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miércoles, 8 de junio de 2011

Coinciden acciones

En un intento por impulsarla la candidatura del candidato Luis Felipe Bravo Mena, la dirigencia del Partido Acción Nacional (PAN), ha relanzado la campaña para la gubernatura del Estado de México, en el que las encuestas colocan a Bravo Mena en el tercer lugar, luego del candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Alejandro Encinas y del puntero Eruviel Ávila, del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Pero además, la semana pasada se sumó a la campaña de Eruviel Ávila (PRI), el senador René Arce Islas (PRD), de quien un informe confidencial de inteligencia militar de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) revela que Arce Islas, ex delegado de Iztapalapa en la administración 2000-2003, en realidad se llama Oscar Nahúm Círigo Vázquez y está al mando del Ejército Popular Revolucionario (EPR), lo que presupone el afianzamiento con parte de la izquierda, a favor del candidato del PRI, en el Estado de México.

Todo parece indicar que en un intento desesperado por desprestigiar y politizar la justicia, pero sobre todo, la elección en el Estado de México, el fin de semana pasado el Ejército Mexicano arrestó en Tijuana, B.C. al empresario Jorge Hank Rhon, presuntamente por una denuncia anónima que lo señalaba por poseer armas largas en su domicilio.

De inmediato, el vocero del Consejo de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré, salió a la luz pública para desmentir que se trataba de una detención con tintes políticos, toda vez del anonimato de la fuente denunciante.

Sin presumir la inocencia o culpabilidad de Hank Rhon, pero es como si una denuncia anónima fuera motivo suficiente para detener a una persona, porque luego entonces y de ser así, la Procuraduría General de la República (PGR) o las fuerzas de seguridad, se dejan engañar por cualquier llamada telefónica y sin una investigación.

Luego entonces, la acusación significa que todo aquel que haga uso de algún servicio de escoltas -como empresarios-, podrían estar expuestos a ser señalados y/o acusados de algo similar.

El tema en todo caso, es que cualquier persona que levante la bocina y denuncie a una tercera persona, sin más prueba que un “se me hace”, “me platicaron”, “dicen” y sin una prueba sólida, en el que se ha demostrado el uso político de esta mala práctica - de procuración de justicia- ha resultado muy redituable, en una proximidad al desarrollo de la jornada electoral, y claro, el uso político de fuerzas ajenas a las de la procuración de justicias, por parte de quien decide que las fuerzas armadas sean el ejecutor de estas acciones, con un desgaste innecesario.

Hay de acciones a acciones, pero unas enaltecen y ennoblecen a quien las enarbola. Un ejemplo para la posteridad: Recién comenzada la guerra de independencia en 1810, un joven se unió a las filas insurgentes: Antonio Portillo, quien se desempeñó como uno de los ayudantes de Miguel Hidalgo, combatiendo y peleando por la causa insurgente, hasta el fusilamiento de Hidalgo, regresando a Guanajuato, su tierra natal y teniendo que ocultarse para no ser identificado por las fuerzas realistas.

Antonio convivió con los primeros soldados de la independencia: Pedro José Sotelo, Francisco Barreto, Juan de Anaya, Ignacio Sotelo, Isidro Cerna, José María Perales, Atilano Guerra, Manuel Morales, José María Pichín, Jesús Galván, Antonio Hurtado de Mendoza, Pantaleón de Anaya, Brígido González, Vicente Castañón, Juan Quintana, Francisco Moctezuma, Nicolás Avilez, Miguel Avilez, Julián, Tiburcio y Antonio Gámez.

Con los años, en julio de 1863, el presidente Benito Juárez conoció al señor Portillo, -ahora un viejo de más de 80 años- quien era el vigilante de la casa del Padre de la Patria, en Dolores Hidalgo.

Portillo le pidió un fusil y combatir -como lo hizo al lado de Hidalgo-, ahora en contra de los franceses, quienes habían invadido la República, encontrándose en Puebla, sitiada y vencida en ese año.

Juárez, al ver el noble gesto del anciano, se dirigió a él diciéndole: “…Don Antonio, muchas gracias por sus servicios prestados a la patria, pero ahora, nos toca a nosotros defender el legado que usted junto con el Padre Hidalgo nos dejó…”. Posteriormente, le ratificó su nombramiento de vigilante de la casa de Hidalgo y lo hizo capitán del Ejército Republicano, con sus emolumentos correspondientes.
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