Citas memorables de la historia de México

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sábado, 6 de febrero de 2010

Muchos temas



Con el propósito de abordar la estrategia del combate al crimen organizado y el clima de violencia registrado en Ciudad Juárez, Chihuahua, y Torreón, Coahuila, -principalmente-, la Junta de Coordinación Política de la Cámara Alta citó a comparecer al gabinete de Seguridad Nacional, integrado por los secretarios de la Defensa Nacional (SEDENA), Marina (SEMAR), Seguridad Pública (SSP) y del procurador general de la República (PGR)  -General Guillermo Galván Galván, Almirante Mariano Francisco Saynez Mendoza, Genaro García Luna y Arturo Chávez Chávez, respectivamente-, que tendrá carácter de privada, y de la cual, se incluyó extender invitación al secretario de Gobernación (SEGOB), Fernando Gómez Mont.

Para los titulares de las fuerzas armadas mexicanas, muy probablemente su participación se centre en explicar los operativos en los que participan las fuerzas castrenses, además de su destacada colaboración con las víctimas del terremoto de Haití en enero pasado y la repatriación de mexicanos.

Por lo que toca a la PGR, recientemente promovió la controversia constitucional en contra de las uniones de personas del mismo sexo, y cuyo carácter ideológico además, se circunscribe con la aprobación de las reformas al artículo 40 constitucional, por la que la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, aprobó que la República -además de representativa y democrática- en lo sucesivo sea laica.

La SEGOB, actualmente maneja los temas de la inseguridad y la Reforma Política -principalmente-, entre otros.

Cuando Hidalgo y Allende, los dos principales jefes de la insurrección armada de 1810, acrecentaron sus diferencias a raíz de la derrota en el Puente de Calderón, se dice que Allende confesó haber ideado un plan para envenenar al "cabrón del cura", como llamaba a Hidalgo.

Los insurgentes huían hacia el norte del país, donde son aprehendidos por Ignacio Elizondo -un ex realista, en ese momento militante de los insurgentes-, pero no era más que un espía del gobierno virreinal, quien los invitó a detenerse en su zona de influencia, conocida como las Norias de Acatita de Baján, situado en la frontera de Coahuila y Texas, entonces parte del virreinato novohispano.

A Allende, Aldama y Jiménez, quienes fueron encontrados culpables por el delito de alta traición, se les fusiló -casi de inmediato-, en mayo de 1811 en Chihuahua, pero Hidalgo, a quien se le habían imputado delitos de alta traición, crímenes y asesinatos, sedición, conspiración, y a quien curiosamente no lo incriminaron por tener descendencia en el ejercicio de su acción sacerdotal, lo recluyeron.

La prisión de Hidalgo tuvo lugar en la torre del lado derecho de la iglesia de los exjesuitas; incomunicado y vigilado de la manera más cruel; ningún consuelo, ningún alivio, les fue permitido a los chihuahuenses ofrecer a aquella víctima, si no era algunos refrescos y cosas de comer, que por mucho favor de los mandarines de la época, lograban algunas familias distinguidas que se les permitiese enviarle mediante un escrupuloso examen de ellos, por parte del alcalde o intendente provisional de las prisiones -el español don Melchor Guaspe- y por el pobre cabo Ortega, que especialmente estaba consagrado a su servicio.

El día de su fusilamiento, le sirvieron un desayuno de chocolate, y habiéndolo tomado, suplicó que en vez de agua, se le sirviese un vaso de leche, que apuró con extraordinaria muestra de apetecerla y gustarla. Un momento después se le dio aviso de que era llegada la hora de marchar al suplicio, lo oyó sin alteración, se puso en pié y manifestó estar pronto a marchar a la degradación.

Luego, con sádica paciencia se realizó la ceremonia de degradación sacerdotal: Frente al Ministro de la degradación - Francisco Fernández Valentín-, un cuchillo raspaba las manos y las yemas de los dedos a Hidalgo, mientras proclamaba: “… Te arrancamos la potestad de sacrificar, consagrar y bendecir, que recibiste con la unción de las manos y los dedos...te retiramos el hábito clerical y te desnudamos del adorno de la Religión y te despojamos; te desnudamos de toda orden, beneficio y privilegio clerical; y por ser indigno de la profesión eclesiástica, te devolvemos con ignominia al estado de hábito seglar...”.

Después con unas tijeras se le cortó algo de cabello y un peluquero terminó la operación, haciendo desaparecer la tonsura al tiempo de que se le decía: “…Te arrojo de la suerte del Señor, como hijo ingrato, y borramos de tu cabeza la corona, signo real del sacerdocio, a causa de la maldad de tu conducta. …”.

Excomunión y pena de muerte para Miguel Hidalgo, por profesar y divulgar ideas exóticas: partidario de la Revolución Democrática Francesa. Por disolución social: al pretender independizar a México, del Imperio español. En consecuencia, por traidor a la patria, fueron los temas de la Inquisición y del Virreinato.

En el paredón, Hidalgo se dirigió al pelotón formado: “…La mano derecha que pondré sobre mi pecho, será, hijos míos, el blanco seguro a que habéis de dirigiros. …”. A pesar de haber recibido dos descargas del pelotón, no murió; por lo que el oficial a cargo ordenó a dos de los soldados disparar a quemarropa sobre el corazón de Hidalgo, acabando así con su existencia.

Su cadáver fue posteriormente decapitado y su cuerpo enterrado en la capilla de San Antonio del templo de San Francisco de Asís en la misma ciudad de Chihuahua; su cabeza fue enviada a Guanajuato y colocada -por 10 años- en la Alhóndiga de Granaditas, junto a las de Allende, Aldama y Jiménez.
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