, quien lo acompañó a su registro en la sede nacional del PAN.
Se dice que candidaturas como la de de Cecilia Romero y Blanca Judith Díaz, son para dividir los votos de los 381 Consejeros Nacionales del PAN a favor de Madero, además, se cree que Romero es impulsada por la ultraderecha representada en el yunquismo en el PAN.
Luego del éxito de los pasados procesos electorales locales de 2009, en los que el PAN arrebató al Partido Revolucionario Institucional (PRI) las gubernaturas de Puebla, Oaxaca y Sinaloa, ahora tratará de convencer al electorado que sufragará en las próximas elecciones locales de 2011 y que, entre otras, se disputarán las gubernaturas de Baja California y del Estado de México, entre otras, como preámbulo a la elección federal de 2012, en la que se renovará la totalidad del Congreso de la Unión, con 500 curules en Cámara de Diputados y 128 escaños del Senado y, por supuesto, la Presidencia de la República.
Desde el 2000 en que arribó a la Presidencia de la República, la transición no significó el cambio que se esperaba; electoralmente ha perdido ocho gubernaturas: Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, Yucatán, Nayarit, Aguascalientes, entre otros.
El costo del ejercicio en el poder, no se hizo esperar: Dejó de gobernar en importantes municipios del Estado de México y Baja California; de las gubernaturas del centro del país, sólo le quedan Guanajuato y Jalisco, y parece próximas a perder, en función de las prácticas de los gobiernos de ultraderecha que mandatan esas entidades, en las que ambas porciones territoriales son conocidas como corredor azul, y lo más importante, unos 30,000 muertos en la mal llamada guerra contra la inseguridad en el país.
El proceso de independencia tuvo una participación activa en la derecha: apoyó económica y militarmente a la Corona Española, contra los esfuerzos insurgentes de Hidalgo, Morelos y Guerrero. Una vez derrotados, promovieron la creación de una monarquía con Agustín de Iturbide.
La evolución de la derecha no se comprendería sin la participación de la Iglesia. Durante el siglo XIX, su causa política basada en la religión, provocó la guerra de Reforma y la Segunda Intervención Francesa, y en el siglo XX, se reveló ante el poder civil legítimamente constituido, declarándole la guerra al gobierno, entre 1926 y 1929, en la guerra cristera, cuyos principales bastiones eran, por cierto, Jalisco y Guanajuato.
En 1939 nace el PAN, por la necesidad que esa ideología contara con una organización política que le ayudara a conquistar el poder y como respuesta al gobierno socialista de Lázaro Cárdenas.
Sobre la participación de la iglesia en política, se sabe que durante su Asamblea Nacional en 1965, Manuel Gómez Morín propuso la proscripción de la participación del clero en su partido, quien no estaba en contra de la iglesia, sino de su influencia en el PAN.
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