Citas memorables de la historia de México

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sábado, 12 de septiembre de 2009

El comienzo

Múltiples voces se han manifestado en contra del paquete económico 2010, por el que el presidente Felipe Calderón, propuso elevar la tasa máxima de ISR de 28% a 30%, cervezas del 25% al 28%, el impuesto a los depósitos en efectivo (IDE) aumenta su tasa del 2 al 3% a partir de depósitos de 15 mil pesos, un impuesto nuevo de 4% al uso de telefonía celular, televisión de paga o conexión a internet así como un impuesto nuevo para el combate a la pobreza de 2% en las ventas en general (equivalente al IVA), incluyendo medicinas y alimentos, con la única excepción de las exportaciones.

El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, explicó que los ingresos alcanzarían 175,700 millones de pesos (mdp) de los cuales 155,300 se obtendrían por nuevo impuestos y 20,400 mdp. por mayor eficiencia recaudatoria. 

Además, el Ejecutivo Federal propuso la desaparición de la Secretaría de Turismo, la de la Reforma Agraria y de la Función Pública, en la que se transformará en una Contraloría General, dependiente del Ejecutivo.

Este último esquema no es nada nuevo, ya que anteriormente se denominada Secretaría de la Contraloría General de la Federación. Anunció también cambios en su gabinete: Juan José Suárez Coppel entra a PEMEX, Arturo Chávez Chávez a la PGR y Francisco Mayorga Castañeda a SAGARPA substituyendo el bajo perfil de la administración de Alberto Cárdenas Jiménez.

Sobre el primero, senadores lo señalaron con antecedentes gravísimos de daño patrimonial a la empresa petrolera entre 2004-2006 y además se dijo que es sobrino de Francisco Gil, exsecretario de Hacienda; sobre el segundo, el Grupo de los Verdes en el Parlamento Europeo y organizaciones de derechos humanos, han pedido al Senado mexicano no ratificar su nombramiento, por sus violaciones a los derechos humanos al frente de la Procuraduría de Justicia en Chihuahua. 

Si verdaderamente el Ejecutivo Federal desea hacer una administración austera, para hacer más con menos, pues olvidó desparecer también las más de 2,000 direcciones de área, adjuntas y 100 subsecretarías de Estado, -creadas en su administración y en la del expresidente Fox-, así como imponer un gravamen a la transmisión de dominio en las acciones bursátiles, a la fuga de capitales, suspender los regímenes especiales fiscales, evitar subejercicios en las Secretarías de Estado, -como el del 2007 por 120 mil mdp-, entre otros. 

Además, el entonces candidato Felipe Calderón, en el debate sostenido el 25 de abril de 2006, dijo que: "... En síntesis, mi política fiscal será bajar impuestos para quienes producen, para que haya más inversión, más empleo y para que vivamos mejor. ..." Ahora, las propuestas están en la cancha del Congreso. 

En las tertulias, conocidas como conspiraciones de chocolate y café, las reuniones que se organizaban en la casa del Corregidor de Querétaro, Miguel Domínguez, su esposa, Doña Josefa Ortiz, una dama regordeta, de quien se dice que no sabía escribir pero sí leer, era matrona de ojos vivaces, muy conservadora en algunas cosas, madre de 14 hijos que no permitía que sus hijas fueran a bailes o al teatro y cuidaba de que Ignacio Allende, recién viudo, o sus subalternos, coquetearan con ellas. 

Se disfrutaba de las lecturas favoritas de Miguel Hidalgo: Las obras de teatro de Moliere y Racine; los escritos de Voltaire, Diderot y Rousseau. Algunas ocasiones recitaba los versos de El Corán, y ocasionalmente les compartía sus serias reflexiones sobre la existencia de los Reyes Magos, rodeado de los anfitriones, en compañía del abogado Parra, el farmacéutico Estrada, el presbítero Mariano Sánchez, Ignacio Allende, -oficial de los dragones de la Reina-, y el tendero Epigmenio González, entre otros. 

Quien conoció personalmente a Hidalgo, dice que era cargado de espaldas, de color moreno, ojos verdes vivos y la cabeza algo caída sobre el pecho.

La noche del 15 de septiembre de 1810 en la casa de Miguel Hidalgo, se reunió Hidalgo con Pedro José Sotelo, Francisco Barreto, Juan de Anaya, Ignacio Sotelo, Isidro Cerna, José María Perales, Atilano Guerra, Manuel Morales, José María Pichín, Jesús Galván, Antonio Hurtado de Mendoza, Pantaleón de Anaya, Brígido González, Vicente Castañón, Juan Quintana, Francisco Moctezuma, Nicolás Avilez, Miguel Avilez, Julián Gamez, Tiburcio Gamez y Antonio Gámez, quienes fueron los primeros soldados de la independencia. 

Para la madrugada del 16 de septiembre de 1810, se dirigieron a la cárcel de Dolores, para dar libertad a unos 80 presos, a quienes Miguel Hidalgó, -el cabrón del cura-, los armó con lanzas.

Luego, el pequeño contingente se dirigió al atrio del templo. Hidalgo le ordenó a su sacristán, conocido como “El Cojo" o "El Zurdo" Galván, que repicara las campanas.

Al congregarse la gente, Hidalgo les dijo "... ¡¡¡Nos levantamos en armas, para quitarles el mando a los gachupines, que se han entregado a los franceses, y quieren que nosotros los americanos, corramos la misma suerte, lo cual no consentiremos jamas !!!..." y prosiguió diciéndoles: "... Debemos salvar nuestra santa religión de los impíos, acabar también con los privilegios de los gachupines, que tanto daño nos han hecho. Mírense las caras hambrientas, los harapos, la triste condición en la que viven, porque nosotros, somos los verdaderos dueños de estas tierras. ¡¡¡Viva la independencia!!!, ¡¡¡Viva la América!!!, ¡¡¡Muera el mal gobierno!!!, ¡¡¡Mueran los gachupines!!! ... ". 

Después, se unieron a la causa independentista José Antonio Torres (El Amo), Pedro Rosas (El Arrierote), Andrés Pérez (El Atolero), Rafael Mendoza (Brazo Fuerte), María Andrea Martínez (La Campanera), Vicente Gómez (El Castrador), Manuela Medina (La Capitana), Miguel Ramos Arizpe (El Comanche), Albino García (El Manco), Antonio y Quirino Balderas (Los Monigotes), José María Medrano (EL Muerto), las hermanas Felipa, Antonia, Feliciana, María Martina y María Gertrudis Castillo (Las Once Mil Vírgenes), los hermanos Matías, Encarnación y Francisco Ortíz (Los Pachones), José María Ramírez (El Pelón Chilaquiles), Isabel Moreno (La Pimpinela), Juan José Martínez (El Pípila), Juana Bautista Márquez (La Gabina), María Guadalupe (La Rompedora), Ignacia Rodríguez (La Güera), una mujer apodada La Barragana así como varios hombres y mujeres apodados El Bendito, Caballo Flaco, Tío Curro, Diente Mocho, La Fina, Las Coheteras, el Indio Dolores, el Ratón, entre muchos más. 

El pueblo gritó de alegría. Se burlaba de los españoles y su forma de hablar. Por la mañana del 16, eran más de 800 hombres.

Así, con la revolución armada, y de la cual, casi de manera paralela inició también la revolución ideológica, comenzó la independencia.
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