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lunes, 30 de junio de 2014

Deudas de clase mundial

Una empresa de clase mundial” es el slogan publicitario de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), hasta ahora empresa del sector paraestatal junto con Petróleos Mexicanos (Pemex) y que se encuentran en el centro del debate de la reforma energética.

Para los diputados de oposición, uno de los puntos divergentes se encuentra en el cambio de naturaleza jurídica, y que en lo sucesivo ambas sean empresas productivas del sector público, pero lo que comienza a causar rechazo social, es el hecho de que si se aprueba este texto, los cuantiosos pasivos laborales pasarán a ser deuda pública.

De aprobarse un artículo transitorio al dictamen de la iniciativa que reforma la ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, la deuda pública propuesta que usted y yo pagaremos de nuestros impuestos, corresponde a 2 billones de pesos. Como usted sabe, los pasivos laborales son aquellas cantidades de dinero que la empresa debe pagar a los trabajadores por concepto de prestaciones laborales, como aguinaldo, bonos, vacaciones, indemnizaciones, etcétera.

Estos pasivos pudieron haber servido para pagar los lujos de los hijos del líder del sindicato petrolero y senador por el PRI, Carlos Romero Deschamps, cuando su hija Paulina se daba el lujo de llevar a sus perros de raza pug en un jet particular, a pasear en Champs-Élysées en Paris, capital de Francia.

Estos excesos pudieron haber sido para pagar también, el Ferrari de 25 millones de pesos del hijo del citado líder petrolero. A cambio, no hemos recibido los reportes de transparencia en el uso de los recursos públicos que el gremio citado ha recibido.

Pero mire, la sola cantidad de 2 billones de pesos, se escribe de la siguiente manera 2,000’000,000’000.00 es decir, es una cifra con doce ceros, que bien podría implicar el presupuesto de egresos de varias Entidades Federativas, de algunas Universidades Públicas o de varias veces el presupuesto de egresos en el sector salud, educación o seguridad pública.

Aquí radica el escándalo, porque cuando sólo algunos son los verdaderos beneficiarios del poder político, ocupando posiciones en el gobierno, en la que son identificados plenamente como integrantes del jetset mexicano, otros están “jodidos, pero contentos”, en palabras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y quienes sólo pueden aspirar a unos cuantos pesos diarios.

Para estos mirreyes o ladys que ocupan cargos públicos de responsabilidad, los problemas de política pública que conocen se circunscriben a los de su círculo de vida en Polanco o Lomas en la ciudad de México; Cumbres o San Jerónimo en Monterrey, N.L. o Colinas de San Javier o Valle Real en Guadalajara, en las que desconocen que hay vida afuera de estas colonias, despreciando todo aquello que tenga que ver con lo social.

En este nicho podrían encontrarse directores de área, secretarios particulares, asesores o consultores, algunos de ellos pubertos maleducados, recién egresados de alguna facultad quienes a falta de talento político lo substituyen con dosis de desinterés, descortesía y hasta majadería, cuyo única preocupación es elegir el próximo destino en su viaje de placer, ya sea de playa o de ciudad. 

Algún país de Europa o Asia posiblemente será el mejor refugio para descansar de unas duras jornadas de trabajo, luego de la extenuante tarea de atender al público. No conocen límites y en el mejor de los casos, serán promovidos para alguna diputación federal plurinominal, claro, porque no se les da convivir con la ciudadanía, motivo para devengar su salario.

Esta clase mundial se refiere también, al carácter con que la autoridad –normalmente la hacendaria- invoca para actualizar cobros e impuestos, argumentando que en países de primer mundo se aplican esas imposiciones propuestas.

Además de la aludida clase mundial, pareciera que los legisladores y sus partidos políticos no han calculado el costo político de aprobar este nuevo Fobaproa versión pública de CFE y Pemex, en el que un frente de crisis está por abrirse, cuando la ciudadanía reclame airadamente a sus representantes el porqué lo aprobaron de esa manera, y a cambio, no proponen que los sueldos aumenten en varias decenas de pesos por lo menos.

Esto da a entender que tanto la CFE como Pemex sabían de lo enorme a que equivalían sus pasivos, y por tanto la maniobra es mezquina al pasarla a deuda pública, para que la ciudadanía pague el costo de la corrupción o de los errores, en que pudieran haber incurrido sus servidores públicos.

Por eso es que esta deuda es inmoral y “bajo el sistema federativo los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad; no pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes; no pueden improvisar fortunas ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, resignándose a vivir en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley haya señalado [...]”: Benito Juárez, ideario político sobre la austeridad.
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