En unos días más el Presidente Felipe Calderón Hinojosa, le
entregará el poder el Presidente electo, Enrique Peña Nieto, mientras los
mexicanos nos mantendremos al tanto de las nuevas políticas para llevar al
país.
El sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, se caracterizó por
algunos desencuentros de todo tipo; por ejemplo en el uso político que puede
significar las funciones de las Procuraduría General de la República (PGR),
cuando su titular, Marisela Morales Ibañez, llega en substitución de Arturo
Chávez Chávez, desgastado por los escándalos de Wikileaks así como el
“michoacanazo”, por el que la PGR encarceló a más de 25 servidores públicos,
entre Presidentes Municipales y del Gobierno de Michoacán, en el que tuvieron
que ser excarcelados por falta de elementos.
Otro uso que el PAN le dio a la procuración de justicia, fue
en los absurdos jurídicos del Ministerio Público Federal, que arrojaron a la
cárcel a una indígena otomí en Querétaro, quien según esa autoridad, la mujer
fue capaz de luchar cuerpo a cuerpo con 6 agentes entrenados de la entonces
Agencia Federal de Investigaciones (AFI’s) , quitarles sus armas de cargo,
someterlos pese a la superioridad en número y fuerza masculina de sus oponentes
y -ansina- hasta secuestrarlos.
Fue un sexenio en el que no lució la comunicación en materia política, ya que
desde el inicio en diciembre de 2006, los mensajes que transmitía Los Pinos, se
referían al desarrollo de una guerra.
Esta denominación bélica es en referencia a la estrategia en
contra de la inseguridad, que lleva un record de 60 a 80 mil muertes, en el que
propios y extraños le reclamaron al Presidente Calderón, el fracaso de su
estrategia, sin que tuvieran eco sus palabras.
Una administración con desafortunadas declaraciones. Como la
errada rueda de prensa que citó la Procuraduría General de la República (PGR),
para explicar la muerte de los estudiantes Jorge Antonio Mercado y Javier
Francisco Arredondo, en medio de una balacera entre militares y narcos en el
campus del Tec de Monterrey.
Un sexenio en el que la percepción ciudadana sobre el
combate a la delincuencia organizada fue totalmente opuesta a la gubernamental,
ya que si se percibiera un gobierno
vencedor en esta lucha, la ciudadanía se sentiría más segura y menos propensa a
creer en rumores y versiones que desatan histeria colectiva, sin que la
autoridad intervenga en una seria contraofensiva en redes sociales o mediática.
Dos periodos de gobiernos emanados del Partido Acción
Nacional, en el que los 50 grandes contribuyentes -de empresas de la industria
automotriz, productos fotográficos, panificadoras, acereras, tiendas
departamentales y de autoservicio, e instituciones financieras-, paguen lo que
verdaderamente generen de impuestos y no sólo los 74 pesos de Impuesto sobre la
Renta (ISR) y 67 pesos por Impuesto al Valor Agregado (IVA) entre el 2000 y el
2005, en promedio.
Y para lo anterior, se sostuvo el régimen de consolidación
fiscal para las grandes empresas y que significa que a los grandes corporativos
les es muy redituable comprar una empresa con pérdidas y mantenerla así, para
demostrar a la SHCP sus mermas y deducirlas de sus utilidades.
Una administración gris, porque los fideicomisos del
gobierno federal, se incrementaron de 1,387 en 2004 a 1,409 en 2005, y el monto
de sus activos pasó de 675 mil millones de pesos a 742 mil millones de pesos en
ese periodo.
Deja un Sistema de Administración Tributaria de la SHCP para
que dé a conocer la lista de personas físicas y morales beneficiadas con la
cancelación de sus deudas fiscales en 2007, cuyo monto asciende a 73,900
millones de pesos y de la cual, muy seguramente conocía el ahora Ministro de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, y es
posible que este sea el premio a la lealtad.
Deja un país con un número desconocido de subejercicio en el
presupuesto y que en 2007 fue de 120 mil millones de pesos.
En síntesis, unas administraciones con cuentas poco
agradables. Pero quien entregó excelentes cuentas fue el Padre Morelos.
Con una duración de casi 75 días, fue sitiado en 1812
Cuautla en Morelos, bajo el mando del realista Félix Calleja, lugar donde por
primera vez se usó el toque del clarín para dar órdenes a la tropa realista,
contra la posición de José María Morelos.
El Siervo de la Nación, encabezaba mil infantes y dos mil
jinetes de las brigadas de Galeana; los hermanos Bravo con soldados nativos de
Chilpancingo y Matamoros, con una temible fuerza de rancheros, arrieros y campesinos,
armados de hondas, machete y lanza. Todo esto con 16 piezas de artillería,
ganado y comida.
Entre sus subalternos, Morelos tenía la fama de
irresponsable, quienes constantemente se preocupaban de que al Generalísimo no
se le ocurriera alguna locura, -como la de no marchar en sus exploraciones
personales más allá de un punto ubicado-, dado a los Bravo, Galeana y
Matamoros.
A los dos meses de sitio, las fuerzas habían menguado en
ambos bandos: en los insurgentes, para comer, un gato valía seis pesos, una
iguana veinte; se comieron lagartijas y hervían cueros para hacer caldo, pero
el ánimo no decaía en los insurgentes: los sitiados cantan “Por un cabo doy dos reales / por un sargento
un doblón / y por mi general Morelos /
doy todo mi corazón”.
Morelos, cuyo ejército insurgente estaba necesitado de
obligar a los realistas a gastar parque, pedía voluntarios para que se
acercaran a las trincheras enemigas y provocaran los disparos de los españoles.
Como en la guerra y en el amor, todo se vale, entre los
voluntarios a tan peligrosa misión, estaba una mujer: María Reyes. Una
insurgente que se acercaba a las filas de los gachupines, se levantaba las
enaguas mostrándoles las nalgas a los realistas y provocando sus disparos.
Seguramente esta mujer salió ilesa, ya que con el tiempo,
fue juzgada por la Inquisición y encarcelada durante cinco años por tan osados
actos.
Tras la batalla, Morelos acudió a cada una de
las casas atacadas, a dar dinero y víveres a los afectados.
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