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sábado, 16 de enero de 2010

Cambios curiosos


Cuando el Ejecutivo Federal no coincide en los planteamientos aprobados con algún decreto del Congreso, recurre a la figura jurídica de los incisos a) al c) del artículo 72 constitucional y, con ello, tener la posibilidad de presentar sus observaciones, -conocidas también como veto-, en un término no mayor a diez días útiles a la Cámara de origen.

Pero el sentido de la décima propuesta que el presidente Felipe Calderón hizo al Congreso, en su iniciativa de Reforma Política el pasado 15 de diciembre, lo fue el presentar “…observaciones parciales o totales a los proyectos de ley aprobados por el Congreso y al Presupuesto de Egresos de la Federación…”.

Pareciera una petición redundante, en el que no se entiende por qué ha de reformarse la Carta Magna, para establecer lo ya permitido.

Veamos; si se trata de observaciones a los proyectos de ley, el presidente ha devuelto en múltiples ocasiones a las Cámaras, decretos con cuyo contenido no está de acuerdo y no sería la primera vez.

Pero si se trata de observaciones al Presupuesto de Egresos de la Federación, en 2004 el expresidente Vicente Fox, estuvo en desacuerdo con modificaciones realizadas por el Congreso, y pese a que publicó el presupuesto en el Diario Oficial de la Federación, presentó una controversia constitucional, que terminó en 2005 en una votación de seis a cinco Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), quienes reconocieron el derecho del Ejecutivo a vetar el presupuesto.

Qué curiosos o extraños cambios propuso el presidente Calderón, como así quizás se consideró, en su momento dado, la promulgación de la Ley Juárez, que suprimía los tribunales especiales, -tanto militares como eclesiásticos- en lo referente a los delitos del fuero común y también porque fue modificado el sistema de fueros.

Como antecedente, Benito Juárez y Juan Álvarez, llevaban una relación de compadrazgo. Juan Álvarez fue presidente de la República por un periodo fugaz pero brillante, lográndose allegar de una serie de colaboradores excepcionales: Ignacio Comonfort en el Ministerio de Guerra, Melchor Ocampo en Relaciones Exteriores, Guillermo Prieto en Hacienda y Benito Juárez en Justicia.

Con un respaldo así, en los escasos 38 días que gobernó tomó dos medidas trascendentales que cambiarían el destino de México: la promulgación de la Ley Juárez y la convocatoria al Congreso que elaboraría la Constitución de 1857.

Al ser proclamada la Ley Juárez, los comentarios en las mansiones de los ricos, -proclives a la causa conservadora-, espantados por la medida, comentaban: “…no tiene la culpa el indio, -en referencia al Ministro Juárez-, sino el pinto (Juan Álvarez), su compadre…”.

El Constituyente de 1857 estuvo formado por numerosos estadistas mexicanos, entre los que se hallaba, Valentín Gómez Farías –primer liberal mexicano, Francisco Zarco –primer cronista parlamentario-, Anastasio Cañedo –teórico de la nacionalización de los bienes eclesiásticos-, Guillermo Prieto –el poeta financiero-, Melchor Ocampo –el liberal más radical-, Santos Degollado –militar-, Vicente Rivapalacio –nieto de Vicente Guerrero-, Ignacio L. Vallarta –jurista-, Miguel Lerdo de Tejada –el desamortizador eclesiástico-, José María del Castillo –primer tratadista de derecho constitucional y administrativo-, así hasta reunir 178 diputados, entre liberales y conservadores, como grupos parlamentarios.

El 5 de febrero de ese año, el recinto del Congreso en Palacio Nacional lucía abarrotado de curiosos, cuando en un momento de emoción profunda, el presidente del Congreso Constituyente, Valentín Gómez Farías, anciano enfermo de casi 76 años, “patriarca de la libertad de México, prestando el apoyo moral de su nombre y de su gloria al nuevo código político”, se levanta de su curul y ayudado por varios diputados llega al centro del salón. Se arrodilla delante del evangelio y jura la nueva Carta Magna. Después, en contraste, todos de pie y con el brazo extendido, responden a la pregunta de si juran reconocer, guardar y hacer guardar la Constitución, con un enérgico y uniforme: ¡Sí, juramos!.

Las Leyes de Reforma, -como la Ley Juárez-, habían sido incorporadas al texto constitucional. A partir del siguiente Congreso, conocido como Primer Legislatura, todos los diputados en vez de juramentar sobre la biblia, -como era la costumbre-, por primera vez protestaron el cargo sobre las Leyes de Reforma y se omitió la asistencia de los diputados a catedral al Te Deum y comenzó la práctica de nombrar comisiones de visita a los Ministerios o Secretarías del Ejecutivo, entre otras. 

Cambios precisos que formaron la República.
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