Normalmente cuando se construyen acuerdos políticos, a veces es suficiente la palabra empeñada, o bien, un consentimiento tácito para honrar lo pactado, normalmente traducido en apoyos políticos de muchas maneras, como una votación en el Congreso, por ejemplo.
Cuando el convenio entre César Nava (PAN) y Beatriz Paredes (PRI) se ha vuelto escándalo político, el motivo no es el acuerdo como tal: panistas y priístas reprochan a sus dirigencias la celebración de dicho acuerdo sin su conocimiento, los compromisos asumidos y las consecuencias. Un compromiso asumido, fue el no suscribir alianza electoral en el Estado de México, en el proceso electoral de 2011, a cambio -presuntamente- de aprobar la miscelánea fiscal 2010 en vigor.
La gravedad de las cosas señala, que por tratarse de un asunto de interés público -como es la miscelánea fiscal-, lo torna un asunto delicado, lo que podría significar -escándalo incluido- que las leyes fiscales en vigor, fueron tomadas como moneda de cambio, y ahora pagamos más impuestos, para beneficiar la elección de una Entidad Federativa.
Como en todo, hay quien se interesa en acentuar el escándalo y, de paso, sacar capital de las dificultades y quizás este sea el motivo suficiente para postergar el diálogo político en el Congreso.
Una hipótesis. Dice Federico Berrueto en su columna, que “…Los oaxaqueños tricolores, por agravio o malicia, fueron los primeros en filtrar que Peña Nieto sí tuvo la visión y previsión de arrancar en forma escrita el acuerdo con el PAN aplicable a su entidad, al tiempo que Gómez Mont repudiaba públicamente que el PAN suscribiera pactos con sus enemigos ideológicos. …”.
Se ha dicho, además, que el presidente Felipe Calderón no estaba enterado de este convenio, lo que también resulta grave, porque cabe la inferencia que el Ejecutivo Federal no está informado de lo que realizan sus colaboradores.
Sin duda alguna, una de las discusiones más álgidas que ha vivido el Congreso de la Unión, lo fue las sesiones del 15, 18, 19, 22 y 23 de agosto de 1988, así como la del 9 de septiembre de ese mismo año, en que la LIV Legislatura de la Cámara de Diputados deliberaba -a manera de Colegio Electoral-, sobre la elección presidencial realizada en julio de ese año.
Entre los diputados se hallaban, Leonel Godoy Rangel, José Murat, Pablo Gómez Álvarez, Ricardo Monreal Ávila, Carlos Castillo Peraza, Rogelio Montemayor Seguy, Jesús Ortega Martínez, Vicente Fox Quezada -célebre por ponerse orejas de burro con las boletas electorales-, Carlos Navarrete Ruíz, así como los jaliscienses José Luis Lamadrid Sauza, Abel Vicencio Tovar, Gerardo Ávalos Lemus y Juan Enrique Ibarra Pedroza.
Por el ambiente que prevalecía en las galerías, Ricardo Monreal pidió que en el curso del análisis y debate sobre la calificación de la elección presidencial, las galerías permanecieran cerradas. No fue aceptado.
Los grupos parlamentarios, excepto el PRI, impugnaban que para la elaboración del dictamen en comisiones, no fueron tomados en cuenta en su elaboración, y por tanto, señalaban que en el seno de la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales, así como en las oficinas de la Secretaría de Gobernación, a cargo de Manuel Bartlett Díaz, se había elaborado dicho documento. La oposición reclamaba la apertura de más de 25,000 casillas. Tampoco fue aceptado.
En la bóveda de seguridad ubicada de los sótanos del Palacio Legislativo de San Lázaro, se hallaban las boletas de la elección presidencial, resguardadas por efectivos del ejército mexicano. Vicente Fox recuerda que varios diputados bajaron para obtener algunas cajas con boletas, pero los soldados les cortaron cartucho para impedírselo.
El diputado Gildardo Gómez Verónica señalaba “…Anoche (septiembre 8 de 1988) ocurrieron cosas extraordinariamente interesantes para el futuro de México. ¡Pero no me refiero al parto de la fraudocracia y al haber parido un hijo adulterino!. ¡me refiero, compañeros, a que anoche nació la democracia en la conciencia de los mexicanos!, porque por primera vez un pueblo puesto de rodillas tuvo conciencia generalizada, incluyendo a los compañeros del partido oficial de que hay un hasta ayer y un momento de aquí al futuro, ha nacido la democracia en México […] …”
Por último, entre gritos ensordecedores, abucheos y un largo debate de 65 oradores, la madrugada del 10 de septiembre de 1988 el diputado jalisciense Ismael Orozco Loreto -como secretario de la Mesa Directiva-, y rodeado de la diputación priísta declaró “…Es Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos para el período que comprende del 1o. de diciembre de 1988 al día 30 de noviembre de 1994, el ciudadano Carlos Salinas de Gortari […] …”.
