Citas memorables de la historia de México

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martes, 26 de febrero de 2008

Los exiliados y México

En la década de los cincuenta, el empleado del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), de nombre Fidel Castro Ruz, quien se desempeñaba como un modesto archivista, dedicaba su tiempo libre a una actividad poco común: entrenar a un grupo de insurgentes, entre los que se hallaban Ernesto "El Che" Guevara, con quienes a bordo de la embarcación de nombre “Granma”, tomaron por asalto el cuartel Moncada, dando inicio a la revolución cubana.

Un tiempo antes de que se aventurara en la búsqueda del poder en Cuba, Fulgencio Batista acordó, con el entonces presidente Adolfo Ruíz Cortines, el apaciguamiento del rebelde Castro; acuerdo aceptado y encomendado al joven teniente Fernando Gutiérrez Barrios, integrante de la extinta Dirección Federal de Seguridad, quien después de apresarlo le concedió la indulgencia y, como gesto de agradecimiento, en adelante Castro se dirigiría al militar mexicano, como “padre”.

A partir de 1958, todos los países de la región, salvo México, rompieron relaciones con Cuba, y dentro del contexto de la Guerra Fría, México mantuvo su relación con base en el principio mexicano de la “Doctrina Estrada”, que permitió la continuidad de las relaciones diplomáticas en un periodo de aislamiento para Cuba.

En 1981, siendo presidente José López Portillo, tendría verificativo en México un encuentro de Estado al que asistirían varios mandatarios, entre los que se tenía contemplado a Fidel Castro. Pero en el transcurso de los preparativos, la Casa Blanca, que entonces presidía el ultraconservador Ronald Reagan, condicionó su participación a la garantía del gobierno mexicano para que no estuviera presente el líder de la revolución cubana.

En medio del misterio y los secretos de Estado, Castro llegó a costas de Cozumel en una lancha torpedera, en donde tuvo lugar el primer encuentro entre los presidentes López Portillo y Castro, y al día siguiente desembarcó en Cancún, para que no se fuera a decir que no pisó tierras mexicanas, y la cumbre continuó ahí en términos inmejorables.

Un año antes, el 16 de diciembre de 1980, Fidel Castro jugó como pieza clave en el único aerosecuestro del que las autoridades mexicanas han tenido conocimiento en territorio nacional, cuando la mañana de ese día aterrizó en el aeropuerto de la ciudad de México, un avión de la línea Aerovías Nacionales de Colombia (AVIANCA) que había sido secuestrado en ese país por terroristas del autodenominado grupo M-19, y que luego de abastecerle de combustible y alimentos, partieron rumbo a La Habana en Cuba, creyendo que serían recibidos como héroes, pero el régimen de la isla los detuvo, sin alguna vida que lamentar.

Desde luego y hasta antes de Fox, México se había caracterizado por su nobleza diplomática. En la década de los sesenta, sucedió lo mismo con el joven Edén Pastora Gómez, estudiante de la carrera de medicina de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), a quien el mundo conoció posteriormente con el sobrenombre de "comandante Cero", cuando lideró la guerrilla sandinista que acabó con la dictadura de Anastasio Somoza en Nicaragua; quien años después fue un miembro destacado de la llamada "contra nicaragüense", movimiento paramilitar organizado para derrocar a la revolución sandinista.

Además del exilio voluntario en México del escritor Gabriel García Márquez en la década de los sesenta y setenta, en los ochenta estuvo exiliado Mohammad Reza Pahlevi, Sha de Irán, cuya excentricidad llevó al gobierno de Miguel de la Madrid, a regalarle un ejemplar del más fino y costoso perro mexicano chihuahua -cabeza de manzana, pelo corto, color gris y ojos color rubí- a manera de obsequio de Estado.

Otros ejemplos los tenemos con León Trotsky, disidente de Joseph Stalin, quien entre otras cosas, negoció la retirada de Rusia de la Primera Guerra Mundial y tuvo a su cargo la creación del invencible Ejército Rojo; Trotsky llega a México invitado por el presidente Lázaro Cárdenas, siendo recibido por los pintores Diego Rivera y Frida Kahlo, con los cuales entabló una estrecha amistad. Desde su exilio también encabezaría la oposición comunista disidente, que formaría la IV Internacional Socialista. Por último, podemos referirnos el gesto humanitario mexicano con los menores exiliados de España, a quienes llamaron “los niños de Morelia”.

Ahora, el ascenso definitivo de Raúl Castro al poder en Cuba podría ser el primer paso para un cambio de régimen en la isla, que garantice la plenitud de libertades para los ciudadanos cubanos. Mientras tanto, el Congreso mexicano se esfuerza por normalizar las relaciones con La Habana, patente en los trabajos de la Reunión Interparlamentaria México – Cuba, celebrada en la isla en julio de 2007 y, próximamente veremos a los legisladores cubanos en estas tierras, para la siguiente edición de la Interparlamentaria.

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