El viernes 1 de mayo tuvo lugar más de 40
puntos de conflicto, entre vehículos siniestrados, comercios, gasolineras y
sucursales bancarias incendiadas, producto de la reacción a la implementación
del operativo Jalisco de las fuerzas federales, para presuntamente detener un
capo del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en el sur de Jalisco.
El CJNG sacó a relucir su capacidad de
fuego al derribar el helicóptero del ejército mexicano, con un lanza
cohetes. Pero además, vino a demostrar la capacidad de organización, de
logística y de despliegue operativo del CJNG, al poner en crisis de
seguridad 25 ciudades de Jalisco, su zona metropolitana en Guadalajara y
algunas ciudades de Michoacán, Guanajuato y Colima.
En el campo político vino a evidenciar
que el Primer Mandatario, Aristóteles Sandoval, conocía del operativo al
exhortar a sus servidores públicos de primer nivel, a no abandonar la entidad
desde un día antes. El PAN, PRD y Movimiento Ciudadano en Jalisco hicieron
pronunciamientos el mismo viernes, para condenar los hechos o para apoyar al
Ejecutivo del Estado. El PRI en Jalisco mantuvo un silencio, y por tanto,
es posible que la clase política de su partido, así como sus candidatos, hayan
dejado sólo políticamente al Primer Mandatario de Jalisco.
En el campo económico se calcula que las
pérdidas materiales, ascienden a unos 550 millones de pesos. Los soldados y
elementos de seguridad que fallecieron, seguramente fueron recibidos en el
glorioso santo sanctorum de la República por algún héroe de la independencia.
En el campo de seguridad evidenció que las
fuerzas federales no le confían la seguridad a la Fiscalía General de Jalisco
(FGE), en el que se presume que Nájera no comparte información de inteligencia.
El modelo de seguridad en Jalisco
implementado por Luis Carlos Nájera, desde que fue Secretario de Seguridad
Pública en Jalisco y que se basa en técnicas policiales, tácticas de
seguridad, de inteligencia, doctrina de seguridad y operativos, ha sido
superado y por tanto, él y sus mandos no tienen nada más que ofrecer a la
ciudadanía de Jalisco.
Cuenta con mandos formados en la amistad
o en la improvisación, enquistados así como él desde hace 9 años, carece de
doctrina de seguridad propia y casi la mitad de su estado de fuerza, calculado
en unos 19 mil policías locales y municipales, reprobaron las pruebas de
control y confianza, cuya producción de delitos de alto impacto, como los
desaparecidos, coloca a Jalisco en el segundo lugar del país.
El CISEN recomendó remover a un mando de
seguridad de la zona metropolitana de Guadalajara, recomendado por el Fiscal
Nájera. Esto no es cosa menor. El propio Luis Carlos Nájera tiene señalamientos
de proteger al CJNG, así como una recomendación en la Comisión de Derechos
Humanos, por la muerte de un preso, principalmente.
Por lo anterior, todos los mandos de la
FGE deben renunciar y el titular, además, debe someterse a investigación en el
Ministerio Público Federal, y se deben nombrar nuevos mandos comprometidos con
el estado de derecho.
Los campos señalados estaban seriamente
vulnerados, razón por la cual, la Federación implementó el operativo Jalisco para
contener el avance de la delincuencia.
En el control de daños en medios
nacionales y en la rueda de prensa a la que convocó el titular de la Fiscalía,
sólo se remitió a señalar las estadísticas de los daños, y careció de un
ejercicio autocrítico a su desempeño o de propuesta para evitar nuevamente en
lo futuro sucesos de este tipo.
Al decadente modelo de seguridad de Luis Carlos
Nájera, titular de la FGE, se le agrega las deficiencias en el modelo de
información del gobierno de Jalisco, y que en la anterior crisis cuando el CJNG
dio muerte a 15 policías de la FGE, un mando intermedio fue quien salió a
medios a informar lo que le correspondía al Primer Mandatario o al Fiscal
Nájera.
Hay quien afirma que Jalisco podría ser
el nuevo Michoacán. No se descarta.
Los soldados y
elementos de seguridad que fallecieron, seguramente fueron recibidos en el
glorioso santo sanctorum de la República, por la “Dulcísima Madre de la
Patria”.
Nos referimos a Leona
Vicario, -la primera mujer periodista de México-, quien con recursos propios,
suministraba provisiones de boca y guerra al ejército insurgente, convencía a
los mejores armeros vizcaínos que se unieran a la guerra de independencia,
distribuía la correspondencia rebelde, recibía en su casa a los jefes
insurgentes, ayudaba a las familias de los apresados y era miembro de la
sociedad secreta de Los Guadalupes, protectora de los rebeldes.
Al ser
descubierta e interrogada por el inquisidor Matías Monte Agudo, dice de Leona
Vicario, que “No tembló ni un ápice ante
mi presencia ante mis amenazas de prisiones, castigos, de excomuniones... ¡Y me
sostenía la mirada!”.
Fue rescatada de
su cautiverio y se unió al ejército de Morelos, en compañía de su esposo,
Andrés Quintana Roo, pero vivió entre penurias: su criada, María de Soto Mayor,
señala que “Perseguía la niña Leona para
limpiarle los mocos y lavarle la cara, a Juanito Nepomuceno, el hijo del señor
Morelos”.
A su muerte y en
las comparecencias de la Comisión para declararla como “Dulcísima Madre de la Patria”, nunca antes se había visto llorar a
un Benemérito de la Patria, pero su esposo, entonces ministro de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación (SCJN), demostró que los héroes también son
humanos: “¡Le he dado todo a mi patria!
¡Todo! ¡La vida misma le daría! ¡Pero no
la de Leona!”.
En las
deliberaciones de los vocales, uno de los escribanos de la comisión -el
bachiller de apellido Lerdo de Tejada- fue felicitado por el presidente Santa
Anna, quien lo invitó a participar en política, pero se negó y firmó su acuerdo
por escrito.
30 años más tarde
la vida le cambió a ese bachiller de nombre Sebastián, al ser Presidente de la
República.
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