Y como en ese entonces, ahora es deplorable el nivel de política en que se ha incurrido, por las mutuas acusaciones, desacreditaciones y descalificaciones, que nadan benefician al país.
Cuando el convenio entre César Nava (PAN) y Beatriz Paredes (PRI) se ha vuelto escándalo político, el motivo no es el acuerdo como tal: panistas y priístas reprochan a sus dirigencias la celebración de dicho acuerdo sin su conocimiento, los compromisos asumidos y las consecuencias. Un compromiso asumido, fue el no suscribir alianza electoral en el Estado de México, en el proceso electoral de 2011, a cambio -presuntamente- de aprobar la miscelánea fiscal 2010 en vigor.
La gravedad de las cosas señala, que por tratarse de un asunto de interés público -como es la miscelánea fiscal-, lo torna un asunto delicado, lo que podría significar -escándalo incluido- que las leyes fiscales en vigor, fueron tomadas como moneda de cambio, y ahora pagamos más impuestos, para beneficiar la elección de una Entidad Federativa.
Como en todo, hay quien se interesa en acentuar el escándalo y, de paso, sacar capital de las dificultades y quizás este sea el motivo suficiente para postergar el diálogo político en el Congreso.
Una hipótesis. Dice Federico Berrueto en su columna, que “…Los oaxaqueños tricolores, por agravio o malicia, fueron los primeros en filtrar que Peña Nieto sí tuvo la visión y previsión de arrancar en forma escrita el acuerdo con el PAN aplicable a su entidad, al tiempo que Gómez Mont repudiaba públicamente que el PAN suscribiera pactos con sus enemigos ideológicos. …”.
Se ha dicho, además, que el presidente Felipe Calderón no estaba enterado de este convenio, lo que también resulta grave, porque cabe la inferencia que el Ejecutivo Federal no está informado de lo que realizan sus colaboradores.
Sin duda alguna, una de las discusiones más álgidas que ha vivido el Congreso de la Unión, lo fue las sesiones del 15, 18, 19, 22 y 23 de agosto de 1988, así como la del 9 de septiembre de ese mismo año, en que la LIV Legislatura de la Cámara de Diputados deliberaba -a manera de Colegio Electoral-, sobre la elección presidencial realizada en julio de ese año.
Entre los diputados se hallaban, Leonel Godoy Rangel, José Murat, Pablo Gómez Álvarez, Ricardo Monreal Ávila, Carlos Castillo Peraza, Rogelio Montemayor Seguy, Jesús Ortega Martínez, Vicente Fox Quezada -célebre por ponerse orejas de burro con las boletas electorales-, Carlos Navarrete Ruíz, así como los jaliscienses José Luis Lamadrid Sauza, Abel Vicencio Tovar, Gerardo Ávalos Lemus y Juan Enrique Ibarra Pedroza.
Por el ambiente que prevalecía en las galerías, Ricardo Monreal pidió que en el curso del análisis y debate sobre la calificación de la elección presidencial, las galerías permanecieran cerradas. No fue aceptado.
Los grupos parlamentarios, excepto el PRI, impugnaban que para la elaboración del dictamen en comisiones, no fueron tomados en cuenta en su elaboración, y por tanto, señalaban que en el seno de la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales, así como en las oficinas de la Secretaría de Gobernación, a cargo de Manuel Bartlett Díaz, se había elaborado dicho documento. La oposición reclamaba la apertura de más de 25,000 casillas. Tampoco fue aceptado.
En la bóveda de seguridad ubicada de los sótanos del Palacio Legislativo de San Lázaro, se hallaban las boletas de la elección presidencial, resguardadas por efectivos del ejército mexicano. Vicente Fox recuerda que varios diputados bajaron para obtener algunas cajas con boletas, pero los soldados les cortaron cartucho para impedírselo.
El diputado Gildardo Gómez Verónica señalaba “…Anoche (septiembre 8 de 1988) ocurrieron cosas extraordinariamente interesantes para el futuro de México. ¡Pero no me refiero al parto de la fraudocracia y al haber parido un hijo adulterino!. ¡me refiero, compañeros, a que anoche nació la democracia en la conciencia de los mexicanos!, porque por primera vez un pueblo puesto de rodillas tuvo conciencia generalizada, incluyendo a los compañeros del partido oficial de que hay un hasta ayer y un momento de aquí al futuro, ha nacido la democracia en México […] …”
Por último, entre gritos ensordecedores, abucheos y un largo debate de 65 oradores, la madrugada del 10 de septiembre de 1988 el diputado jalisciense Ismael Orozco Loreto -como secretario de la Mesa Directiva-, y rodeado de la diputación priísta declaró “…Es Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos para el período que comprende del 1o. de diciembre de 1988 al día 30 de noviembre de 1994, el ciudadano Carlos Salinas de Gortari […] …”.
Y como en ese entonces, ahora es deplorable el nivel de política en que se ha incurrido, por las mutuas acusaciones, desacreditaciones y descalificaciones, que nadan benefician al país.
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