Citas memorables de la historia de México

¿Siguiente cita? Haz click en F5 o en Página Principal para actualizarla.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Sitiados

Los que saben no se han puesto de acuerdo sobre si las granadas arrojadas a la ciudadanía, es o no un acto de terrorismo, sucedido durante el festejo del grito de independencia en Morelia, Michoacán, la noche del 15 de septiembre pasado.

El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, poco abona para su esclarecimiento. Define al terrorismo como “1-Dominación por el terror; 2-Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror”. Sin embargo, en el Diccionario de Política de Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino, luego de una disertación histórica, lo señala como aquellos actos que persiguen objetivos nacionales o de clase, por razones de humanidad o de Estado. En esencia, cuando se ha cometido un acto terrorista en otras latitudes del mundo, se trata de alguien que está luchando por su país o por su pueblo, por su libertad o por sus creencias, pero en ningún caso, se refiere como parte de una estrategia o metodología adoptada por los delincuentes, como el citado.

Pero indistintamente del concepto formal o en la práctica, la agresión a civiles es absolutamente reprobable, y desde luego se enmarca en la lucha de poderes entre el Estado mexicano versus la delincuencia, aunque algunos autores han dicho que se trata de disputas territoriales delictivas.

Por este hecho, inédito sin lugar a dudas, así como por la impotencia en que nos sentimos los ciudadanos, pareciera que nos encontramos entre dos frentes de batalla. Cercados por uno de los bandos y al amparo de la voluntad divina a que lleguemos con bien a nuestros hogares, cuando el Estado es quien detenta el uso legítimo de la fuerza para combatir la inseguridad que vivimos.

Y me refiero como ejemplo, a varios de los estados de sitio que vivió nuestro país, como el sitio de la gran Tenochtitlán, con una duración de casi 80 días en la que los mexicas sufrieron la fatal derrota en Tlatelolco, lugar maldito por haber sido también sitiado por las fuerzas del ejército en octubre de 1968, y por las de la naturaleza en los sismos de 1985.

Posteriormente y con una duración de casi 75 días, fue sitiado en 1812 Cuautla en Morelos, bajo el mando de Félix Calleja, lugar donde por primera vez se usó el toque del clarín para dar órdenes a la tropa realista, contra la posición de José María Morelos. Una tropa de realistas estuvo a punto de tomar la ciudad, pero un niño de 12 años, llamado Narciso Mendoza -el niño artillero- hizo estallar un cañón, con el que los realistas huyeron dispersas. Tras la batalla, Morelos acudió a cada una de las casas atacadas, a dar dinero y víveres a los afectados.

En 1847 el castillo de Chapultepec, lugar donde se hallaba el Colegio Militar, fue sitiado durante casi 80 días por las fuerzas norteamericanas, donde además de nacer la leyenda de los niños héroes, fueron hechos prisioneros, entre otros los cadetes Francisco Molina, Mariano Covarrubias, Bartolomé Díaz y Miguel Miramón, con un final trágico como más adelante veremos.

En mayo de 1863 y de regreso, el ejército francés sitia la ciudad de Puebla durante casi 80 días, dejando a la población sin alimento alguno, y en un acto de verdadero heroísmo, el general Jesús González Ortega se rinde junto con su ejército para evitar que siga el sufrimiento del pueblo. En esta batalla, Cae prisionero el general de brigada Porfirio Díaz, quien logra escapar al disfrazarse de indígena.

Otro célebre sitio tuvo lugar en Querétaro en 1867, durante la segunda intervención francesa, cuando el ejército republicano del general Mariano Escobedo, fue fortalecido por asesores norteamericanos que habían participado en la Guerra de Secesión; además Escobedo contaba ahora con moderna artillería, excedente de la Guerra Civil estadounidense; así pues, los efectivos de los sitiadores se elevan casi a 40 mil soldados de las tres armas –infantería, caballería y materiales de guerra-, organizados en dos cuerpos de ejército, del Norte y de Occidente, venciendo al ejército de Maximiliano y fusilando a Miguel Miramón, Tomás Mejía y, presuntamente, también al emperador de Habsburgo.

Por último, en una de las peores batallas en 1913, el levantamiento del general Félix Díaz –sobrino de Porfirio Díaz- y Bernardo Reyes, propició que el Secretario de Guerra y Marina, Victoriano Huerta, disolviera el Congreso y asesinara a Madero y Pino Suárez; los dragones –la caballería- incursionaba en el Zócalo al toque de la imponente marcha dragona, creada años atrás en el régimen porfirista, al tiempo que desde la ciudadela se escuchaban los retumbes de las balas de cañón disparadas hacia Palacio Nacional. Finalizaba la decena trágica.

Ojalá que el sitio a la delincuencia dure menos de los 75 días que en promedio han durado estos eventos en nuestra historia, para no perder la batalla de la seguridad y convivencia armoniosa.

Lecturas: counter

0 Comentarios:

Publicar un comentario